FANDIÑO, COMPROMISO DE
AUTÉNTICA FIGURA
Ya es
costumbre que escriba sobre el poco compromiso con la fiesta que tienen las
figuras actuales. Bueno, para puntualizar, las llamadas figuras actuales.
Porque, como he dicho otras veces, para mí las de hoy en día, la mayoría no son
auténticas figuras del toreo. Son grandes toreros, sí, pero no figuras. Las
figuras del toreo han sido aquellas que han marcado una época, que han
transcendido lo meramente taurino y que han pasado a la Historia del toreo con
letras mayúsculas. Hoy en día, se pueden contar con unos cuantos dedos los
toreros que ya han conseguido eso. Y más allá de todo eso, de las estadísticas
y de otros aspectos, las figuras del toreo siempre se han caracterizado por
poseer un verdadero compromiso con su profesión y la fiesta de los toros en
general. Antes, era común que las más grandes figuras mataran todo tipo de
ganaderías y encastes. Los más duros, los más blandos, los medios…había, como
hoy hay, de todo y aquellos matadores lidiaban de todo. Había una gran variedad
y el compromiso nacía de que esas figuras para serlo, para ser más grandes que
nadie, tenían asumido que tenían que hacer esos esfuerzos y superarlos
triunfalmente. Hoy en día, parece que se es figura por tener la posibilidad de
elegir y hacerlo eligiendo media docena de hierros. El resto, para los demás.
Además de la diversidad de encastes, aquellas eran auténticas figuras del arte
taurómaco porque daban la cara en todas las plazas y ferias de importancia y no
lo hacían una, sino tres o cuatro veces. Sí, echen un vistazo a los carteles de
esas épocas y verán a Bienvenida, Camino, Manolete, Viti o Dominguín un montón
de tardes en una misma feria. Eso era dar la cara. Y había que hacerlo en
Madrid, en Sevilla, en Bilbao, en Pamplona…no en pueblos o capitales de
provincia. Y qué decir de las encerronas, de todas las corridas matadas por
estos diestros en solitario en los cosos de mayor repercusión. En la
actualidad, todo esto, parece simplemente pasado, historia. Dicho esto, ahora
llega el momento de dedicar este escrito a un torero, a Iván Fandiño. Él no es
figura porque no cobra las cantidades de dinero que Juli, Manzanares o
Talavante; no es figura porque no aparece en los carteles de postín de las
distintas ferias y plazas; no es figura porque no puede elegir matar siempre
Garcigrande, Juan Pedro o Cuvillo; no es figura porque a él si le dan duro los
críticos cuando no está a la altura en vez de enmudecer achicados por el oro y
la fama…se supone que Iván Fandiño no es aún una figura del toreo, pero su
comportamiento y su compromiso con su profesión, con el aficionado y con el
conjunto de la fiesta demuestran lo contrario, que sí es una auténtica figura. Aquí
quiero expresar mis máximos respetos y admiración hacia un torero que en una
misma temporada ha tenido los arrestos de encerrarse en solitario con seis
toros en dos plazas de primera categoría. Y no se ha llevado sus animalitos
debajo del brazo y ha escogido ganaderías “de lujo”, él ha matado distintas divisas
y diferentes encastes. Él ha hecho, ni más ni menos, que lo que hacían antaño
las figuras del toreo. Y además ha cumplido con creces y ha tenido actuaciones
muy dignas. Y eligió Adolfo Martín para San Isidro, y mató mano a mano la de
Victorino en Sevilla, y…desde hace varias temporadas han sido gestos y más
gestos, guiños al maltratado y resignado aficionado. Pero claro, como Fandiño
es independiente y va por libre es muy fácil atacarle y no reconocerle su
enorme mérito. Pues desde aquí es lo que yo quiero hacer y manifestar que a ver
cuando otros, esos que se autoproclaman figuras, toman nota. Enhorabuena Iván.
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