¿ALGUIEN SE ABURRIÓ?
Corrida interesante, encastada y complicada de José Escolar
que sorteó un notable toro, el cuarto. Meritoria y valiente actuación de
Fernando Robleño con el lote más peligroso y
muy digno José María Lázaro.
Muchos
dirán que la corrida de José Escolar fue demasiado complicada y peligrosa y
reducirán todo a la palabra intoreable. Pero yo al menos no estoy de acuerdo.
El encierro de Escolar, muy serio y de gran presentación en general, fue de
esos que tienen argumento, que mantienen el interés en las dos horas que dura
el espectáculo. Sí, fue un lote con muchas complicaciones, con algunos
ejemplares de gran peligro, pero todo estuvo sustentando en la base de la casta
y la transmisión. Al contrario que en la mayoría de festejos de esta Feria de
San Isidro, hoy pocos comieron pipas o hablaron en el tendido. Nadie se aburrió
porque en todo momento hubo un toro en el ruedo. Se podrán sacar muchos matices
y se podrán censurar muchas reacciones o comportamientos, pero al menos para un
servidor, la corrida de José Escolar no fue una mala corrida y sí un encierro
de gran interés. Además, salto a la arena un gran toro, el cuarto, que si se
llega a encontrar delante a un torero dispuesto y con ganas de apostar (como
Robleño) podría haber dado un gran espectáculo. ¿En cuantas corridas de los que
llevamos de feria no ha saltado ni un solo buen toro de los seis? Ahí queda
eso.
Se
esperaba con mucho interés la corrida de José Escolar, de encaste
Albaserrada-Saltillo, y siempre sinónimo de casta y dureza. Sin duda, una de
las ganaderías más duras del campo bravo. Pero dentro de la dureza, no es la de
Escolar una vacada imposible de torear ni tampoco de triunfar. Mucho más mérito
el que tienen los espadas que se anuncian con estos hierros y que después se entregan
cuando sale el enemigo. Porque en este tipo de corridas se recupera el valor
heroico del torero, la emoción y el peligro aparente en todo momento, todo eso
que tanto escasea hoy en día en la fiesta actual.
De
la terna, sin duda, lo más destacado lo firmó Fernando Robleño. Volvió el
pequeño gran hombre a la monumental de Las Ventas y lo hizo como siempre:
dispuesto a jugarse todo desde el primer minuto. Desafortunado en el sorteo, a
Robleño le tocó el lote más complicado y peligroso. Él no se amilanó ni un
ápice y lo intentó siempre por derecho. El segundo fue aplaudido de salida al
igual que a varios astados. Serio y ofensivo por delante, el cárdeno estaba muy
en el tipo del encaste y lucía una cabeza casi corniveleta. Lo saludó muy bien
Fernando de capa, ganando terreno y consiguiendo meritorios y limpios
capotazos. Buena pelea en varas la que hizo el toro, yéndose de lejos y
empujando, aunque bien es verdad que por momentos se durmió en el peto. Pero si
bueno fue en el capote, no tanto lo fue en la muleta. Muy complicado y
peligroso el de la divisa abulense. Durante todo el trasteo manseó mucho, ya
que le costaba salir hacia fuera y, en cambio, sí se tragaba los muletazos a
favor de querencia. Escarbaba, humillaba y después arrancaba, complicado e
incómodo inicio y paquete para el torero. Lo peor fue que reponía muchísimo,
quedándose encima de su matador y generando peligrosidad. Fernando Robleño
anduvo siempre muy dispuesto, valiente y profesional. Lo intentó sobre ambas
manos con insistencia y llegó a conseguir algunos muletazos estimables y muy
meritorios por la condición de su oponente. Se cruzó siempre al pitón contrario
exponiendo mucho y, por otra parte, también estuvo molestado por el viento. Aunque
era difícil también para matar, el madrileño metió la mano y dejó una estocada
ligeramente caída. Saludos. El quinto asustaba con solo mirarlo y lucía una
cornamenta y expresión propias de siglos pasados. No era bonito el de Escolar y
menos bonito aún fue su comportamiento. Muy mirón y probón siempre, tuvo un
peligro descarado y nunca humilló. Ante semejante papeleta, Fernando Robleño
sólo pudo justificarse y enseñar al toro. Como siempre, muy digno.
Y
el que también resolvió con enorme dignidad su tarde en Madrid fue José María
Lázaro. A pesar de lo poquísimo que torea, Lázaro no se vio superado en ningún
momento por las circunstancias y, aunque no pudo triunfar, si dejó una buena
imagen. Su primero, el tercero, muy en la línea de Santa Coloma, fue pésimo.
Este no tuvo tanto peligro como el lote de Robleño, pero tampoco tuvo recorrido
ni nada de clase. Por otra parte, fue el único de los seis que no tuvo
transmisión y que no anduvo sobrado de fuerzas. En cambio, el sexto si tuvo más
posibilidades. Se movió con más nobleza este, aunque le faltó mayor transmisión
y no salir casi siempre de los muletazos con la cara alta. Este defecto
deslució mucho la labor del torero de Madrid pero afincado en Guadalajara. Éste
se puso a torear desde el principio sin ni siquiera probar al animal. Con la
muleta muy plana y por delante, corrió bien la mano mostrando buen concepto.
Faltó templanza en algunos momentos y su labor no terminó de calar en el
tendido.
Abría
cartel Domingo López Chaves que no tuvo su mejor tarde en el coso de la Calle Alcalá. El salmantino no
tuvo en ningún momento la actitud de sus compañeros y sí el mejor lote de José
Escolar. El que abrió plaza, serio por delante aunque algo justo de cuajo, no
se terminó de ver pero también tuvo un gran interés. Complicado y con poco
recorrido, sus embestidas tuvieron importancia. Muy duro el astado que tuvo
como principal defecto el gazapeo constante. López Chaves apenas lo intentó y
abrevió ante las complicaciones de su antagonista. El cuarto fue el mejor del
encierro, un notable toro que además de casta y transmisión, si tuvo clase y
humillación y colocó por momentos muy bien la cara. Además, cumplió en el
caballo. El secreto estaba en ganarle un paso al toro hacia fuera para vencer
su tendencia a acostarse por dentro. El salmantino no llegó a acoplarse y el
toro se fue entre aplausos, mientras su lidiador escuchaba pitos.
22ª
Feria de San Isidro. Las Ventas. Con casi lleno en los tendidos, se lidiaron
6 toros de José Escolar, bien
presentados y muy serios en líneas generales, y de juego desigual aunque la
mayoría tuvo casta, interés y complicaciones. Destacó el 4º. Varios
aplaudidos de salida y en el arrastre.
López Chaves: silencio y pitos
Fernando Robleño: saludos tras aviso y palmas
José María Lázaro: silencio en ambos
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