Y YO QUE CREÍA QUE LA DANZA A CABALLO ERA POR LA NOCHE …
Los tres toreros a caballo pasan discretamente por Albacete
y se reparten tres orejas. El que mejor estuvo fue Ventura, que perdió con el
rejón de muerte una puerta grande que sí abrió Andy Cartagena.
Tengo que reconocer que el toreo a caballo no es tan de mi
gusto como el de a pie. Por eso, cuando llegaron las cinco de la tarde y me
encaminé hacia la plaza de toros la pereza me invadió más que otros días. De
todas formas tenía la esperanza de ver un buen y entretenido espectáculo y
aprender algo más del conocido como arte de Marialva. Es verdad que el cartel
no era el más rematado para un festejo de rejones. En el mismo no se
encontraban ni Pablo Hermoso de Mendoza (que actúo en la mixta del martes) ni
el joven Leonardo Hernández. El que sí aparecía era el hispano-luso Diego
Ventura, caballista espectacular y entregado que está llamado a hacer el relevo
en la cima del toreo a caballo. Junto a él, el ya veterano Andy Cartagena y
otro joven, el portugués Joao Moura, hijo del famoso rejoneador del mismo
nombre. El ambiente en la plaza era propicio, casi lleno en los tendidos y
menos caras conocidas de lo habitual. Muchos abonados vendieron o regalaron sus
entradas a familiares o amigos para tener un día de descanso y poder darse un
paseo por la Feria. Con
esto no quiero decir, nada más lejos de la realidad, que el de rejones sea un
espectáculo menor o inferior comparado con el de a pie. Lo que sí es verdad es
que el conocimiento y la exigencia en los tendidos es aún más mínima que en las
tardes de toros normales. Yo tuve la suerte de compartir las dos horas y pico
que duró el festejo con un gran aficionado y uno de los más entendidos en esta
materia. Fue para mí un placer atender a sus sabias lecciones, aunque comprobé
con tristeza como ambos espectáculos se parecen demasiado hoy en día en lo
negativo. La exigencia brilla por su ausencia, todo se aplaude, y ello conlleva
a que los toreros, en este caso rejoneadores, se queden en los superficial,
vistoso y más fácil y olviden, como los de a pie, el toreo puro y de verdad.
Porque sí señores, también a caballo se puede torear con pureza o…de forma
ventajista.
Aunque el que salió a hombros fue Andy Cartagena, el que
mejor estuvo fue Diego Ventura. Y estuvo correcto, aseado, ya que la suya
tampoco fue la tarde brillante de otras ocasiones. Y Diego anduvo a mejor nivel
que sus compañeros no por el toreo accesorio y los recursos fuera de la cara de
sus oponentes, sino porque fue el único que sí clavó alguna banderilla con
pureza. Ayer descubrí que también en los rejones se puede cargar la suerte y,
asimismo, pude observar que no se carga casi nunca. Para logar clavar un
rehilete por derecho y con verdad, el jinete debe ir, normalmente, de frente
hacia el toro y antes de llegar a su jurisdicción, alcanzar el pitón contrario
del toro para después recuperar el sitio y clavar justo al encuentro y al
estribo. En el toreo a caballo hay tres formas de clavar: al estribo, a la
silla y a la grupa. La primera de ellas es la que se debe aplicar según los
cánones del toreo y la explicación es muy simple. Como sucede con el matador de
a pie, las banderillas y distintas herramientas y trastos de los rejoneadores
deben clavarse con absoluto ajuste entre caballo, jinete y astado. De esta
forma, los pitones del toro tienen casi tocar el estribo y en ese momento el
caballero bajar el brazo y clavar. Si se hace a toro pasado, teniendo que
clavar con el brazo totalmente retrasado, el riesgo como se pueden imaginar es
mucho menor. Explicado esto, continuaré con la actuación del segundo actuante. El
segundo de la tarde, como el resto de la corrida de Fermín Bohórquez, estuvo
bien presentado y reglamentariamente despuntado. No fue una tarde de arriesgar
porque, a pesar de que la mayoría de los ejemplares gaditanos se pararon y no
anduvieron sobrados de fuerza, en casi todos los turnos se dejaron dos rejones
de castigo cuando podría haberse cambiado el tercio con sólo uno. Ventura no
apostó en su primero y dejó esos dos rejones mencionados equivalentes a dos
puyazos en la lidia ordinaria. Rápidamente el de Fermín se rajó, aunque al
final fue de los más válidos para el espectáculo porque cuando salía de sus
querencias y se arrancaba lo hacía con fuerza. El torero nacido en Portugal,
aunque afincado en Sevilla, destacó con “Nazarí”, caballo castaño oscuro y
voluminoso que demostró valentía al aguantar las acometidas del astado que le
alcanzó varias veces sin consecuencias. Con “Oroboy” logró dejar una banderilla
perfecta en la que se la jugó de verdad y clavó con absoluta ortodoxia y
pulcritud. Después llegaron varias banderillas cortas y tras un rejón de muerte
trasero y perpendicular y un golpe de descabello, cortó una oreja. De no ser
por pinchar en tres ocasiones en el quinto, seguro Ventura habría acompañado a
hombros a Cartagena. En este, su segundo, anduvo espectacular y vistoso y de
forma inteligente se metió al público en el bolsillo. En el tercio de
banderillas montó a dos tordos en distintas tonalidades llamados “Pegaso” y
“Cheque”.
El que sí fue certero, que no acertado, a la hora de tumbar
a sus enemigos fue Andy Cartagena. Sus labores fueron aseadas, pero a las
mismas les faltó más ligazón y continuidad. Prevalecieron en ambas los adornos
y recursos fuera de la cara del toro por encima del toreo a caballo. La gente
se entusiasma con la doma clásica que muestran los toreros con las monturas,
pero se confunden si creen que eso es lo realmente importante. Lo que se debe
observar son las distintas suertes y formas de ir al toro, además de los modos
en clavar. Comenzó en el que abrió plaza con “Maravilla” y tres banderillas al
violín. Con este animal gustó al público en varias piruetas sobre los
posteriores del caballo. Andy forzó mucho a “Fandi”, tordo en fase blanca de
gran flexibilidad. “El caballo tiene que expresarse por convicción y no por
imposición”, mencionó el citado maestro en este arte del rejoneo. Faltó reunión
al clavar y tras hacer uso de las banderillas cortas mató al “murube” de
Bohórquez con un rejón trasero. A pesar de que no hubo petición mayoritaria, el
presidente concedió el trofeo. Con el cuarto no mejoró la cosa y, pese a que el
trasteo no tuvo apenas contenido ni emoción, el respetable pidió las dos
orejas. Acertadamente sólo se otorgó una.
Completaba el cartel Joao Moura hijo que evidenció su
juventud y falta de oficio y anduvo a un nivel muy inferior respecto a sus
compañeros. Se abrió siempre mucho a la hora de clavar y sus actuaciones no
tuvieron la intensidad necesaria para que calaran en el tendido. Además, falló
en la suerte suprema y fue silenciado.
Albacete,
6ª de abono. Con casi lleno en los tendidos, se lidiaron 6 toros de Fermín Bohórquez, bien presentados y
reglamentariamente despuntados, y de parado y descastado juego en general.
Algunos evidenciaron mansedumbre.
Andy Cartagena: oreja y oreja tras fuerte
petición de la segunda
Diego Ventura: oreja y saludos
Joao Moura hijo: silencio en ambos
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Foto: Víctor Zafrilla
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