miércoles, 6 de marzo de 2013

15ª Feria de San Isidro 2012

EL PETARDO CONTINÚA

Otra tarde de desastre ganadero esta vez protagonizado por la divisa de Núñez del Cuvillo que lidia un encierro mal presentado, flojo y descastado del que sólo se salva el cuarto. Castella pincha la oreja con la espada y mediocres actuaciones de Luque y Silveti.


Lo pareció entonces, pero pasan los días y se reafirma la idea de que la corrida de Alcurrucén lidiada el pasado martes fue un oasis en el desierto. Un oasis entre tanta vulgaridad y mediocridad. La Feria de San Isidro de este año prosigue en su camino de llegar a convertirse en la peor de la Historia. Porque verdaderamente es muy difícil superar un nivel tan paupérrimo como el de este año. Y es que si ayer fue Juan Pedro Domecq, hoy ha sido el turno de Núñez del Cuvillo. Pero no el turno de lucirse y dejar bien alto el nombre de la ganadería en el ruedo de Las Ventas, nada más lejos de la realidad. Ha sido el turno de lidiar una corrida mal presentada, indecente de la primera plaza del mundo y que, por otra parte, ha sido un auténtico horror en cuanto al juego. Muchos dirán que el cuarto de la tarde fue un gran toro, que salvó el honor de la vacada y la tarde, pero yo no me conformo con tan poco. Y creo que los aficionados tampoco deben hacerlo. El segundo del lote de Castella fue un ejemplar aceptable, pero entre tanta vulgaridad y mediocridad, pareció un toro de bandera. Pero si lo de Cuvillo clama al cielo no es sólo por la “corrida” lidiada en la tarde de hoy, sino porque lo hace por segundo año consecutivo. El pasado San Isidro se lidiaron dos corridas del hierro gaditano y a cada cuál peor. Este año también tendremos doble ración y si esta ha sido la primera, mejor no imaginar como será la segunda, la tarde de la Beneficencia. Si no quieres una, toma dos tazas. Eso pensarán empresario y ganadero.

Pero la tarde no sólo fue para olvidar en el aspecto ganadero, pues los de luces tampoco tuvieron su tarde. Eso sí, a excepción de Castella. El francés comparecía por segunda vez en la feria, después de que el pasado martes continuara convaleciente y no pudiera hacer el paseíllo. Y volvió Sebastián para terminar lo que empezó y volver a firmar lo más destacado de toda la tarde. Gran mérito el volver a vestirse de luces como si nada después de tan sólo una semana desde su percance en este mismo ruedo. El segundo tardó poco en volver a los corrales. Impresentable e inválido el de Cuvillo y en su lugar un sobrero de Carmen Segovia al que tampoco le sobraba el trapío. Tras un ajustado quite por chicuelinas del propio matador, el astado llegó a la muleta con tanta nobleza como sosería. Descastado y deslucido y delante un Castella tranquilo, despejado de ideas y asentado que decidió abreviar acertadamente entre las protestas y los “miaus” de algunos aficionados. Estocada caída y silencio. La tarde parecía encaminada al olvido más absoluto y en ese momento apareció el único “cuvillo” aceptable. Correcto de presentación el castaño de Álvaro Núñez Benjumea y su padre que a la postre sería el mejor del encierro. Claro está que eso de ser el mejor era lo más fácil del mundo en comparación con sus indeseables hermanos. En el caballo no hizo gran cosa y, como al conjunto de la corrida, no se le pegó nada. Es lo que tiene el toro moderno, que no se selecciona ya ni siquiera para cumplir con los del castoreño. Comenzó con su tradicional y repetitivo pase cambiado por la espalda para después instrumentar una faena que tuvo sus cotas más altas con la diestra. Del trasteo del de Beziérs destacó el mando con el que condujo las embestidas de su oponente. Muy asentado y firme, intentó alargar mucho los muletazos y que el toro no le tocara la franela. En ocasiones anduvo con más ajuste y en otras con menos, pero al menos consiguió despertar de la siesta a gran parte del respetable. “Fusilero” que así se llamaba el cuarto, tuvo nobleza y cierta transmisión, pero nunca terminó de embestir con el hocico por el suelo ni emocionar. Tuvo duración y al fin y al cabo fue un toro medio en una pésima corrida. Tras el arrimón final, a Castella se le fue la mano a los bajos en las dos ocasiones que entró a matar y perdió el trofeo que con fuerza había ganado.

Castella salvó los muebles, cosa que no hicieron sus dos compañeros: Daniel Luque y Diego Silveti. Al segundo se le puede llegar a perdonar ya que al fin y al cabo era su primera tarde en Madrid y su carrera acaba de comenzar. Lo del primero es más grave porque después de pasar sin pena ni gloria por Sevilla, Luque llegó a la isidrada para hacer lo mismo. Anduvo mecánico y aburrido toda la tarde y en el tercero fueron clamorosos los toques hacia fuera para despedirse la embestida del animal. Un ejemplar que me ahorraré decir lo que parecía y que aún estoy intentando averiguar como se les ocurrió aprobarlo por la mañana. Muy ventajista toda la tarde el sevillano. Por su parte, Diego Silveti venía a confirmar el doctorado y siendo verdad que la tarde no fue la más apropiada para triunfar, también lo es que el torero de la famosa dinastía mexicana no estuvo muy acertado. Con el humillador y muy flojo primero consiguió taparse, cosa que no ocurrió en el que cerró plaza, un sobrero de Salvador Domecq que se movió sin clase y con la cara muy alta. Silveti, perdiendo muchos pasos y sin saber la colocación precisa para embarcar las embestidas, dejó la sensación de que aún está muy verde y que no anda sobrado de valor. Con la espada, más de lo mismo. Habrá que esperar.

15ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Se lidiaron 4 toros de Núñez del Cuvillo, mal presentados en líneas generales y de flojo y descastado juego en general, salvándose solo el buen 4º, 1 de Carmen Segovia (2º bis), muy soso y deslucido, y 1 de Salvador Domecq (6º bis), que se movió sin clase.

Sebastián Castella: silencio y fuerte ovación con saludos tras dos avisos y leve petición
Daniel Luque: silencio en ambos
Diego Silveti (que confirmaba alternativa): palmas y silencio

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