martes, 18 de octubre de 2011

Artículo de opinión

ALEJANDRO TALAVANTE, UN TORERO ÚNICO Y GRANDIOSO

Ya ha concluido la temporada taurina española y con ella atrás quedan infinidad de tardes de toros vividas en directo (en la plaza) o a través de la televisión. No sabría decir el número exacto de faenas, de corridas y de toros que he visto este año, pero si puedo decir que han sido muchas. Muchas han sido las faenas y lar tardes que he presenciado, pero en cambio son pocas las que creo recordaré durante mucho tiempo. El toreo es grandeza y, pese a que muchas tardes sean aburridas e incluso hagan enfadarte e indignarte, cuando tienes el privilegio y la suerte de contemplar una gran faena, una obra de arte firmada en un corto espacio de tiempo por un artista, el torero, ante un animal imprevisible, bravo y encastado, todo lo malo se olvida y esos diez minutos de éxtasis bien valen la pena. Pero de decenas y decenas de festejos, muy pocos son los que intercalan faenas grandiosas y esta temporada puedo contar con los dedos de una mano los trasteos que me han levantado del asiento y que han sido completos por el toro y el torero. Al margen de la tarde de la reaparición de José Tomás en Valencia en julio, que nunca olvidaré por su intensidad y emoción, si esta temporada tengo que elegir un torero, quedarme con uno de los muchos matadores a los que he tenido la oportunidad de ver, me quedo sin duda con Alejandro Talavante. Por encima del maestro “Juli” e incluso de Manzanares que vive el momento más importante de su carrera, el extremeño es para mí el matador de toros más importante y completo del momento. Talavante es un torero único, diferente a los demás y tiene algo que muy pocos poseen en este momento: verdad y pureza en su toreo. Alejandro Talavante es para mí el torero que, junto al gran José Tomás, se pone en el sitio más arriesgado y meritorio a la hora de torear. Estamos cansados de ver a matadores e incluso novilleros que realizan su profesión con infinidad de ventajas y mentiras. Incluso hoy en las escuelas taurinas se enseña el toreo “fácil”, ventajista y mentiroso, frente al toreo de puro y de verdad. Con el compás semicerrado, Talavante echa los vuelos de la muleta al hocico del toro, encaja los riñones y corre con despaciosidad y mano baja la franela hasta vaciar la embestida del animal en la mismísima cadera con un sublime muñecazo que le hace ser un auténtico prodigio. Talavante es de los pocos que sí se pasan la embestida de los toros por la faja y que no torean en línea ni con toques hacia fuera para despedir la acometida de sus oponentes. Por eso tiene tanto mérito que realizando el toreo de esa forma, tan de verdad, consiga templar a los toros y estirar el brazo para alargar la embestida. Y todo esto lo realiza no sólo ante ejemplares nobles, dóciles y aborregados, sino ante astados bravos y encastados, nada fáciles y que piden el carnet de identidad. Ahí está la faena al toro “Cervato” de El Ventorrillo, una auténtica obra de arte y un ejemplo de lo que es la emoción y la verdad del toreo. Esa es una de las faenas que nunca olvidaré y que han conseguido ponerme los pelos de punta esta temporada. La otra también ha llevado la firma de Talavante y tuvo lugar hace pocas fechas en el coso de La Misericordia de Zaragoza en la Feria del Pilar. Ante un gran ejemplar de Núñez del Cuvillo, Alejandro construyó un trasteo cargado de algo que también está en vías de extinción y que echamos mucho de menos: improvisación. Talavante improvisó sobre la marcha, cada muletazo era distinto y superior al anterior, nos enseñó muletazos originales, peculiares y que muchos desconocíamos…fue en definitiva toda una lección taurómaca. Y además de todo lo que he dicho anteriormente, las más grandiosas faenas del diestro extremeño se basan en el toreo al natural, con la mano izquierda, la mano de la que brota el llamado toreo “caro”. Su espejo es José Tomás y su asignatura pendiente era la regularidad y la espada. El ser más regular ya lo ha conseguido y ahora queda la tarea de la suerte suprema, pero hay tiempo porque Alejandro Talavante es muy joven y lleva en esto muy poco tiempo, algo que nos tiene que hacer darnos cuenta del nivel que puede llegar a alcanzar este torero genial, único y grandioso que recoge en su tauromaquia tantas y tantas virtudes: valor, temple, largura, profundidad, verdad, pureza, improvisación…

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