miércoles, 6 de marzo de 2013

7ª Feria de San Isidro 2012

VUELVE JOSELITO, ¡VUELVE!

Otra tarde más de aburrimiento y desesperación, sólo salvada, en el último momento, por la actitud y valor de Iván Fandiño. El de Orduña corta una oreja justita por la baja estocada con la que remató. Ni El Cid ni César Jiménez logran lucirse con una mansa y deslucida corrida de El Montecillo.


Un año más, al finalizar el paseíllo de la corrida del 16 de mayo, se guardó en Madrid un minuto de silencio en memoria de uno de los toreros más grandes de la Historia: Joselito “El Gallo”, que murió tal día como hoy hace noventa y dos años en la plaza de toros de Talavera de la Reina. Y, más que nunca, esta tarde en Las Ventas, se echó de menos al legendario Joselito. Pero no sólo a él, a su figura, sino a toda una época, un tiempo en el que la fiesta de los toros levantaba pasiones y era el primer espectáculo de nuestro país. Más de nueve décadas después todo ha cambiado, vivimos otra fiesta totalmente distinta en la que el toro ha aumentado su tamaño rozando límites ilógicos, al mismo tiempo que todo lo que ha ganado en tamaño lo ha perdido en casta y emoción. Pero no sólo los toros son hoy en día distintos, también lo son los toreros, unos diestros cada vez más acomodados y que no dicen nada al aficionado. Esta reflexión es a nivel general y no sólo por lo ocurrido en la séptima del abono isidril.

También es verdad que la fiesta no sólo ha evolucionado negativamente. Es verdad que muchas cosas han mejorado, pero lo visto hasta hora en la primera plaza del mundo y en su ciclo taurino más importante no genera optimismo, todo lo contrario. La de hoy fue una tarde más de aburrimiento, de tedio y desesperación por no ver en el ruedo prácticamente nada lucido ni destacable. El único que salvó los muebles fue el vasco Iván Fandiño que logró obtener un apéndice del toro que cerró plaza. El ejemplar del Montecillo, de nombre “Desconocido”, a la postre fue el que ofreció más opciones pero sin ser un animal fácil. Tuvo un buen pitón derecho, pero había que aguantarle mucho, cruzarse y tirar de él con mucho mando y mano baja. Fandiño lo hizo y consiguió hasta dos series de notables derechazos en los que paró, templó y mandó. Bien colocado se pasó al pesado ejemplar de Paco Medina muy cerca y sin ventajas. Por el pitón izquierdo bajó la intensidad del trasteo, pues el astado por ese lado no era tan claro y se metía muy por dentro incomodando al torero y desluciendo su labor. Iván consiguió meter en el canasto al noble y humillador ejemplar y tornó el silencio y los pitos en profundos olés y palmas. Habría sido de justicia la oreja, pero la estocada cayó muy baja, provocando derrame en el toro y, eso sí, una fulminante muerte. Su primero, el tercero, ejemplar castaño y más feo que sus hermanos, fue una auténtica porquería, un toro que embestía dos veces y a la tercera salía huyendo en plena carrera. No tuvo ni clase ni continuidad el de la divisa toledana e Iván Fandiño, que cumplía su primera comparecencia en la feria, puso voluntad pero no tuvo opción.

César Jiménez también hacía el paseíllo por primera vez en San Isidro y durante toda la tarde anduvo muy templado, aunque no tuvo demasiada suerte. El segundo del festejo fue un burraco muy cercano al carbonero. El primero del lote del madrileño tuvo buena condición, pero al mismo tiempo justeza de fuerzas y de casta. Noble y enclasado, embistió pero sin apenas transmisión. Jiménez, asentado, dio muestras del elegante concepto del toreo que posee y corrió la mano con largura y mucha templanza. La falta de acople que hubo entre toro y torero en algunos momentos, así como la nula emoción que derrochó su enemigo, hicieron que la faena no terminara de tomar vuelo ni llegar a los tendidos. Destacaron un par de notables naturales y tras dejar una estocada traserilla y ligeramente desprendida, el público le tocó levemente las palmas. El dicho de “No hay quinto malo” volvió a fallar, pues el segundo del lote del torero de Fuenlabrada tuvo un comportamiento muy informal y deslucido. Unas veces regalaba una buena embestida, otras se paraba, otras salía con la cara alta y suelto…una desesperante condición anclada en la mansedumbre. César llegó a desesperarse y a mostrarse resignado y muy descontento por el comportamiento de la seria y astifina res.

Abría cartel Manuel Jesús “El Cid” que regresaba, un año más, al coso que le dio todo en su momento y en un año clave y trascendental para él. Aunque no tuvo apenas suerte el sevillano, tampoco ofreció la imagen que los aficionados venteños recuerdan de él. El primero en saltar al albero fue un serio y muy bien hecho animal, de capa también castaña, que protagonizó una buena pelea en varas. Embistió fijo y humillado al peto y se mantuvo en él largos minutos sin salir en ningún momento suelto ni rehuir el castigo. Desgraciadamente todo lo que tuvo de bravo en varas, lo tuvo de manso en el último tercio. Rajado desde el principio, se cerró en tablas y no hubo nadie que lograra sacarlo más allá de la raya de picar. Además, siempre llevó la cara muy suelta por lo que todo lo que se le hizo fue aún más complicado. Por su parte, el que hizo cuarto fue un auténtico mastodonte de 535 kilos, muy armado, que se movió bastante pero sin gran entrega ni clase. De todas formas, como dirían los toreros, se dejó. En este capítulo Manuel Jesús anduvo más perdido y su larga y vulgar labor aburrió al respetable. Y Cid se fue como vino: entre silencios.

También merecieron mención el valiente y ajustado quite por gaoneras de Iván Fandiño al segundo y la eficaz y notable actuación, durante toda la corrida, del tercero de César Jiménez, Jesús Arruga. Y mañana llegan las figuras. Castella, Manzanares y Talavante en uno de los únicos carteles rematados del abono. La pregunta que se plantea es la siguiente: ¿cambiará el signo de la feria?...esperemos que sí.

7ª Feria de San Isidro. Las Ventas. Con más de tres cuartos de entrada, se lidiaron 6 toros de El Montecillo, de dispares hechuras y desigual romana, pero serios en general. Encierro manso y deslucido del que tan sólo se salvó el buen pitón derecho del sexto.

El Cid: silencio y silencio tras aviso
César Jiménez: palmas tras aviso y silencio
Iván Fandiño: silencio tras aviso y oreja

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Joselito “El Gallo” en el aniversario de su muerte.

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