UNA OREJA, UN TERCIO
DE VARAS Y
UN DESFILE GANADERO
Espectáculo muy largo en el que volvió a fallar la materia
prima: el toro. Hasta nueve astados saltaron al ruedo en una tarde en la que
destacó Morenito de Aranda que logró cortar una oreja.
Ese
fue el balance de la duodécima de la
Feria de San Isidro: una oreja y un tercio de varas. Sin
duda, muy poca historia y contenido para tan largo espectáculo. Duró más de
tres horas la corrida y durante ese largo espacio de tiempo pasaron cosas
interesantes, pero muy pocas. No termina de arrancar ni de romper la feria y
cada vez parece más imposible que eso pueda ocurrir. Porque es muy difícil que
salgan las cosas bien y haya triunfos y emoción cuando no se cuida la base del
espectáculo: el toro. La corrida de Antonio Bañuelos tuvo que ser remendada con
dos ejemplares de Couto de Fornilhos. Desgraciadamente, se volvió a repetir la
tónica habitual de la feria: baile de corrales por la mañana y desastre
ganadero por la tarde. Y lo peor no fue esto, sino que varios de los de
Bañuelos que saltaron al ruedo no debieron haberlo hecho debido a su paupérrima
presentación. Si saltaron algunas raspas como el segundo y el tercero, mejor ni
imaginarse lo que fue rechazado en los corrales. En cuanto al juego, hubo
variedad y algún toro interesante como el lidiado en cuarto lugar o el sobrero
de Domínguez Camacho que cerró plaza.
Morenito
de Aranda fue el único que consiguió destacar a lo largo de la interminable corrida
con la que se llegaba al ecuador de la feria. Bueno, él y algún torero más. Y
digo torero y no matador porque los que destacaron al margen del de Aranda de
Duero fueron un par de banderilleros y un picador. Y es que el varilarguero
Nacho Meléndez, de la cuadrilla de Zotoluco, protagonizó uno de los momentos
más brillantes y emocionantes no sólo de la tarde, sino del conjunto del ciclo
isidril. Este caballero montó de forma soberbia, movió con sabiduría a su
montura, dio los pechos con el caballo, subió el brazo y recibió la embestida
con templanza y gran majestuosidad. Por fin se volvió a ver picar en Las Ventas
como mandan los cánones y ejecutando la suerte con brillantez. El astado de
Antonio Bañuelos tardeó y después se arrancó de largo y con alegría en tres
puyazos en los que después no terminó de empujar con bravura y salió suelto.
Gran ovación en pie del público al picador y una seña más de que cuando se hace
el toreo de siempre, las emociones brotan y la gente disfruta. En las filas de
plata también hubo lucimiento. Destacaron dos subalternos de la cuadrilla de
Morenito: Juan Martín Soto y Luis Carlos Aranda. Ambos parearon con mucha
torería y acierto y saludaron sendas ovaciones montera en mano.
Y
como decía solo Morenito logró algo destacado entre los matadores acartelados.
El burgalés anduvo con mucha disposición y entrega toda la tarde. Templado con
el capote, volvió a demostrar que maneja con mucha soltura el percal. Los
mejores momentos con la franela llegaron ante el tercero de la tarde, un
grandísimo sobrero de Carmen Segovia que sustituyó al inválido y descoordinado
titular de Antonio Bañuelos. El tercero bis tuvo nobleza, pero le costó romper
y anduvo justito de transmisión. Lo que le faltaba al toro lo puso Morenito en
un trasteo irregular, con altibajos, pero en el que logró momentos de notable
lucimiento. La faena comenzó bien, después bajó la intensidad y finalmente
volvió a subir en una muy buena serie con la diestra en la que bajó más la mano
y sonaron fuertes olés de los tendidos. Toreó con gusto, templanza y elegancia,
aunque faltó rotundidad y haberse roto en alguna serie al natural. De todas
formas, tras una estocada delantera y ligeramente contraria y desprendida,
cortó una oreja. En el sexto, en cambio, no remató su tarde. También fue
devuelto el remiendo de Couto de Fornilhos que cerraba plaza y en su lugar
saltó un ejemplar de Domínguez Camacho, muy bajo y serio de cara, aunque
protestado por sus menos de 500 kilos. El de Camacho embistió en el último
tercio con transmisión e intensidad y no fue fácil acoplarse con él y cogerle
el ritmo. Morenito lo intentó aunque no llegó a encontrarse a gusto en ningún
momento con su oponente.
Ni
Zotoluco ni Diego Urdiales consiguieron realizar nada del otro mundo. El
mexicano nos dio la razón a los que pensábamos que no pintaba nada en San
Isidro y que su hueco lo podían ocupar otros muchos matadores jóvenes ansiosos
de contratos. Zotoluco mostró que tiene oficio pero que no anda sobrado de
clase al manejar los trastos. Además, mal colocado. Por su parte, Urdiales
aunque quiso no pasó de discreto y durante toda la tarde transmitió frialdad.
Más valiente con el complicado sobrero de Aurelio Hernando que salió en segundo
lugar. Con la espada ninguno de los dos estuvo acertado.
12ª
Feria de San Isidro. Las Ventas. Con tres cuartos de entrada, se lidiaron 2
toros de Antonio Bañuelos, 1 de Couto de Fornilhos (5º), 1 de Aurelio Hernando (2º bis), 1 de Carmen Segovia (3º bis) y 1 de Domínguez Camacho (6º bis), muy
desiguales de presencia los titulares de Antonio Bañuelos con varios
ejemplares impresentables y anovillados. Los sobreros, mejor. Los más
interesantes el 4º y el 6º bis.
Zotoluco: silencio en ambos
Diego Urdiales: división al saludar y silencio tras aviso
Morenito de Aranda: oreja tras aviso y silencio
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario