lunes, 23 de mayo de 2011

Crónica 13ª Feria de San Isidro


"PARTIDO DE RESIDUOS"


Un petardo en toda regla es el que ha pegado esta tarde el hierro de Partido de Resina en la 13ª de San Isidro. La afición venteña esperaba con interés el regreso de los añorados “pablorromeros” a la feria de San Isidro, especialmente tras el encierro que Partido de Resina lidió el año pasado antes de feria. Pero la decepción por el juego de la corrida ha sido sobresaliente. Y no sólo por el comportamiento ofrecido por los astados, sino también por su presentación. No pasó completa la corrida el reconocimiento veterinario y tuvo que ser remendada por un toro de Nazario Ibáñez. Mal presagio que después se confirmó en la plaza porque de los que si pasaron por la mañana, algunos también debieron ser rechazados. Muy justos de presencia y trapío los sorteados en 2º, 5º y 6º lugar.


Además de justos de presentación, a excepción, eso sí, del impresionante 4º, los toros del legendario hierro tampoco mejoraron la nota en su comportamiento. Fue una corrida mansa, desclasada y floja que dio al traste con cualquier esperanza de triunfo de los toreros. Éstos lo intentaron, pero su triunfo fue imposible.


El mexicano Ignacio Garibay abría cartel y sufrió un fuerte percance en el segundo de su lote. Mientras toreaba sobre la mano derecha, el serio ejemplar de Partido de Resina lanzó un seco derrote y le volteó de muy fea manera. Recibió una cornada extensa, de 25 cm, pero que, a pesar de los destrozos musculares, no dañó vasos sanguíneos importantes.

El toro que le propinó la cornada fue recibido con una sonora ovación cuando salió de chiqueros. El “pablorromero” de 672 kg era un auténtico tío. Un tío que, por su tamaño, demostraba que esta ganadería, antes de gran calidad y bravura, está absolutamente sacada de tipo. El gigante, de gran cuajo y remate tenía dos leños por delante que daban auténtico pánico. Pero “Morito” solo era fachada. Por dentro no tenía nada. Fue un toro muy complicado, agarrado al piso y que tuvo el gran defecto de que nunca quiso humillar. Además, manseó y llevó siempre la cara por las nubes. Ante semejante oponente, Ignacio Garibay, que no terminó de confiarse con el complicado astado, solo pudo justificarse y pese a la tremenda cornada que recibió, aguantó a estoquear al toro. Después pasó a la enfermería a pie y despedido por una ovación de la plaza.

El 1º era un remiendo de Nazario Ibáñez de bonita estampa y abrochadito de cuerna. Fue un ejemplar interesante que tuvo nobleza y calidad, pero al que le faltó algo de fuerza y emoción en su embestida. Garibay tuvo una actuación desigual. Anduvo templado y destacó en una tanda por el pitón derecho de buen trazo. A pesar de dejar constancia de un buen concepto del toreo, la faena no terminó de explotar. Recibió silencio tras un pinchazo, un bajonazo y un descabello.


Serafín Marín dio una vuelta al ruedo en el 2º de la tarde. Principalmente como recompensa a la voltereta que sufrió al entrar a matar. El 2º era el primero del hierro titular pero fue devuelto tras mostrar una clarísima invalidez. Como sustituto salió un bajo y serio sobrero de Los Chospes que, a la postre, fue el mejor toro del encierro. Embistió siempre con transmisión, fuerza y clase a la franela de Serafín, aunque le faltó algo de humillación. Marín lo recibió con templadas verónicas de salida y después construyó un trasteo de más a menos en el que destacó el comienzo del mismo. El catalán le dio distancia al toro y comenzó templado sobre la mano derecha. El de Los Chospes embestía con buen tranco, pero en la tercera serie por el derecho comenzó a acortar su recorrido. Dejó claro, también, que no quería nada por arriba, todo había que hacérselo por bajo. Marín llevó rastrera la muleta al natural pero dejó demasiados tiempos muertos y la faena se fue viniendo abajo y con ella las opciones del toro. Al final calentó el ambiente con manoletinas y con una estocada algo desprendida y de rápido efecto en la que resultó cogido sin consecuencias. Este final hizo que algunos aficionados pidieran la oreja, pero ante la minoritaria petición, el presidente decidió acertadamente no concederla. Vuelta al ruedo.

