miércoles, 5 de octubre de 2011

Artículo de opinión


EL INCIERTO FUTURO DEL TORO DE ALBACETE Y LOGROÑO


Las últimas ferias de Albacete y Logroño han hecho saltar las alarmas de los que defendemos el toro serio y con trapío en estos dos cosos taurinos. Estas dos ferias septembrinas se han diferenciado siempre de las restantes ferias taurinas que se celebran en el mes más taurino del año. Ni Albacete ni Logroño han sido nunca equivalentes a ciclos como los de Valladolid, Salamanca o Murcia. Estos últimos siempre han sido las típicas ferias de final de verano en las que los toreros y, sobre todo, las figuras acuden sin ningún tipo de reparo ni problema por la poca seriedad del toro al que se tienen que enfrentar, y la también mínima exigencia del público que acude a la plaza. En esas plazas se cortan orejas “facilonas”, el público es cariñoso con los de luces y el último elemento que se tiene en cuenta es el principal y la base de la fiesta: el toro. Por el contrario, desde hace muchos años las ferias de Albacete y Logroño se han definido por lidiar un toro serio y con trapío, muy superior al toro del resto de plazas de segunda categoría, e incluso más serio que el de algunas de primera como Barcelona, Córdoba o Málaga. Muchas han sido las personas que se han encargado en estos dos cosos de elevar el nivel y la categoría de su plaza y hacer que fueran una referencia para los buenos y serios aficionados al toro. En Albacete todos recordamos el caso del gran presidente Constantino que hizo de Albacete una plaza y una feria de auténtica referencia y seriedad. Y al igual que muchas fueron las personas que elevaron la categoría de nuestra plaza, muchas otras se están encargando de destruir y tirar por los suelos todo el trabajo conseguido con muchos años de esfuerzo. Las últimas empresas concesionarias de nuestra plaza de toros, los señores presidentes, los veterinarios y, por supuesto, las figuras del toreo. Ellos son los principales culpables y creo que están llevando a cabo una verdadera conspiración contra el toro de Albacete y, también, el de Logroño. A finales de temporada los esfuerzos son todavía más duros y grandes para los toreros y después de la última gran feria que es Bilbao, pocos deciden acartelarse en las últimas grandes ferias de la temporada. Ahí está el caso de Zaragoza, un ciclo el de El Pilar en el que faltan muchas figuras en los carteles. Por los esfuerzos, corridas e, incluso, cornadas que llevan a sus espaldas las figuras del toreo intentan aliviarse al máximo en el intenso mes de septiembre y en los últimos seriales de la temporada. Para ello están Valladolid, Salamanca, Nimes y, sobre todo, Murcia. Pero entre esas ferias hay dos “piedras en el zapato”: Albacete y Logroño. Siendo dos plazas de segunda, estos cosos quieren y demandan un toro de primera y eso, a las figuras, no les gusta. Es comprensible que sean reacios a tener que lidiar y matar un toro que ya han tenido que ver en Madrid, Pamplona o Bilbao, pero lo que se debe exigir es que los equipos veterinarios y gubernativos junto a la afición de estas plazas no permitan que salten al ruedo astados del tipo de plazas de segunda B. Ya avisamos de que el resultado de la última feria de nuestra ciudad era alarmante en cuanto al toro que saltó al ruedo de “La Chata” y en cuanto a la facilidad con la que se cortaron las orejas, pero tras la conclusión de la feria de San Mateo de Logroño, la situación es todavía más preocupante. Siempre ha existido la discusión de que plaza, Logroño o Albacete, era más importante, pero no quiero discutir sobre este tema, sino alertar de que puede que exista un plan para cargarse el toro de estas dos plazas. Con la reciente prohibición de los toros en Cataluña, la fiesta de los toros tiene que defenderse más que nunca de los ataques abolicionistas y para ello tiene unas armas muy sencillas: conservar los pilares sobre los que se ha asentado el espectáculo taurino a lo largo de su historia y, por lo tanto, ofrecer un espectáculo en el que un hombre, el torero, se juegue la vida con verdad y sin ventajas ante un animal, el toro, serio, con trapío, bravo, encastado y, sobre todo, íntegro. Si se dan estos factores y se conservan las señas de identidad de la fiesta nacional y, más en particular, de ferias tan importantes como Albacete y Logroño, nuestro querido arte del toreo tendrá futuro, si no, no.


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