“Y ADOLFO NO SE
EQUIVOCÓ…”
Interesante encierro de Adolfo Martín que
sortea un sobresaliente tercer ejemplar de nombre "Aviador". Gallo
firma lo mejor y David Esteve demuestra voluntad y poco oficio.
Esa frase que reza: "los ganaderos también nos
equivocamos" acerca de los posibles resultados de una corrida o un toro en
particular, muchas veces se cumple. Pero hoy no fue el caso. El ganadero Adolfo
Martín había apostado, abiertamente, desde por la mañana, y en particular, por
uno de los astados de su divisa. Estaba marcado con el número 9 y
"Aviador" era su nombre. Y Adolfo no se equivocó. "Aviador"
fue el toro de la tarde y, muy posiblemente, lo será de la Feria. Y es que será
muy difícil que salte al ruedo un animal más bravo y completo en todo lo que
queda de ciclo fallero.
Desde que salió de chiqueros enamoró a muchos por sus
hechuras. Bajo, con buen cuello, algo más abierto de pitones que sus hermanos,
"Aviador" lucía una bonita y característica capa cárdena en su
tonalidad más clara. Según su criador, ese toro no podía fallar ni por hechuras
ni por reata. Y no falló. Desde que tomó por primera vez el capote del
valenciano David Esteve, el animal humilló, colocó muy bien la cara y se abrió
dejándose torear con gran temple y recorrido. Bien y animoso anduvo con el
percal Esteve que después lo intentó colocar de lejos en el caballo. Su
oponente se arrancó desde una distancia prudencial en ambos encuentros y, lo
más importante, empujó al peto con la cara abajo y metiendo los riñones. Esa sí
es una buena pelea en varas y no el simulacro que solemos presenciar tarde tras
tarde. Los aficionados, los pocos aficionados que se habían dado cita en el
coso de la Calle Xátiva, empezaron a sonreír sabedores de que el cárdeno
albaserrada hacía presagiar lo mejor. Y si bravo fue en los primeros tercios
(el caballo es y ha sido siempre el termómetro de la bravura), también lo fue
en el tercio final. Por eso sobresalió de entre todos los sorteados en el
encierro. Y es que "Aviador" no fue el típico toro complicado que
tantas veces aparece en esta ganadería. El cinqueño, que a punto estaba de
cumplir los seis años, fue aquel con el que sueñan (o dicen que sueñan) la gran
mayoría de toreros. El de Adolfo tuvo el equilibrio perfecto entre casta y
nobleza; entre transmisión y emoción para el aficionado, y buen son y ritmo
para el de luces. Tuvo clase, humilló muchísimo y acudió siempre pronto y
alegre a los cites. Además, y al contrario que muchos de sus hermanos, éste sí
que tuvo gran recorrido y profundidad en las embestidas. Desgraciadamente,
"Aviador" se encontró con un diestro que, pese a su manifiesta
voluntad, no estuvo a la altura. Y es que era difícil, muy difícil rayar a la
altura de semejante animal. David Esteve, joven espada local, lo intentó pero
en ningún momento consiguió el lucimiento. No mandó ni llevó nunca sometida la
soberbia embestida del toro de Adolfo. Evidenció su falta de rodaje con una
patente escasez de técnica. En cierta forma se le puede excusar su falta de
lucimiento por la falta de contratos, pero ante un toro de esas características
y en una plaza y feria de primera categoría, se debe exigir que un torero de la
talla. Aunque por momentos se jaleó su labor desde el tendido, ésta nunca llegó
a tomar vuelo y el posible trofeo se esfumó con el fallo en la suerte suprema.
Esteve dio una vuelta al ruedo por su cuenta y "Aviador", el gran
"Aviador" se marchó entre aplausos al desolladero. Pobre premio para
lo que mereció. Ante el que cerró plaza, el valenciano dio muestra de las
mismas carencias y en más de una ocasión se salvo de la cogida que a punto
estuvo de llegar por su mala colocación. El sexto, largo, alto y serio como él
sólo, no brilló en ninguno de los tercios. Aunque se le colocó de largo y fue
picado por el gran Tito Sandoval, no empujó como la mayoría de los
"adolfos" que le precedieron. Por cierto, aunque los puyazos se le
fueron inicialmente traseros, Tito volvió a demostrar como se monta a caballo y
se ejecuta esa fundamental suerte de la Tauromaquia. Fue el único varilarguero
que le dio los pechos del caballo al toro. Éste se arrancó con alegría y
prontitud pero después no apretó en exceso. En la muleta fue, quizás, uno de
los más descafeinados. Le faltó chispa y terminar de romper aunque se le
atisbaron algunas virtudes que no desarrolló por el poco acierto de su
lidiador.