El 5º fue una auténtica porquería. Además de justo de trapío, el de Partido de Resina solo tuvo defectos y ninguna virtud. Fue manso, no tuvo clase y embistió sin gracia alguna y con la cara arriba. Serafín ejecutó un trasteo largo y de nula transmisión. Llegaron muchos muletazos destemplados y sin belleza. Antes de ir a por la espada, valiente, se cruzó mucho con el toro por el pitón izquierdo. Tras no andar fino con los aceros, fue silenciado.


Sergio Aguilar tuvo un lote infumable. El madrileño volvió a dejar constancia de su valor y del puro concepto del toreo que atesora, pero volvió a no tener suerte. Se gustó en un breve quite por tafalleras en el 2º de la tarde. Y este quite fue prácticamente lo único lucido que pudo realizar en todo el festejo. Su primero ofreció un juego pésimo. Se movió sin ninguna clase y nunca humilló. Pese a esto, Aguilar anduvo firme y asentado e intentó bajar la mano, pero decidió abreviar cuando vio que el toro se comenzaba a parar. Desgraciadamente en el 6º no mejoró su suerte. El que cerró plaza fue un toro feo y anovillado que tuvo más peligro del que transmitió al público. Fue complicado estar delante de él porque nunca embestía metido en la muleta y se movió mucho pero sin clase. El de luces tampoco pudo rematar con brillantez sus actuaciones ya que falló reiteradamente con la espada.


Ya con los primeros resultados electorales, el cielo se fue oscureciendo y la tarde dio paso a la noche. Una noche que comenzó para los presentes en la Monumental con una sensación de vacío y decepción, tanto por el juego del encierro de Partido de Resina, como por la nula opción de triunfo que tuvieron los tres espadas, especialmente Sergio Aguilar, un gran torero que esperemos los taurinos saquen de este tipo de carteles para que toda la afición pueda disfrutar de su buen concepto del toreo.



Foto: José María Vivas


13ª abono Feria de San Isidro

Plaza de Toros de Las Ventas: Lleno


4 toros de Partido de Resina: desiguales de presentación, algunos muy justos de trapío, a excepción del 4º de gran seriedad y cuajo. Mansos y desclasados, algunos también flojos. 1 (1º) toro de Nazario Ibáñez: bien presentado. Noble y con clase, pero flojo. 1 sobrero de Los Chospes (2º): bien presentado y de buen juego.


Ignacio Garibay: Silencio tras aviso y ovación cuando pasaba a la enfermería

Serafín Marín: Vuelta tras petición minoritaria y silencio

Sergio Aguilar: Silencio en ambos


Destacó durante toda la tarde, tanto con el capote, como con los palos, Vicente Osuna.



Alejandro Martínez Lorenzo


sábado, 21 de mayo de 2011

Crónica 11ª San Isidro 2011


FRENTE A LOS ENEMIGOS, MANO IZQUIERDA

Con mano izquierda todo es posible. Cuando se borda el toreo al natural, con la mano izquierda, una tarde que parecía abocada al fracaso y a la decepción, se puede convertir en una gran tarde de toros. Hoy, esto, se volvió a demostrar.


A pesar de que en la 11ª de San Isidro se volvió a lidiar una novillada impresentable, esta vez de Parladé y Juan Pedro Domecq (en la práctica, lo mismo), volvimos a disfrutar del buen toreo. Y este toreo de “pata negra” llevó la firma de los dos toreros que han conseguido abrir la puerta grande de Las Ventas esta feria, José María Manzanares y Alejandro Talavante. Y ambos lo hicieron, además, con la mano izquierda, la importante en el toreo. El primero logró cortar una merecida oreja, algo que no consiguió Talavante debido a su fallo con los aceros. Una pena, porque su labor ante el rajado y encastado 6º mereció premio. Completaba el cartel el francés Sebastián Castella que logró cortar una oreja protestada y de poco peso.


