“CASTAÑO Y TITO
SANDOVAL, DOS TOREROS”
Importante tarde del salmantino Javier Castaño que, sin
lote, muestra una gran firmeza, actitud y valor. Emocionante tercio de varas
protagonizado por Tito Sandoval en el sexto y mansada de Carriquiri. Ni
Frascuelo ni Ignacio Garibay tienen su tarde.
La
corrida se encaminaba a la más profunda desesperación por la mansedumbre de los
toros de Carriquiri y las desafortunadas actuaciones de Frascuelo e Ignacio
Garibay, pero en ese momento, salió al ruedo un matador de Salamanca llamado
Javier Castaño. Y este Castaño devolvió la ilusión a los aficionados y puso
cordura y orden en la tarde. Javier continúa por el camino de no dejar
indiferente, de puntuar cada tarde y de ser el nuevo torero de los aficionados.
Sí, porque hay toreros de público y toreros de aficionados. Y con esto no digo
que los toreros de público sean peores, ni mucho menos, pero si distintos. Y
¿por qué Javier Castaño se está convirtiendo en el torero de la afición más
exigente? Pues muy sencillo: porque este joven pero veterano matador está
recuperando muchas cosas que en los últimos años se habían perdido. Su
preocupación lidiadora, su claridad de ideas e inteligencia delante de la cara
del toro, su deseo de lucir siempre al enemigo sea cual sea su condición, el
hacerlo todo por derecho y con seriedad sin alardes ni fáciles recursos…y, por
supuesto, su compromiso con las ganaderías denominadas duras y toristas y la
variedad de encastes. Muchos me dirán que mata estas corridas porque no le
queda otra, y en parte es verdad, pero también lo es que no las lidia y las
mata por puro trámite y con desgana, lo hace disfrutando, sabedor de que este
tipo de ganaderías también te pueden encumbrar a lo más alto. Y por ahora, no
se está esquivocando.
La
tarde tuvo un nombre, bueno, dos: Javier Castaño y su picador Tito Sandoval.
Esta pareja de profesionales llegaba a Madrid con una gran expectación tras sus
importantes éxitos esta temporada en Valencia, Sevilla y Nimes. Y esta tarde se
confirmó que esta racha de triunfos en los cosos más importantes no es pura
casualidad. Desde el primer momento se hizo presente en el ruedo de Las Ventas
la capacidad lidiadora de Castaño, torero que poco a poco va recuperando una
torería añeja que se estaba diluyendo en los últimos tiempos. El tercero de la
tarde fue un ejemplar muy poco bonito y algo justo por delante. Salió, como el
resto de sus hermanos, haciendo cosas feas, suelto y sin prestar atención a los
capotes y llamadas de los de luces. Los primeros tercios no fueron lucidos y
prácticamente tampoco lo pudo ser el de muleta. El de Carriquiri fue una
auténtica porquería. Sin clase alguna, quedándose muy corto y debajo y saliendo
con la cara alta derrotando la franela de su matador, fue un ejemplar muy
complicado y deslucido con el que poco pudo hacer Castaño. Pero él no se
amilanó (al contrario que sus compañeros) y se puso a intentar torearlo como si
fuera bueno. Por la condición del animal los muletazos no pudieron ser bellos
ni de gran limpieza, pero Javier hizo todo lo que estuvo en su mano y al final
se pegó un arrimón valiente y sincero y que provocó los primeros aplausos de la
tarde. Sin vender nada fácil, se cruzó al pitón contrario con despaciosidad y
citando casi de perfil consiguió algún natural suelto de estimable trazo. Todo
un milagro con semejante oponente. Se tiró derecho a matar pero la espada cayó
muy tendida.
Pero
lo mejor y más destacado de la tarde llegó en el que cerró plaza. Con gran
disposición y seguridad, Javier Castaño no dudó en poner al toro de lejos para
intentar un buen tercio de varas. Y su arriesgo tuvo premio. Colocó muy de
largo al de Carriquiri y aquí entró en juego Tito Sandoval, un varilarguero que
día a día demuestra ser uno de los más brillantes picadores de los últimos
años. Sandoval movió al caballo, toreó con él, dio los pechos, alzó la voz y
levantó el palo. Ni más ni menos que lo que se debe hacer en un tercio de
varas. El toro, que no fue bravo, si tuvo la virtud de la prontitud y se
arrancó de lejos hasta en tres ocasiones. Vibrante su embestida, aunque después
no empujó y salió suelto. Tras la emocionante labor de Tito Sandoval, el
público se puso en pie para reconocer la actuación del jinete. Y con la montera
calada comenzó Castaño su trasteo. El de Carriquiri regaló unas cuantas embestidas
esperanzadoras. Puro espejismo. Muy pronto se paró y siempre salió con la cara
por encima del estaquillador desluciendo los muletazos que trazó el torero
castellano. Éste se colocó muy bien e intentó hacerlo todo despacio. Destacó su
firmeza, su asentamiento en la arena y algún muletazo de gran mérito. De nuevo,
se la jugó y se cruzó poniendo en vilo los corazones de todos los presentes. El
público estaba caliente cuando entró a matar, pero una vez más la estocada cayó
tendida por lo que tuvo que hacer uso del verduguillo. Una vuelta al ruedo que
supo a muy poco considerando la dimensión que ofreció Javier Castaño toda la
tarde. Si dejó esta sensación sin toros, ¿qué podrá llegar a hacer si le
embisten los “cuadris” del viernes? Como mínimo, llegará con Madrid de su parte
y dispuesto a lanzarle. Se lo ha ganado.
Desgraciadamente
no se puede decir lo mismo de sus compañeros. El veterano y querido Frascuelo
anduvo toda la tarde desconfiado, primero con un ejemplar de Carriquiri
descastado y deslucido, y después con un bonito colorado del hierro pacense
que, aunque fue un manso de libro en los primeros tercios, después tuvo
posibilidades en la muleta. Siempre citó con el pico el maestro madrileño y su
única tarde en el abono se esfumó entre el silencio. Por su parte, Ignacio
Garibay (el último mexicano en comparecer en San Isidro) tampoco apostó lo que
la ocasión se merecía. A su primero lo masacraron en el caballo y en el último
tercio, lógicamente, el toro no pudo ni tenerse en pie. El quinto fue una espectacular
y muy seria res que sacó poder y fuerza, pese a su fondo de manso. Garibay
tampoco pudo con él.
21ª
Feria de San Isidro. Las Ventas. Con tres cuartos de entrada, se lidiaron 6
toros de Carriquiri, de desigual
presentación y romana, y mansos en su conjunto. Destacaron el noble 4º y el
poderoso 5º.
Frascuelo: silencio en ambos
Ignacio Garibay: silencio y silencio tras aviso
Javier Castaño: aplausos y vuelta al ruedo
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario