jueves, 7 de marzo de 2013

Análisis Feria de San Fermín (I)

PAMPLONA CENTRA LA ATENCIÓN: COMIENZA LA FERIA DEL TORO 2012

Desde el pasado jueves 5 de julio y hasta el próximo sábado 14 el toro es el protagonista en las calles y en el coso pamplonés. El novillero Gonzalo Caballero, Hermoso de Mendoza y Javier Castaño, primeros destacados del ciclo.


Estas fechas de primeros de julio son siempre sinónimo de algo en el mundo del toro: ha llegado la Feria de San Fermín. Un año más, la capital Navarra acoge una de las fiestas más populares e internacionales de todo el mundo. Y, sin duda, el verdadero protagonista desde el 7 de julio hasta el 14, con el “Pobre de mí”, es el toro, el toro bravo. Pero más allá de los encierros, lo más típico y famoso de San Fermín, lo verdaderamente importante para todos los aficionados es lo que pasa cada tarde en la plaza de toros de Pamplona. Allí tiene lugar la Feria del Toro, uno de los ciclos taurinos más importantes y transcendentales de la temporada. El serial siempre tiene la misma estructura: una novillada con picadores, un festejo de rejones y ocho corridas de toros, ni una más, ni una menos. Y lo más destacado de todo es que en Pamplona, al contrario que en la mayoría de las plazas, sale el toro-toro, el auténtico, el que luce una presencia y seriedad imponente. Allí, el toro es lo primero.

GONZALO CABALLERO, EL PRIMERO

La feria comenzaba el pasado jueves, día 5, con una atractiva novillada con picadores. En el cartel, los tres novilleros más destacados del momento, los que han conseguido ilusionar a la afición en las primeras ferias de la temporada. Además, la ganadería anunciada era, a priori, de máximas garantías: El Parralejo. Tarde apacible que dejó muchas cosas interesantes, cuatro orejas repartidas entre la terna y un nombre: el de Gonzalo Caballero. El joven novillero madrileño hacía su cuarto paseíllo desde que debutara con picadores en la pasada Feria de Abril de Sevilla. Sí, después de debutar con los del castoreño en el coso del Baratillo, Caballero hizo en mayo su presentación en Las Ventas y en San Isidro, después toreó la novillada del día de San Juan también en Madrid y en su cuarta novillada llegaba a Pamplona. Los números y los datos hablan por sí solos, sobre todo teniendo en cuenta que ha tocado pelo (cortado orejas) en estas tres plazas del máximo nivel. Y Pamplona tampoco se le resistió a Gonzalo, y eso a pesar de que venía convaleciente de un fuerte percance ocurrido sólo 48 horas antes cuando mataba un toro a puerta cerrada en el campo. Con lesión en la pelvis y numerosos golpes, Caballero no renunció a esta oportunidad y volvió a demostrar el increíble valor que posee, su ambición y entrega. Y también volvió a dar señas de que las ventajas no van con él, de que el tipo de toreo que quiere hacer se basa en la pureza y en la verdad. Ante todo personalidad es lo que tiene este chaval que consiguió arrancar una oreja a cada uno de sus oponentes y salir a hombros. También resultó corneado en la bolsa escrotal cuando entraba a matar al tercero. Sus compañeros, Gómez del Pilar y Román obtuvieron un trofeo cada uno y dejaron sensaciones distintas. El primero, tras su explosión el pasado San Isidro en Madrid, se mostró muy voluntarioso pero su toreo no llegó a tener la calidad ni la profundidad esperada. Por su parte, Román, que regresaba a una plaza de primera tras su ilusionante paso por las Fallas valencianas, también gustó al público, mostró valor y maneras y cerca estuvo de abrir la puerta grande. Eso sí, en estos últimos meses ya ha aprendido algunos vicios algo alarmantes.

HERMOSO, REY DE NAVARRA

El día de los rejones, justo el día del chupinazo la plaza se llenó para ver a los rejoneadores navarros Pablo Hermoso de Mendoza y Roberto Armendáriz y a Sergio Galán. No decepcionaron los toreros a caballo que ofrecieron un entretenido espectáculo y se repartieron un buen número de orejas. A hombros salieron los de la tierra, Pablo Hermoso y Armendáriz. El primero, el maestro de Estella, realizó una gran faena que será recordada durante mucho tiempo por los amantes del toreo a caballo y consiguió emocionar montando a una magistral cuadra y desarrollando toda su técnica y perfección torera. El joven Armendáriz también anduvo a buen nivel y, por su parte, el conquense Sergio Galán no pudo lograr su octava puerta grande en Pamplona. La corrida que se lidió llevó los hierros de San Mateo y San Pelayo, propiedad del Capea.

DECEPCIONA DOLORES Y EMOCIONA CASTAÑO

Las dos primeras corridas de toros del ciclo llevaron dos de las divisas más tradicionales de los sanfermines, las de Dolores Aguirre y Miura. Ambas sevillanas y las dos, de las que más veces han comparecido en la Feria del Toro. El día del patrón se lidió la de Dolores Aguirre, hierro emblemático, de marcado carácter torista y que suele triunfar en Pamplona. Pero desgraciadamente este año no fue así y el encierro de la ganadera vasca fue toda una decepción. Lote manso, huidizo, falto de casta y con algunos ejemplares muy justos de fuerzas. Y lo peor de todo: nula emoción. Los tres toreros se estrellaron con semejante ganado y tan sólo Joselillo logró cortar una oreja. Torero vallisoletano, muy querido en Pamplona y que derrochó ganas y valor aunque el premio fue excesivo. Completaban la terna Antonio Ferrera, sin opción alguna, y Eduardo Gallo, que pudo firmar los tres mejores naturales de la tarde. Y el pasado domingo llegaba la siempre esperada corrida de Miura. Encierro muy en el tipo de la casa y que, sin ser una gran corrida, tampoco fue un petardo. Hubo interés en todo momento y también peligro. Rafaelillo abría cartel y anduvo en su estilo regateador ante el primero y digno con el cuarto; Fernando Robleño, como siempre, muy valiente y firme, poco pudo hacer; y el que triunfó a lo grande fue el salmantino Javier Castaño en una temporada sobresaliente. Faenón el que firmó ante el tercero, un astado que había dado muestras de ser una “alimaña” en los primeros tercios pero que se atemperó en la siempre templada muleta de Castaño. Comenzó toreando al abrigo de tablas sentado en una silla. Después llegron varias series de notables muletazos, sobre todo con la zurda. Ni un solo enganchón, ni un solo tirón, y siempre a favor del toro, a favor de un Miura. Siempre asentado e inteligente, realizó una labor muy meritoria y tras dejar una buena estocada cortó una oreja que debieron ser dos. En el último no pudo rematar su tarde con un animal imposible.

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