Ayer ya nos enterábamos que la corrida reseñada para uno de los carteles estrella de la feria, la de Garcigrande, había sido rechazada al completo por el equipo veterinario y gubernativo de la plaza. Bien por Muñoz Infante que tuvo el valor de devolver al campo hasta 14 toros, al parecer, impresentables del hierro salmantino. De nuevo, vergonzosa actitud de la empresa y de los apoderados o veedores de las figuras que reseñaron una corrida sin trapío para Madrid. Y para enmendar el “fallo” se les ocurre la maravillosa idea de sustituirla por una de Juan Pedro – Parladé…de chiste. Y si hace un momento decía que bien por el presidente por haber tenido el valor de rechazar al completo una corrida preparada para “las figuritas”, ahora digo que mal, muy mal por haber consentido que se hayan lidiado hasta 4 toros impresentables para Madrid. Porque los lidiados en la primera parte del festejo junto al 5º fueron toros por edad, pero no por presencia. Todos ellos anovillados, sin remate ni seriedad, que fueron protestados (con razón) por los aficionados más exigentes. Tras el bochorno de Cuvillo parece que no han aprendido la lección. Y lo malo es que esto hace daño a la fiesta, la degrada y la deja sin argumentos ante la amenaza antitaurina. Las figuras del toreo tienen la obligación moral de cumplir con el aficionado y para cumplir no basta sólo con torear bien (que ya es mucho, por supuesto). Además de esto, deben reseñar corridas dignas para la que se supone es la primera plaza del mundo. Si no es así, escribiremos que han toreado bien, que han triunfado, pero siempre recordaremos que lo hicieron ante enemigos sin trapío ni seriedad.


La primera parte de la corrida fue para olvidar ya que, además de mal presentados, los de Parladé adolecieron de una falta de fuerza y de casta insoportable. Ante toros anovillados, lavados de cara, escurridos de atrás y sin remate alguno, los tres espadas lo intentaron en balde. En el 1º Castella sólo pudo demostrar disposición y destacó en una tanda al natural de buen trazo y templanza pero que no pudo ser ejecutada con la mano baja, pues la flojedad del toro no lo permitía. Tampoco pudo lucirse Manzanares con el 2º, astado sin cuerpo ni seriedad que, aunque noble, fue un inválido. Con el público a la contra, José María sólo pudo justificarse. Y en el 3º se repitió la historia: toro mal presentado por chico y escurrido, que tuvo nobleza y cierta calidad por el pitón derecho, pero que debido a su manifiesta falta de fuerzas no tuvo apenas transmisión. Talavante, sin opción.


Gracias a Dios todo mejoró en la segunda parte del festejo. El 4º mejor presentado, aunque justo, fue recibido con templanza y suavidad por el capote de Sebastián Castella en varios delantales ajustados rematados por una revolera. El toro cumplió en el caballo y llegó al tercio de banderillas galopando y apuntando cosas buenas. Empezó la faena el francés por estatuarios (quizás un comienzo por bajo hubiera sido más adecuado) para, después, ejecutar una buena tanda por el pitón derecho. Asentada la planta continuó Castella por ese pitón en una tanda que no terminó de explotar a pesar del cambiado por la espalda de sorpresa. Sebastián estaba dispuesto y valiente y ligó una buena tanda de derechazos templados. El toro respondió bien regalando embestidas por abajo. La intensidad de la faena bajó cuando el francés se cambió la muleta de mano y comenzó a acortar distancias con el de Juan Pedro. Aunque trazó algún natural estimable, el toro requería distancia y llevarle muy cosido a la muleta, pero el valor de Castella le hizo precipitarse y “pegarse” un arrimón (en el centro del ruedo) antes de tiempo. El toro comenzó a quedarse corto y la faena bajó de intensidad. Tras una buena estocada, cortó una oreja que fue protestada y que supo a poco, pese al valor que demostró Castella. Quizás, con un planteamiento distinto de faena, el premio no hubiera sido de poco peso.


