CIERTA DECEPCIÓN EN UN
DIGNO MANO A MANO MARCADO POR LA
CASTA
Corrida encastada, complicada e interesante de Adolfo
Martín, aunque no tan completa como se esperaba. Variado encierro que no se lo
puso fácil a dos toreros que se justificaron con dignidad. Sergio Serrano,
única oreja.
La realidad del noveno festejo de la Feria de Albacete fue que
nadie se aburrió. Al contrario que otras muchas tardes, el público que acudió a
los tendidos del coso albaceteño no comió pipas ni estuvo de tertulia con el
vecino de localidad. Y eso, señores, es lo que da la casta. Hoy en día es eso
precisamente lo que escasea tarde tras tarde. La fiesta actual siempre es
previsible, la fiesta de ayer, no. Y con esto no quiero decir que la de Adolfo
Martín fuera una gran o buena corrida de toros. Para este modesto crítico, el
encierro del ganadero madrileño tuvo virtudes, pero también defectos. La
principal virtud, como ya he dicho, la casta. Casta en distintos grados y
desarrollada en diferentes comportamientos. Algunos, bravos en varas, otros más
mansitos. En definitiva, un encierro variado que mantuvo en vilo a los
aficionados y, también, a los toreros. En otro tiempo esta corrida no habría
provocado tanta división de opiniones ni comentarios enfrentados, pero, hoy en
día, pocas veces se ven lidiar astados como estos. No terminó de romper ningún
toro en el tercio final, todos tuvieron sus cosas, y muchos matices para
hacerte reflexionar. Algunos “adolfos” demostraron bravura en varas y también
algunos, sentido y peligro en las distintas fases de la lidia. En los tendidos
también hubo división. Por un lado los que pensaban que la corrida había sido
casi ilidiable y muy difícil, y otros que salieron plenamente satisfechos
porque vieron emoción y poder en el ruedo. Yo diré que me hubiera gustado ver
de nuevo el festejo para terminar de aclarar mis confusas ideas.
Javier Castaño y Sergio Serrano estaban anunciados en un
prometedor mano a mano que hizo desplazarse a un gran número de aficionados de
fuera de Albacete. Por delante un Castaño en una temporada inolvidable para él
en la que se ha convertido en el torero revelación del escalafón. Después, el
matador de la tierra que ha demostrado grandes condiciones y proyección en sus
últimas actuaciones. Al final, ninguno consiguió el propósito final: abrir la
puerta grande. Los dos anduvieron con dignidad y buena actitud, pero por unas
cosas o por otras no terminaron de salir las cosas.
Serrano obtuvo una oreja del segundo, el primero de los tres
que estoquearía. Este ejemplar de Adolfo Martín, bien presentado y serio como
todos sus hermanos, fue a la postre uno de los mejores. Tuvo mucha casta y
transmisión y otras virtudes que hicieron las delicias de los aficionados más
“toristas”. También, a mi parecer, tuvo un pero este astado: que casi siempre
salió con la cara alta al final de los muletazos. La actitud de su matador fue
desde el primer minuto irreprochable. El público, consciente de la arriesgada
apuesta del joven diestro, le sacó a saludar al final del paseíllo con una
ovación que compartió con su compañero Javier Castaño. Intento mostrar variedad
Sergio y sin ser una faena redonda, la que firmó ante “Sevillanito” fue muy
meritoria. Hubo algún muletazos de muy buen trazo en los que Sergio se estiró y
llevó enganchado al encastado animal. Algunos dirán que Serrano evidenció falta
de oficio y que en momentos no entendió a su oponente, pero creo que todos
somos conscientes de las poquísimas corridas que lleva a sus espaldas un espada
que se apuntó a la de Adolfo para jugarse todo a cara o cruz. Se tiró a matar
muy por derecho y dejó un estocadón que cayó ligeramente desprendido. Oreja
para él y ovación para el toro. El cuarto, “Madroño” de nombre (un nombre que
ha dado grandes alegrías a esta casa ganadera), también fue recibido con palmas
de salida. Más estrecho de sienes este que apretó con fijeza y humillación en
el único puyazo que se le administró. Destacó en banderillas Basilio Mansilla
antes de que Sergio Serrano le metiera mano a otro ejemplar encastado y con
interés pero que no terminó de romper en el tercio final. Humilló algo más pero
tuvo menos chispa. Complicado fue también para el torero pues en ocasiones se
quedaba en mitad del muletazo. Incómodo, Sergio Serrano lo intentó pero el
trasteo no llegó a cuajar. Y el que cerró plaza desbordó fiereza desde que
salió de chiqueros. “Comadrón” se llamaba y este toro, también de una buena
familia en Victorino y Adolfo, lució gran seriedad por delante y un pitón
izquierdo de terror. A porta gayola lo recibió Sergio Serrano. Venía a por todas
y su actitud así lo ratificó. Fiero en varas el astado y en el tercio final
tuvo tanta emoción como sentido. Se movió mucho pero con poco recorrido y fue
desarrollando según pasaron los segundos. Se justificó el torero, aunque no
pudo lograr el golpe que su apuesta merecía. A pesar de todo, resolvió la
papeleta con dignidad y parte del respetable se lo reconoció.
A Castaño también se le esperaba, sobre todo teniendo en
cuenta la racha de éxitos que estaba atravesando tanto en España como en
Francia. Desgraciadamente esta racha no pudo continuar en Albacete. Los mejores
momentos del salmantino llegaron en el mansito pero muy noble tercero. Este fue
el “dulce” de la exigente corrida de Adolfo. A pesar de su nobleza, clase y
buen son, también mostró una sosería que impidió mayor transmisión. Colocado en
su sitio, Castaño logró muletazos, principalmente al natural, de gran
templanza. Destacó una sensacional serie con la zurda en la que llevó al
cinqueño de Adolfo a cámara lenta. Uno de los puntos negros de su actuación fue
el uso de los aceros. No terminó de tirarse con convicción Javier y eso hizo
que pinchara en más de una ocasión durante toda la tarde. Ovación en este
tercero y silencio en los otros dos. El que abrió plaza fue toda una prenda.
Muy peligroso y además deslucido porque nunca humilló. El quinto, que tomó tres
puyazos de bravo con poder, después se vino a menos acusando la dura pelea en
el peto. Muchas miradas al torero y poca continuidad y ritmo en la embestida.
En ambos lo intentó un Castaño que se marchó cabizbajo de la plaza al igual que
otros muchos que esperábamos un gran espectáculo protagonizado por el
salmantino. Reconocer también los magníficos y puros pares que dejó en el
primero David Adalid.
9ª
de abono, Albacete. Con casi tres cuartos de entrada en los tendidos, se
lidiaron 6 toros de Adolfo Martín,
bien o muy bien presentados, de buenas y entipadas hechuras y serias cabezas.
Encierro encastado, exigente y complicado, a excepción del mansito y noble
tercero. Peligrosos 1º y 6º. Algunos, bravos en varas. Destacó el 2º,
ovacionado en el arrastre.
Javier Castaño: silencio, ovación y silencio
Sergio Serrano: oreja, silencio y palmas
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Foto: Víctor Zafrilla
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