El salmantino Eduardo Gallo se enfrentaba, por tercera vez,
al hierro de Adolfo Martín y, sin estar rotundo ni firmar una actuación redonda,
salvó la papeleta. Fue el que más aceptable estuvo de los tres. En particular,
ante su primero. El segundo, uno de los que fueron aplaudidos de salida,
derribó en el primer encuentro con el del castoreño. Se le colocó muy mal ante
el mismo y apenas se le pudo ver. Tras un intento de quite de Esteve y el
brindis al público de Gallo, éste mostró valor y asentamiento aunque,
probablemente, abusó del toreo encimista. Cada toro pide una distancia distinta
y el primero del lote del salmantino quizás habría demostrado un juego más
notable si no se le hubiera ahogado en demasía. Y es que, el del criador de
Galapagar, humilló y tuvo cierta calidad aunque le costó repetir. Gallo extrajo
algunos muletazos templados y de buen trazo y la faena cogió algo de altura.
Tras un pinchazo y un espadazo bajo, saludó una ovación. El quinto tuvo más
complicaciones y las cosas ya fueron diferentes. Incómodo en todo momento,
Eduardo Gallo, terminó abreviando y macheteando a la res por bajo antes de dar
un recital de pinchazos. Por cierto, este quinto fue otro de los que cumplió
sobradamente en el caballo. Pese a que a muchos no les interese esta suerte, a
un servidor si le importa y mucho.
Abrió cartel el curtido Antonio Ferrera que no tuvo
precisamente su tarde. En el primero se tapó más por el peligro del astado y el
viento que molestó, pero en el cuarto si que no tuvo excusas. Por fin asentó
las zapatillas al final de ambos trasteos y siempre abusó de los toques hacia
afuera para desviar las acometidas de sus enemigos. Faltó también temple. El
que abrió plaza, otro animal muy bien presentado y en tipo, demostró bravura en
el primer tercio, aunque después se orientó pronto y tuvo poco recorrido. Casi
siempre se quedó a mitad de los muletazos haciendo pasar un trago a Ferrera. El
extremeño lo intentó, pero poco o nada ocurrió. El cuarto fue, sin duda, el
peor del encierro. A este si que le faltó casta en todos los compases de la
lidia. En la muleta se aburrió pronto saliendo distraído y con la cara arriba.
Muy deslucido y rajado. De todas formas, su matador no anduvo mucho mejor. Tan
sólo podríamos reseñar una serie con la zurda en la que llevó más enganchado al
cárdeno. Tras una estocada trasera, pero que cayó arriba (la única en toda la
tarde), Antonio Ferrera escuchó lo mismo que en su primer turno: silencio.
En definitiva, en la cuarta de abono de la primera gran
feria de la temporada española, hubo variedad, interés y matices. No fue
completa la corrida de Adolfo y algunos ejemplares fueron de más a menos, pero
pocos aficionados se aburrieron. Las complicaciones y la exigencia también
deben tener cabida en una fiesta tan rica y heterogénea. Y ya veremos cuántos
de los astados que se sucederán en los próximos días llegan a demostrar la
bravura enclasada de ese animal por el que desde el principio apostó su
criador. "Aviador" y Adolfo; Adolfo y "Aviador" se dieron
una alegría mutua, nos la dieron a todos los aficionados y, lo que es más
importante, se la dieron a toda la fiesta y espectáculo en general. El año
pasado fue "Monería" y este 2013 el ya citado “Aviador”. El mejor
regalo para un ganadero que volvía a lidiar tras el gravísimo percance que a
punto estuvo de dejar “huérfanos” a todos los aficionados que buscan el toro
encastado, fiero y exigente. Un percance que le produjo un animal con su hierro.
A pesar de ello, Adolfo no le guarda rencor: "El toro hizo lo que debía:
acometer y cogerme. Para eso los crío...".
4ª
Feria de Fallas 2013. Con un cuarto de entrada en los tendidos, se lidiaron
seis toros de Adolfo Martín, muy
bien presentados por su seriedad y cuajo, y de juego variado. 1º y 5º más
complicados; 2º con calidad aunque se vino a menos; 3º de bravo y completo
juego (aplaudido en el arrastre); 4º manso y deslucido; y 6º que no terminó
de romper.
Antonio Ferrera: silencio y silencio tras aviso
Eduardo Gallo: ovación con saludos y silencio
David Esteve: vuelta al ruedo tras aviso y silencio
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Foto: Rullot
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