En el 5º Manzanares volvió a demostrar que está en un momento de auténtica plenitud. Tras su salida a hombros el pasado miércoles por la puerta grande, de nuevo, hoy, toreó como los ángeles. Y lo hizo con la mano izquierda, al natural. Templado, con la mano baja y con un gran empaque y elegancia, instrumentó varias tandas al natural que supieron a gloria. Componiendo muy bien la figura, acompañando la embestida del toro, embarcó al astado con los vuelos de la muleta y puso la plaza boca abajo. También estuvo bien sobre la mano derecha y la cumbre de su obra fue un cambio de mano de una templanza y suavidad que hizo estremecer al expectante público. El toro fue un buen colaborador. Embistió con calidad y humillación a la franela del alicantino y, aunque al final se apagó, fue el de mejor juego del encierro. Tras una buena estocada, Manzanares cortó una merecida oreja que se suma a las dos que cortó en la 9ª de feria. Debemos mencionar, también, la extraordinaria labor que realizó la cuadrilla de Manzanares durante toda la tarde, pero especialmente en su segundo toro. Curro Javier con el capote y Juan José Trujillo con los palos realizaron una soberbia y lucida lidia.


Pero la emoción y la entrega llegaron de la mano de Alejandro Talavante en el que cerró plaza. El de Parladé fue el de mejor presentación de la corrida. Éste si fue un toro serio y con trapío, pero cantó muy pronto su mansedumbre. A pesar de que se rajó al mismo comenzar la faena, el extremeño no se arrugó y tras intentarlo sin resultado en el centro de la plaza, se cerró con el toro en el terreno de los mansos: cerca de chiqueros y pegado a las tablas. Allí le plantó cara con las mejores armas de las que dispone un buen torero: valor y disposición. El manso huía en el final de los muletazos, pero Talavante consiguió que no se escapase y ejecutó varias tandas extraordinarias por ambos pitones, especialmente por el izquierdo. Al natural llegaron varias tandas en las que el torero se encajó y nos recordó por qué salió a hombros el pasado martes. ¡Qué forma de torear!, qué emoción el ver a un torero entregarlo todo y ejecutar tandas de naturales largos, templados y de mano muy baja. El toro no era nada fácil, embestía con fuerza y emoción y, aunque manso, sacó fondo de casta. Pero Talavante estuvo muy firme y valiente. Y quiso volver a descerrajar la puerta grande con unas manoletinas ajustadísimas al final del trasteo que le valieron una tremenda y espeluznante voltereta. Pero el milagro volvió a surgir y el torero volvió a la cara del toro con apenas unos rasguños. Y al igual que apareció el Talavante que nos recuerda al mejor José Tomás de finales de los 90 con la muleta, también apareció el Talavante que falla en la suerte suprema. Tras un pinchazo, una estocada casi entera y atravesada, y dos descabellos, el torero tuvo como recompensa a su importante labor una clamorosa vuelta al ruedo con toda la plaza puesta en pie.


Así que, ya se sabe, con mano izquierda, las adversidades y los enemigos, por duros que sean, siempre pueden ser vencidos.



Foto: Luis Miguel Sánchez



11ª de Abono San Isidro

Plaza de toros de Las Ventas: Lleno de “No hay billetes” en tarde espléndida.


4 toros de Parladé y 2 de Juan Pedro Domecq (4º y 5º) impresentables todos a excepción de 4º y 6º. Anovillados y sin ningún remate, el 6º el de mejor presentación. Los 3 primeros nobles pero muy flojos. Los 3 últimos de mejor juego, buenos 4º y 5º y manso encastado el 6º.


Sebastián Castella: Silencio y oreja (protestada) tras aviso

José María Manzanares: Palmas y oreja

Alejandro Talavante: Silencio y vuelta tras dos avisos