miércoles, 5 de octubre de 2011

Crónica 2ª Feria de Albacete


FAENÓN DE “EL CÉSAR” QUE ABRIÓ LA SEGUNDA PUERTA GRANDE DE LA FERIA

El madrileño César Jiménez cortó las dos orejas de un gran toro de Luis Algarra tras una faena de gran nivel e intensidad. Perera mejoró la imagen dada en su primero y estuvo valiente con el sexto. Pésima imagen de Enrique Ponce y petardo ganadero de Román Sorando.

César Jiménez fue el gran triunfador del segundo festejo de la feria taurina de Albacete 2011. Tras la salida a hombros de Sergio Serrano en la corrida fuera de abono, se volvió a abrir la puerta grande por segunda vez consecutiva. Y fue una puerta grande como la de Sergio Serrano: ganada a ley. El madrileño cuajó al único toro bueno y completo de una corrida compuesta por tres toros de Román Sorando y tres de Luis Algarra. Todos nos temíamos lo peor a cerca de la presentación de la corrida de Sorando y no nos equivocamos. La corrida presentada era una vergüenza e indigna de la plaza de toros de Albacete. A pesar de ello, el presidente y los veterinarios no tuvieron el suficiente valor como para rechazarla al completo. Entraron tres de la ganadería titular y alguno de ellos estuvo mal presentado y tampoco debió haber salido de chiqueros. Por el contrario, los remiendos de Luis Algarra si estuvieron bien presentados y dieron mejor juego. Miguel Ángel Perera mejoró en el que cerró plaza la mala imagen dada en su primero, mientras que Enrique Ponce fue despedido del coso albaceteño con pitos por su pésima actuación.

CÉSAR JIMÉNEZ

El torero de Fuenlabrada volvía a Albacete después de ser el triunfador de la pasada feria y de triunfar también en la corrida de Asprona de este año. Y Jiménez dejó unas magníficas sensaciones en su única comparecencia en el abono. Y digo única porque siendo el triunfador del ciclo taurino del año pasado, se merecía hacer doblete en la feria. César estuvo muy entregado y a gusto desde el principio y perdió un posible trofeo en su primero por el mal uso de la espada. El segundo de la tarde fue un astado astifino pero anovillado e impropio para nuestro coso taurino. El de Román Sorando llegó con las fuerzas al límite al último tercio. Pese a estar flojo, el de la divisa jienense dio buen juego porque tuvo transmisión en sus embestidas. César Jiménez se descalzó pronto por lo que el público supo desde el principio que estaba a gusto. Durante el trasteo, el madrileño consiguió extraer varias tandas de muletazos de buen trazo que contuvieron muletazos largos, templados y de mano baja. Además, Jiménez completó las series y los muletazos con su personal clase y gusto. En ocasiones es verdad que faltó mayor acople entre toro y torero, pero el de Fuenlabrada se metió al público en el bolsillo y perdió una oreja tras andar mal con el estoque. Pero la gran faena de César Jiménez y de la tarde llegó en el quinto. El colorado ejemplar de Luis Algarra tenía muy buenas hechuras y era serio y bonito por delante con unos pitones corniabrochados y ligeramente vueltos. Aunque en el tercio de varas manseó y puso en aprietos a los banderilleros, llegó a la muleta con mucho que torear. Sus embestidas además de clase, humillación y recorrido, tuvieron importancia y transmisión. Y César Jiménez no desaprovechó al mejor ejemplar de la corrida y lo cuajó de principio a fin. Lo mejor de su trasteo y de todo el conjunto del festejo fueron dos tandas de naturales extraordinarias. Los naturales que brotaron de la muñeca de César Jiménez tuvieron muchísima calidad. Dejando la franela en el hocico del animal, tiró del toro corriendo muy bien la mano y llevando hasta el final la noble embestida del animal. La muleta fue siempre muy rastrera y el sabor, la clase y la elegancia de César Jiménez hicieron disfrutar a un público que se había estado aburriendo e incluso enfadado hasta ese momento. Con la plaza puesta en pie concluyó su gran obra con una estocada en todo lo alto y las dos orejas que cayeron en sus manos fueron tras una petición unánime. Dos orejas que cortó en este, más otra que podría haber cortado en su primero, suman tres y nos dan buena cuenta de la gran tarde y dimensión que ofreció César Jiménez en la primera del abono albacetense.

