¿ÉSTA ES LA FIESTA QUE QUIEREN DIFUNDIR?
El pasado
sábado (11 de agosto de 2012) asistí a la corrida de toros que tuvo lugar en la localidad toledana de
Villacañas. Tonto de mí por no haber escarmentado y volver a acudir a un
festejo en un coso de esta categoría. Asumí hace tiempo que para evitarme
enfados e indignaciones innecesarias no debería acudir a ninguna plaza de
pueblo para ver una “corrida de toros”. Porque sí he vivido momentos de interés
en este tipo de cosos pero al presenciar espectáculos menores como novilladas sin
picadores. Eso tiene un pase, pero lo de las anunciadas corridas de toros no
tiene nombre. Cuando llegué ya me avisaron y alertaron de que el encierro a
lidiar no lucía astifinas y limpias cornamentas como manda el reglamento y la
ley. Cuando me comunicaron que por la mañana hasta las propias cuadrillas se
habían echado las manos a la cabeza tras ver la presentación de la “corrida” me
di cuenta de la gravedad del asunto. “Peor que una de rejones”, me decían. Y
así fue. Cuando saltó al ruedo el primer ejemplar que pertenecía a la para mí
desconocida ganadería de Guadajira un sentimiento de profundo asco e incluso
vergüenza me recorrió el cuerpo. El astado lucía unas defensas descaradamente
mutiladas, afeitadas o como lo queramos llamar. Lo de “sospechoso de pitones”
se quedaba corto. Los pitones eran redondos, sin puntas, y uno de ellos (si no
recuerdo mal el izquierdo) echaba sangre. Sí, como leen, el pitón izquierdo del
toro sangraba debido al impresionante corte al que se le había sometido. El
fraude al descubierto. Había visto corridas afeitadas a lo largo de mi vida
como aficionado pero nunca nada tan clamoroso, tan vergonzoso. El resto del
encierro fue más de lo mismo, con algún que otro animal algo más decoroso.
Otro, el sexto, al rematar repetidas veces contra un burladero de salida, se
escobilló y, de nuevo, gotas de sangre cayeron del pitón. Para muchos este
aspecto de la integridad de astas es algo secundario que no tiene tanta
importancia, pero los que piensan esto se equivocan. La integridad es, o debe
ser, la base de la fiesta de los toros. Sin integridad no hay nada, se pierde
la importancia en el ruedo y en todo lo que hacen los toreros delante del toro.
El sábado se pudieron lucir más o menos los diestros actuantes pero un servidor
no dio la más mínima importancia y mérito a lo que ejecutaron delante de unas
reses que habían sido despojadas de su honor, de sus defensas. Así el toro y el
torero no están en igualdad de condiciones, el espectáculo ha sido trucado a
favor del hombre. Todos los aficionados deben darse cuenta de que estas
acciones no son tolerables, todo lo contrario, deben ser denunciables para que
los responsables de estos actos no salgan impunes. Pero lo peor de toda esta
historia y el motivo principal por el que escribo estas líneas es que este
espectáculo, este vergonzoso espectáculo, fue retransmitido en directo por la
televisión pública de Castilla la
Mancha , la que pagan todos los ciudadanos manchegos. CMT
lleva apostando en los últimos años de forma clara por la fiesta nacional, pero
su labor no sólo ha tenido aspectos positivos. Se criticó duramente que
Castilla la Mancha
televisión diera más importancia a la cantidad que a la calidad, que emitiera
infinidad de festejos en pueblos perdidos de la mano de Dios y sin el más
mínimo interés taurino simplemente por el hecho de dar toros. Durante esa época
fueron escandalosos muchos festejos televisados por la cadena pública y parece
que la historia se vuelve a repetir a pesar de que los directivos de la cadena
aseguraran que la calidad de los festejos aumentaría y que los mismos tendrían
un gran interés. Igual que se debe alabar el que CMT estuviera presente en
Santander por ejemplo en la corrida de Victorino Martín o en las Colombinas de
Huelva, se debe censurar el que se emitan festejos como los de este fin de
semana en Socuéllamos y especialmente en Villacañas. Porque estos espectáculos
no generan afición, la destruyen y dañan la imagen de la fiesta. La integridad
del toro debe ser la base de este arte y lo que se debe divulgar son ese y
otros valores que engrandecen el espectáculo, no aquellas fechorías de
individuos sin escrúpulos que con el objetivo de llenarse los bolsillos hieren
a la tauromaquia cuando más vulnerable y débil se encuentra.
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