UN BRAVO NOVILLO Y UN
TORERO QUE DARÁ DE QUE HABLAR
Un gran ejemplar del Cortijillo sobresale en una tarde donde
destaca la personalidad y la pureza de Martín Escudero. Alberto Pozo, que firma
una buena faena, es premiado con dos orejas completamente excesivas. Petardo
sin paliativos de Mazzantini.
Tras
el final de la primera novillada del abono albaceteño la gente salió de la
plaza hablando de toros. Eso fue quizás lo mejor y más importante de la tarde.
Pero los aficionados y el público abandonaron el coso de la Cale la Feria hablando en muy
distintos sentidos. Seguramente el protagonista de la mayor parte de las
tertulias posteriores al festejo fue el torero de la tierra Alberto Pozo.
Justificado el que se hablara de él porque cortó, nada menos, que dos orejas a
un mismo toro. Sí, Pozo logró abrir la puerta grande tras desorejar a un mismo
animal. Cuando lean esto pensarán que entonces Alberto Pozo estuvo realmente
bien y que esos comentarios de su gran triunfo eran absolutamente acertados y
justificados. Pues miren, una vez más, el que escribe estas líneas no piensa lo
mismo. Es verdad que el chaval albacetense elaboró una buena faena en su
segundo turno, pero también lo es que ante él tuvo a un bravo y extraordinario
ejemplar y que el doble trofeo fue totalmente excesivo. Desgraciadamente con
hechos como este la categoría de esta plaza decae una vez que la exigencia se
torna en cariñosa amabilidad. Pero la culpa no la tiene en este caso el torero,
ni mucho menos, la responsabilidad de esta triste noticia debe recaer sobre los
hombros del señor que se sienta en la presidencia de la plaza supuestamente
para defender los intereses de los aficionados. Llevábamos una feria de orejas
baratas, pero la concesión del segundo trofeo ayer a Alberto Pozo ha sido la gota
que colma el vaso.
Martín
Escudero se presentaba en nuestra plaza con el aval de muchos aficionados que
hablaban muy positivamente de él. Y el jovencísimo diestro, que apenas lleva
unas pocas novilladas, dio la cara y mostró una gran personalidad y valor.
Muchos no se enteraron de algunas de las cosas que hizo Escudero delante de un
lote que no fue, ni mucho menos, de triunfo. Su primero fue un animal de
comportamiento informal que en demasiadas ocasiones soltaba la cara al final
del muletazo. No tuvo una gran clase, pero es verdad que el animal respondió
mejor cuando se le llevó sometido y enganchado por abajo. Martín Escudero,
sobrino del ganadero Adolfo Martín, denotó desde el principio que es distinto a
los demás. Serio y pausado en sus movimientos y recordando al gran José Tomás
en los andares, Escudero tardó tiempo en acoplarse con su oponente y debido a
ello algunos de los primeros muletazos no tuvieron una mayor limpieza. Pero
desde el comienzo de la faena lo que sí se pudo apreciar es el valor y la
pureza que intenta imprimir a su toreo. Cruzándose al pitón contrario y
cargando la suerte (no como la mayoría) logró firmar los mejores naturales de
la tarde y de la feria a partir de la mitad del trasteo. Fueron muletazos de
exquisita suavidad, largos y rematados atrás que por momentos hicieron crujir
los tendidos. Ahí se dio cuenta el público de lo importante que se estaba
realizando en el ruedo y tras unas ajustadas manoletinas y una estocada
ligeramente atravesada, le premió con una oreja. Fue una pena que el que cerró
plaza no diera opciones para que el triunfo fuera redondo. El sexto fue un
astado complicado que embestía a arreones, con la cara a media altura y
quedándose muy corto y debajo del torero. Éste no pudo hacer más que
justificarse, estar digno y cruzarse al pitón contrario.
El
que también destacó fue el anteriormente nombrado Alberto Pozo. Innegable la
actitud que demostró en dos faenas de muy diversa factura. Ante el buen
segundo, frío y correoso de salida y que en banderillas se vino arriba para
sacar buen fondo en el tercio final, no se quedó quieto casi nunca y elaboró un
trasteo que fue recibido con frialdad por el respetable. Por debajo de esa res
anduvo un Alberto que dio la vuelta a la tortilla ante el quinto. Para empezar
arriesgó de verdad en un meritorio par de banderillas por dentro en el que le
dio todas las ventajas al toro. “Martinete”, que así se llamaba el del
Cortijillo, fue un utrero verdaderamente sensacional. Cumplió primero en varas
y en la muleta derrochó bravura galopando con alegría, humillando y embistiendo
sin parar y durando una barbaridad. Fue un ejemplar muy completo que fue
despedido en el arrastre con una gran ovación. Incluso el mayoral dio la vuelta
al ruedo con el torero. Premio excesivo, por cierto. Y también excesivas fueron
las dos orejas que el señor presidente Don Luis Natalio Cuesta concedió tras
una labor de gran voluntad y en la que sobresalieron un par de series con la
diestra realmente buenas. Se templó Alberto, corrió la mano con largura y la gente
disfrutó. Mató de una certera estocada y el premio justo habría sido una oreja,
pero ya saben…¡Alegría!
Completaba
el cartel, por delante, Mazzantini, que pegó un verdadero petardo. Ni una sola
vez se puso en el sitio, anduvo siempre desconfiado y perdiendo pasos y sus dos
faenas estuvieron plagadas de enganchones y de muletazos que no dijeron nada.
Bueno, decir sí dijeron, pero negativamente. En primer lugar sorteó a un
novillo muy justo de presentación (como la mayoría de sus hermanos) que fue un
pan sin sal. Muy soso un animal que se movió sin humillar y que acabó cantando
la gallina. El que sí fue bueno fue el cuarto, un feo ejemplar de capa colorado
chorreado en verdugo, girón y axiblanco bizco del pitón derecho. Fue este un
gran astado que fue a más y que tuvo recorrido, clase, transmisión y
humillación. La suerte es así de injusta y el novillo fue desperdiciado y se
marchó al desolladero con las orejas intactas. Por otra parte, Mazzantini dio
un auténtico sainete con los aceros.
Y
sí, por si alguien no se había percatado aún, el torero al que me refiero en el
titular como uno que “dará de que hablar” no fue el que salió en volandas, sino
uno llamado Martín Escudero.
Albacete, 3ª abono. Con más de media plaza, se lidiaron 4
novillos del Cortijillo y 2 de Lozano Hnos. (1º y 2º), justos de
presentación en general por su escaso cuajo y de desigual comportamiento.
Destacaron por buenos 2º y 4º y, sobre todo, el bravo y extraordinario 5º. El
resto, de pocas opciones.
Mazzantini: silencio y silencio tras aviso
Alberto Pozo: saludos y dos orejas
Martín Escudero: oreja tras aviso y silencio
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Foto: Víctor Zafrilla
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