domingo, 10 de marzo de 2013

9ª Feria de Albacete 2012

CIERTA DECEPCIÓN EN UN DIGNO MANO A MANO MARCADO POR LA CASTA

Corrida encastada, complicada e interesante de Adolfo Martín, aunque no tan completa como se esperaba. Variado encierro que no se lo puso fácil a dos toreros que se justificaron con dignidad. Sergio Serrano, única oreja.


La realidad del noveno festejo de la Feria de Albacete fue que nadie se aburrió. Al contrario que otras muchas tardes, el público que acudió a los tendidos del coso albaceteño no comió pipas ni estuvo de tertulia con el vecino de localidad. Y eso, señores, es lo que da la casta. Hoy en día es eso precisamente lo que escasea tarde tras tarde. La fiesta actual siempre es previsible, la fiesta de ayer, no. Y con esto no quiero decir que la de Adolfo Martín fuera una gran o buena corrida de toros. Para este modesto crítico, el encierro del ganadero madrileño tuvo virtudes, pero también defectos. La principal virtud, como ya he dicho, la casta. Casta en distintos grados y desarrollada en diferentes comportamientos. Algunos, bravos en varas, otros más mansitos. En definitiva, un encierro variado que mantuvo en vilo a los aficionados y, también, a los toreros. En otro tiempo esta corrida no habría provocado tanta división de opiniones ni comentarios enfrentados, pero, hoy en día, pocas veces se ven lidiar astados como estos. No terminó de romper ningún toro en el tercio final, todos tuvieron sus cosas, y muchos matices para hacerte reflexionar. Algunos “adolfos” demostraron bravura en varas y también algunos, sentido y peligro en las distintas fases de la lidia. En los tendidos también hubo división. Por un lado los que pensaban que la corrida había sido casi ilidiable y muy difícil, y otros que salieron plenamente satisfechos porque vieron emoción y poder en el ruedo. Yo diré que me hubiera gustado ver de nuevo el festejo para terminar de aclarar mis confusas ideas.

Javier Castaño y Sergio Serrano estaban anunciados en un prometedor mano a mano que hizo desplazarse a un gran número de aficionados de fuera de Albacete. Por delante un Castaño en una temporada inolvidable para él en la que se ha convertido en el torero revelación del escalafón. Después, el matador de la tierra que ha demostrado grandes condiciones y proyección en sus últimas actuaciones. Al final, ninguno consiguió el propósito final: abrir la puerta grande. Los dos anduvieron con dignidad y buena actitud, pero por unas cosas o por otras no terminaron de salir las cosas.

Serrano obtuvo una oreja del segundo, el primero de los tres que estoquearía. Este ejemplar de Adolfo Martín, bien presentado y serio como todos sus hermanos, fue a la postre uno de los mejores. Tuvo mucha casta y transmisión y otras virtudes que hicieron las delicias de los aficionados más “toristas”. También, a mi parecer, tuvo un pero este astado: que casi siempre salió con la cara alta al final de los muletazos. La actitud de su matador fue desde el primer minuto irreprochable. El público, consciente de la arriesgada apuesta del joven diestro, le sacó a saludar al final del paseíllo con una ovación que compartió con su compañero Javier Castaño. Intento mostrar variedad Sergio y sin ser una faena redonda, la que firmó ante “Sevillanito” fue muy meritoria. Hubo algún muletazos de muy buen trazo en los que Sergio se estiró y llevó enganchado al encastado animal. Algunos dirán que Serrano evidenció falta de oficio y que en momentos no entendió a su oponente, pero creo que todos somos conscientes de las poquísimas corridas que lleva a sus espaldas un espada que se apuntó a la de Adolfo para jugarse todo a cara o cruz. Se tiró a matar muy por derecho y dejó un estocadón que cayó ligeramente desprendido. Oreja para él y ovación para el toro. El cuarto, “Madroño” de nombre (un nombre que ha dado grandes alegrías a esta casa ganadera), también fue recibido con palmas de salida. Más estrecho de sienes este que apretó con fijeza y humillación en el único puyazo que se le administró. Destacó en banderillas Basilio Mansilla antes de que Sergio Serrano le metiera mano a otro ejemplar encastado y con interés pero que no terminó de romper en el tercio final. Humilló algo más pero tuvo menos chispa. Complicado fue también para el torero pues en ocasiones se quedaba en mitad del muletazo. Incómodo, Sergio Serrano lo intentó pero el trasteo no llegó a cuajar. Y el que cerró plaza desbordó fiereza desde que salió de chiqueros. “Comadrón” se llamaba y este toro, también de una buena familia en Victorino y Adolfo, lució gran seriedad por delante y un pitón izquierdo de terror. A porta gayola lo recibió Sergio Serrano. Venía a por todas y su actitud así lo ratificó. Fiero en varas el astado y en el tercio final tuvo tanta emoción como sentido. Se movió mucho pero con poco recorrido y fue desarrollando según pasaron los segundos. Se justificó el torero, aunque no pudo lograr el golpe que su apuesta merecía. A pesar de todo, resolvió la papeleta con dignidad y parte del respetable se lo reconoció.

A Castaño también se le esperaba, sobre todo teniendo en cuenta la racha de éxitos que estaba atravesando tanto en España como en Francia. Desgraciadamente esta racha no pudo continuar en Albacete. Los mejores momentos del salmantino llegaron en el mansito pero muy noble tercero. Este fue el “dulce” de la exigente corrida de Adolfo. A pesar de su nobleza, clase y buen son, también mostró una sosería que impidió mayor transmisión. Colocado en su sitio, Castaño logró muletazos, principalmente al natural, de gran templanza. Destacó una sensacional serie con la zurda en la que llevó al cinqueño de Adolfo a cámara lenta. Uno de los puntos negros de su actuación fue el uso de los aceros. No terminó de tirarse con convicción Javier y eso hizo que pinchara en más de una ocasión durante toda la tarde. Ovación en este tercero y silencio en los otros dos. El que abrió plaza fue toda una prenda. Muy peligroso y además deslucido porque nunca humilló. El quinto, que tomó tres puyazos de bravo con poder, después se vino a menos acusando la dura pelea en el peto. Muchas miradas al torero y poca continuidad y ritmo en la embestida. En ambos lo intentó un Castaño que se marchó cabizbajo de la plaza al igual que otros muchos que esperábamos un gran espectáculo protagonizado por el salmantino. Reconocer también los magníficos y puros pares que dejó en el primero David Adalid.

9ª de abono, Albacete. Con casi tres cuartos de entrada en los tendidos, se lidiaron 6 toros de Adolfo Martín, bien o muy bien presentados, de buenas y entipadas hechuras y serias cabezas. Encierro encastado, exigente y complicado, a excepción del mansito y noble tercero. Peligrosos 1º y 6º. Algunos, bravos en varas. Destacó el 2º, ovacionado en el arrastre.

Javier Castaño: silencio, ovación y silencio
Sergio Serrano: oreja, silencio y palmas

Foto: Víctor Zafrilla

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