UN PREVISIBLE FRACASO
La floja, sosa y descastada corrida de Fermín Bohórquez
anula cualquier opción de triunfo en la novena corrida del abono. El mexicano
Arturo Saldívar, a un gran nivel, firma lo más lucido de la tarde. Abellán
aburre y Víctor Barrio no tiene opción.
Todos
sabíamos lo mal que pintaba sobre el papel la novena de feria, sobre todo, tras
el cambio de ganadería y el anuncio de que se lidiaría un encierro de Fermín
Bohórquez. Muchos años después, la ganadería gaditana de origen Murube volvía a
lidiar una corrida a pie en Las Ventas. Para rejones esto puede valer, pero
para a pie definitivamente no. Además, los toros de Bohórquez ya han apuntado
en las últimas temporadas la falta de casta y de fondo que padece la ganadería.
Pero claro, sólo a Taurodelta se le podía ocurrir hacer este cambio y sustituir
a los primeramente reseñados de Manolo González, por los de Fermín Bohórquez. Y
al final, como casi siempre, los agoreros acertaron y el espectáculo que se dio
en el coso madrileño fue otro importante petardo en el que predominó el
aburrimiento y el sopor. Gracias a Dios, que al menos hubo un matador que dio
el paso, no cayó en la monotonía y volvió a demostrar que es un joven torero
con muchas condiciones y mucho que decir: Arturo Saldívar.
El
joven mexicano fue el único que despertó al público de la siesta en la que se
había sumido desde el principio. Saldívar ya enseñó su disposición en un ceñido
y templado quite por gaoneras al segundo de la tarde. Después, comenzó por
ayudados por alto la faena, a pies juntos, mostrando mucha quietud. Arturo
instrumentó un trasteo interesante en el que destacó el sincero y gran valor
que posee y la frescura y actitud que le caracterizan durante toda su carrera.
Lo mejor de su faena dos series. Una de notable trazo con la diestra, en la que
templó y corrió muy bien la mano llevando largo y mandado al ejemplar de
Bohórquez. Éste, como el resto de sus hermanos, tuvo la virtud de la nobleza,
aunque también como ellos esta nobleza no fue acompañada de casta y emoción. El
animal se movió y tuvo buena condición, pero le faltó mucha transmisión a su
embestida. Para apuntar también otra serie, esta vez al natural. Para
finalizar, ajustadas y valientes manoletinas cambiando la embestida y
exponiendo muchísimo. Podría haber tenido premio su labor, pero la estocada con
la que remató a su primero no fue la mejor posible. Cayó fea la espada y todo
se quedó en una fuerte ovación con saludos. Perfectamente podría haber dado una
vuelta al ruedo, pero parece que eso hoy en día no está de moda. Desgraciadamente, y aunque ya tenia al público
a su favor, Saldívar no pudo redondear su tarde ante el quinto, un flojo
sobrero de Encinagrande que no tuvo más fuerza que el inválido titular de
Bohórquez. El de Manuel Caballero quiso embestir, pero por su flojedad se
defendió y tuvo una embestida deslucida. Arturo lo intentó pero lo tuvo muy
difícil tanto por la condición de su oponente, como por el público que protestó
con sonoridad la no devolución a los corrales del astado.
En
el cartel había otro joven, Víctor Barrio, pero el que fuera hasta el año
pasado el líder de los novilleros, no mostró la misma “hambre” que su
compañero. El segoviano anduvo toda la tarde demasiado sobrio, ceremonioso y
sin demostrar esa actitud y frescura que deben tener lo que empiezan. En su
primero, el tercero del festejo, no tuvo opción. El de la divisa roja y verde
fue una auténtica birria. Sin clase alguna, quedándose corto, saliendo con la
cara arriba y pegando tornillazos…una verdadera papeleta con la que el
lucimiento era imposible de conseguir. El que cerró plaza, en cambio, tuvo
alguna posibilidad, aunque no fue tampoco nada del otro mundo. Embistió con
calidad pero tampoco tuvo el fondo necesario y que es condición indispensable
para la plaza de Madrid. En un pueblo podría haber sido un toro de triunfo pero
en Madrid, no. Al margen de la sosa embestida de su antagonista, Víctor Barrio
no dio el paso al frente y no despejó las dudas generadas el día de su
alternativa. El problema de este chaval está muy claro: no dice nada. Y lo
preocupante es que antes si lo hacía.
Y
si ambición no tuvo el más joven del cartel, menos aún el que lo abría, el más
veterano. Miguel Abellán cumplió su segunda y última comparecencia en este San
Isidro y su actuación no tuvo un mínimo de interés. Se le ve cansado al
madrileño y esa apatía se contagia a los tendidos, a un público que ve como se
pasa la feria sin que ocurra nada destacable y que te haga salir feliz de la
plaza. El primero no transmitió absolutamente nada. Noble y absolutamente
descastado, el de Fermín fue un animal aborregado hasta el extremo. Y el cuarto
no fue mejor, otro ejemplar deslucido que se movió sin clase. En los dos
Abellán se puso pesado y alargó dos faenas interminables que en ningún momento
calaron entre un respetable que le apremió a terminar cuanto antes con la
agonía. Ante el primero anduvo más aseado y limpio el de Usera, mientras que en
el cuarto se sucedieron los enganchones y los muletazos vacíos de contenido.
Con la espada, fácil.
A
la muerte del quinto e intentando ganar tiempo, bajé a la sala de prensa para
comenzar a escribir esta crónica y ver a través de la televisión el último
capítulo de la novena de la isidrada. Y mientras bajaba contemplé algo que me
parece muy significativo para hacernos una idea de lo pésima de la feria que
estamos viviendo. Decenas de personas, no unas pocas, abandonaban el coso de la Calle Alcalá a toda prisa, como
despavoridas de un espectáculo que en muchos momentos se muestra insufrible.
Que mala estará siendo la feria cuando ya los aficionados ni siquiera aguantan
hasta el toro que ponga fin a la tarde.
9ª
Feria de San Isidro. Las Ventas. Con casi lleno en los tendidos, se lidiaron
5 toros de Fermín Bohórquez,
desiguales de presencia con algunos muy justos como 2º y 4º y de floja, sosa
y descastada condición, y 1 (5º bis) de Encinagrande,
correcto de presencia y también muy justo de fuerzas y deslucido.
Miguel Abellán: división al saludar y silencio
Arturo Saldívar: saludos y silencio tras aviso
Víctor Barrio: silencio y ovación
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