domingo, 10 de marzo de 2013

7ª Feria de Albacete 2012

"¿CÓMO ERA EL DICHO? ¡AH!, SÍ, “CUANDO HAY TOROS…NO HAY TOREROS”

La terna de figuras, en líneas generales, por debajo de una estimable corrida de Núñez del Cuvillo que no terminó de ser aprovechada. Tan sólo detalles de Talavante y Castella, mientras que Paquirri queda en evidencia.


La vida es así. No siempre se puede tener todo. Desgraciadamente, pocas veces se da la conjunción perfecta de elementos para que todo salga según el guión establecido o deseable. Me podría estar refiriendo a cualquier cosa, pero, sí, esta introducción es el principio de la crónica del séptimo festejo de la feria taurina de Albacete. Pocas veces un buen toro se encuentra con un buen torero. O, para ser menos duro, no muchas veces las cualidades de un estimable animal son completamente aprovechadas por un buen matador. En la corrida de ayer pasó algo de esto. Sin ser una gran corrida, el encierro de Núñez del Cuvillo aprobó sobradamente en su paso por Albacete y ofreció grandes posibilidades de triunfo. ¿Y por qué no se cortaron más orejas o no se vio apenas toreo del bueno? Pues la respuesta ya se la pueden imaginar: porque la terna de “figuras” no estuvo a la altura. Según se iba desarrollando el espectáculo por mi mente sobrevolaban los nombres de algunos toreros a los que me hubiera gustado ver con una corrida que no se comió a nadie y que sirvió para el disfrute del torero y, por momentos, del aficionado. Es así, en la vida no se puede tener todo…

En general, y salvo el tercero que estuvo más justito, la corrida reseñada de Núñez del Cuvillo lució una buena presentación. Es verdad que algún astado anduvo justito de remate por detrás, pero la mayoría tuvo buenas hechuras y seriedad por delante. Muy difícil (por no decir imposible) ver hoy en día a las llamadas figuras del toreo matando una corrida así en una plaza de segunda. Es más, ya les gustaría a muchas de primera que en los días del “clavel” aparecieran por los chiqueros ejemplares de tan digna estampa. Por supuesto que no fue una gran corrida en cuanto al trapío, fue normal, pero visto lo visto…la de Cuvillo fue más que aceptable. Variada de capa, además lucieron astifinas defensas. Todo un logro teniendo en cuenta lo que les gusta el serrucho a los mandones del toreo. En cuanto a lo que llevaron dentro, hubo de todo. Destacó el lote de Alejandro Talavante, que incluyó al buen y completo tercero y al encastado sexto. Muy noble fue el de Paquirri y más desigual el de Sebastián Castella. En general, un lote que superó el seis y rozó el notable.

Alejandro Talavante fue el único que logró tocar pelo. A pesar de eso y de que a punto estuvo de salir en hombros, la actuación del extremeño no fue para recordar. Mostró mucha disposición y actitud desde el principio, pero no llegó a estar a la altura del buen lote que le correspondió en suerte. Su primero, el tercero, fue un astado muy estrecho de sienes, con expresión algo lavada, y falta de más remate por detrás. El de la divisa blanca, verde y roja se vino arriba a lo largo de la lidia y terminó embistiendo con prontitud y transmisión a la franela de su matador. Éste mostró algunas virtudes en su toreo como la largura de los muletazos o la templanza de los mismos, pero a su labor le faltó mayor ajuste y menos toreo lineal. Que pena que a este torero también se le haya pegado el vicio de Manzanares de retrasar y esconder la pierna que precisamente debería estar cargando la suerte, exponiendo con más vedad. Por momentos bajó la mano y el toro le respondió con nobleza y recorrido. A pesar de la poca verdad del trasteo, Talavante conectó mucho con el público y a punto estuvo de cortar las dos orejas. Por una vez, y sin que sirva de precedente, el presidente estuvo acertado en conceder sólo una. La estocada, por cierto, fue buena y cayó arriba aunque ligeramente trasera. El que cerró plaza fue ofensivo de verdad por delante. Muy astifino, el de Álvaro Núñez Benjumea, era más abierto de pitones y su encornadura recordó a la de los típicos atanasios de otro tiempo o a los actuales de Dolores Aguirre. Muy en el Conde de la Corte por tanto. El astado, al que se le picó muy poco, demostró castita en el tercio final y, por ende, exigió al torero. Muy por debajo anduvo un Alejandro Talavante al que le tocó la muleta en infinidad de ocasiones y que no terminó de asentarse. En algún instante de la lidia se le vio incluso superado por la movilidad, no tonta ni aborregada, de su enemigo. La espada le dejó sin el apéndice que le habría terminado de abrir la puerta grande.

El francés Sebastián Castella cumplía su doblete en la feria y tampoco terminó esta vez de convencer. Ante el segundo se le vio completamente desdibujado y sin ambición. Es verdad que el sardo (no ensabanado porque también tuvo pelos colorados o castaños en la cabeza) fue el garbanzo negro de la corrida, pero eso no puede justificar la actitud que mostró el de Beziers. El ejemplar en cuestión se movió pero con sosería y, en ocasiones, se puso andarín y gazapón. Fue muy deslucido y Castella decidió abreviar ante las protestas del respetable. Con el quinto la cosa cambió. Mucho más decidido, Sebastián brindó al público desde el mismo centro del ruedo y comenzó la faena con su clásico pase cambiado por la espalda. Ante este sí demostró mucho más asentamiento y corrió bien la mano en un par de series de derechazos que le hicieron reencontrase con la afición que tantas veces le ha visto triunfar. Por ponerle un pero: demasiado toreo lineal el suyo. Este quinto, más alto de agujas, dio muestras de lesión o de estar descoordinado en los primeros tercios. Después, siempre quiso coger los vuelos de la muleta y colocó, con clase, muy bien la cara. Aunque su debilidad fue menos manifiesta en este tercio final, le faltó un punto de motor al astado. Tenía Castella la oreja cortada y decidió pasaportar al cuarto toro de su feria en el mismo lugar donde había comenzado el trasteo. En el momento exacto del encuentro, el animal perdió las manos y el acero cayó en mal sitio. Volvió a entrar a matar y esta vez sí logró su cometido. Tras el arrastre todo quedó en una ovación con saludos.

De telonero actuó Francisco Rivera Ordóñez “Paquirri” que dio la razón a todos los que pensábamos que no pintaba nada en la feria. Vulgar y con todas las precauciones del mundo, nunca se confío y dejó escapar un lote muy noble que en manos de otro habría sido de triunfo. En su primero fue silenciado pero ese resultado se tornó en bronca en el cuarto tras insultar a un aficionado y encararse con el público. Le molestó al “señor” oír verdades del tendido…

Albacete, 7ª de abono. Con más de tres cuartos de entrada, se lidiaron 6 toros de Núñez del Cuvillo, correctamente presentados, y de estimable juego en general. 1º noble; 2º deslucido; 3º de buen juego; 4º muy noble; 5º de buena condición pero por momentos descoordinado; 6º encastado.

Paquirri: silencio y pitos
Sebastián Castella: silencio y saludos tras aviso
Alejandro Talavante: oreja y silencio

Foto: Víctor Zafrilla

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