MIGUEL ÁNGEL PERERA

Miguel Ángel Perera volvía a una de las plazas y de las ferias que han sido más importantes en su carrera. Perera salió lanzado de nuestra feria tras las grandes tardes que llevó a cabo en la feria del año 2008. El año pasado estaba acartelado en dos ocasiones pero una lesión sufrida en agosto le obligó a cortar la temporada y, por consiguiente, a no poder estar presente en Albacete. El diestro extremeño no se encuentra en su mejor momento pero en las últimas ferias estaba recuperando el crédito perdido y volviendo al privilegiado sitio en el que estuvo durante un par de temporadas. Vestido de un terno azul marino y oro, Miguel Ángel tuvo una tarde en la que mostró dos facetas bien distintas. Por un lado la de un torero sin sitio y a la deriva, y por otro, la de un torero valiente y poderoso. La primera faceta la mostró en el primero de su lote, un colorado de Román Sorando que era impresentable. Muy chico y bajo debió haber sido rechazado en los corrales por la mañana. Este ejemplar hizo tercero y aunque en un principio mostró que tenía posibilidades, se fue complicando y acortando su recorrido. Y Perera en vez de estar por encima de él y enseñar al público que el movimiento del toro no era enclasado ni bravo, anduvo con probaturas y sufriendo infinidad de enganchones. Al ver que el toro iba a peor y que la gente no le estaba entendiendo, decidió abreviar y tras dejar un bajonazo recibió silencio. La otra cara la mostró en el ejemplar que cerró plaza. El sexto era un toro salpicado y muy serio por delante que se movió con emoción e importancia durante los primeros tercios. Parecía que como su hermano de Luis Algarra que le tocó en suerte a César Jiménez iba a ser un toro de lío, pero no lo fue. En las primeras series del trasteo de Perera si mostró muchas cualidades por embestir por abajo y con recorrido. Pero lo bueno se acabó pronto y tras estas contadas tandas de derechazos, el toro se vino abajo y ya no hubo nada que hacer. El imponente astado de Algarra se paró y comenzó a salir con la cara arriba desluciendo mucho los muletazos de su matador y su transmisión se tornó en sosería. Miguel Ángel estuvo poderoso con la mano diestra en las primeras series, aunque debió haber bajado más la mano cuando el toro lo permitió. Cuando el toro se paró, el de La Puebla de Prior sólo pudo arrimarse, estar valiente y jugarse los muslos ante los pitones de su enemigo. Tras dos pinchazos y una estocada ligeramente trasera, escuchó algunas palmas de consuelo.

ENRIQUE PONCE

El “maestro” Enrique Ponce dio toda una lección al respetable albacetense. Una lección de cómo un “maestro” y un figurón del toreo puede acabar arrastrándose por las ferias tirando por la borda todo el prestigio ganado tras más de veinte años en la primera fila del toreo. El diestro valenciano estuvo francamente mal y fue despedido con pitos por una afición que siempre le ha respetado y querido. Su actuación fue pésima y quedó al descubierto y casi al ridículo con sendos toros de Luis Algarra y Román Sorando. Si en el primero estuvo mal, en el cuarto estuvo peor. Sin sitio, con todas las precauciones inventadas y por inventar y con la cara descompuesta no entendió en ningún momento a su lote. El que abrió el festejo fue un toro bien presentado que tuvo nobleza y calidad y que sacó raza cuando se le bajó la mano y se le templó. Ponce sólo le apretó al final del trasteo y antes estuvo destemplado y llevó al toro a base de tirones y sin bajar nunca la mano. El cuarto fue un toro de Sorando que se movió pero sin clase. Salió siempre con la cara por encima del estaquillador y tuvo una embestida muy deslucida. Enrique se vio desbordado y firmó una faena vulgar que fue recriminada con justicia por el público. Para más inri, pegó todo un sainete con la espada con infinidad de pinchazos, bajonazos y mete y saca.

FICHA DEL FESTEJO

Con más de tres cuartos de entrada, se lidiaron tres toros de Román Sorando (2º, 3º y 4º) y tres de Luis Algarra (1º, 5º y 6º). Los de Sorando mal presentados por chicos y anovillados y los de Algarra bien presentados. El juego fue desigual: 1º noble y con clase; 2º de buen juego pero justo de fuerzas; 3º complicado y de poco recorrido; 4º se movió sin clase y sin humillar; 5º de muy buen juego; 6º se vino abajo muy pronto.

Enrique Ponce: Silencio tras aviso y pitos.

César Jiménez: Saludos y dos orejas.

Miguel Ángel Perera: Silencio y palmas.

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