miércoles, 5 de octubre de 2011

Crónica 4ª Feria de Otoño


LOS TRES TOREROS NAUFRAGAN ANTE UN INTERESANTE ENCIERRO DE ADOLFO MARTÍN


Rafaelillo, Antonio Barrera y Serafín Marín estuvieron por debajo de la interesante y encastada corrida del hierro de Adolfo Martín que sorteó dos grandes toros y que estuvo excelentemente presentada.



Se cerró el abono de la Feria de Otoño con una corrida torista de Adolfo Martín. La divisa extremeña regresaba a Las Ventas y no defraudó porque, además de estar extraordinariamente bien presentada, dio un juego interesante, variado y entretenido e intercaló dos toros de nota: el segundo y el cuarto. Frente a una corrida de un imponente trapío y preciosa lámina, los tres matadores anunciados dieron una imagen bastante mala y no consiguieron aprovechar las opciones y virtudes de sus astados o corregir y tapar los defectos de los mismos.


RAFAELILLO


Rafael Rubio Rafaelillo pechó con el lote más serio del encierro del ganadero Adolfo Martín y realizó lo más destacado del festejo. El valor que posee, junto con el oficio adquirido por las tantas corridas duras que ha matado, le permitieron aprovechar en parte las virtudes de sus oponentes y de sus muñecas brotaron los mejores muletazos de toda la corrida. El primero fue recibido, como muchos de sus hermanos, por una ovación del respetable de salida. Y el astado que abrió plaza sembró desde el primer momento el pánico. Primero intentó saltar al callejón y después no hizo caso de los capotes, fue al bulto y tras no conseguir coger a su matador, hizo presa del banderillero José Mora que sufrió una cornada menos grave y se salvó de milagro de un terrible percance. Con la psicosis en el ruedo, el toro de Adolfo llegó a la muleta más tranquilo y con más nobleza tras recibir una verdadera carnicería en el caballo. En el último tercio el toro manseó y gazapeó pero tuvo interés y en ocasiones metió bien la cara en la muleta. El murciano Rafaelillo anduvo temeroso y no terminó de apostar, extrajo de uno en uno los muletazos y al final se puso a la defensiva y demasiado teatrero. El cuarto fue uno de los dos grandes toros del encierro. “Sevillanito” era todo un tío que cumplió en varas y que fue un toro de triunfo en la muleta. Cuando se le bajaba el engaño y se le llevaba cosido a la muleta, el cárdeno ejemplar de Adolfo embestía por abajo con transmisión y mucha importancia. Rafaelillo que realizó un emocionante y buen recibo a la verónica estuvo en la muleta irregular y con altibajos. Consiguió muletazos templados y arrastrando la franela, pero estuvo siempre fuera de cacho, a la defensiva y no cuajó al gran toro que le correspondió en suerte. Tras ejecutar un mete y saca en los sótanos indigno y vergonzoso, saludó otra ovación.


ANTONIO BARRERA


El sevillano suspendió en su regreso a la plaza de Las Ventas. Menos valiente y dispuesto que en otras ocasiones, Barrera no consiguió nada lucido en toda la tarde y tampoco aprovechó al otro muy buen toro de la corrida que fue el segundo. Éste astado, también bien presentado, tuvo una nobleza, fijeza, clase y humillación sensacionales, pero para ser perfecto le faltó más emoción y transmisión en la embestida. Quizás estuvo un poco justo de fuerzas y eso condicionó luego su juego, aunque fue un toro de triunfo. Antonio no apostó y no pasó de discreto, casi siempre mal colocado y sin dejarle casi nunca la muleta en la cara ni llevarlo templado y enganchado. No consiguió ligar los muletazos el sevillano y si algo realizó con la diestra, con la izquierda nada. Pinchazo y estocada baja casi entera y silencio. Otro silencio escuchó a la muerte de su segundo. El quinto fue un animal de mucho peor juego. Descastado, sin clase y deslucido no valió nada y ante él, Antonio Barrera no se entregó ni puso ganas, estuvo sin mas.


SERAFÍN MARÍN


El catalán Serafín Marín pegó un petardo en toda regla en su comparecencia en la Feria de Otoño madrileña. Marín no apostó en toda la tarde, se le vio desganado, falto de valor y ni siquiera consiguió taparse con un lote que no fue nada del otro mundo. Sus dos enemigos fueron bastante deslucidos y les faltó motor y más clase, pero esos defectos se vieron acrecentados por la nula actitud del diestro catalán. Serafín nunca se puso en el sitio ni dejó la muleta en la cara de sus oponentes. Bailarín y desconfiado, también anduvo mal con los aceros y fue despedido de Madrid con una sonora y merecida pitada.



FICHA DEL FESTEJO


4ª Feria de Otoño de Madrid, con casi lleno en los tendidos, se lidiaron seis toros de Adolfo Martín, muy bien presentados por sus serias cabezas y armoniosas hechuras. Algunos como el 1º, el 4º y el 6º fueron ovacionados de salida. De interesante juego en general con dos grandes toros (2º y 4º). 1º manso y con peligro; 2º de buen juego por su nobleza, clase y humillación; 3º descastado y deslucido; 4º de gran juego por su importancia y embestida encastada; 5º muy deslucido; 6º a menos y desclasado.


Rafaelillo: Saludos y saludos tras aviso.

Antonio Barrera: Silencio en ambos.

Serafín Marín: Silencio y pitos.

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