jueves, 23 de mayo de 2013

Crónica Corrida de la Prensa (San Isidro)

"UNO QUE QUIERE SER FIGURA"

Iván Fandiño se reivindica en Madrid con una oreja y una grave cornada que sufrió al matar a su primero. Tarde de gran firmeza que contrasta con la actitud de sus dos compañeros. Corrida mansa y justita de fuerzas, pero con posibilidades, de Parladé.


Hoy en Madrid llegaba uno de los festejos más tradicionales de la temporada en Las Ventas. La Corrida de la Prensa, festejo fuera de abono pero programado en plena Feria de San Isidro, trajo de nuevo a los guapos y guapas del clavel, así como a personalidades y algunos famosos. Aunque este año tampoco vino el Rey, la Casa Real estuvo representada por la Infanta Elena que presenció el espectáculo desde una barrera. Antaño este cartel era uno de los más rematados del ciclo, pero en esta edición el remate brillaba por su ausencia. Las figuras del toreo estaban representadas por dos matadores que no lo son: El Cid y Daniel Luque, ambos sevillanos y que se han convertido en pareja inseparable en la mayoría de plazas y ferias. Junto a ellos, trenzando el primero de los tres paseíllos que tenía contratados, uno de los matadores más destacados de las últimas temporadas, especialmente de la de 2012. Iván Fandiño regresaba a una plaza que le espera y que le arropó desde el primer momento. Pero claro, ese empuje de la afición venteña no fue un regalo, sino que respondió a un ejercicio de agradecimiento y justicia por la actitud con la que vino Fandiño al coso de la calle Alcalá. Y esa actitud y compromiso de figura del toreo le valieron una oreja de peso, pero también una grave cornada. Así de duro, pero también de bonito, es el toreo.

El percance sobrevino en el final del segundo de la tarde. Tras pinchar en una ocasión, el de Orduña era consciente de que le pedirían con fuerza la oreja y por eso no dudó en tirarse encima de su oponente para asegurar la estocada. Y, efectivamente, el certero espadazo llegó, pero también la cornada. Fandiño no salvó el pitón y el de Parladé hizo presa. La voltereta fue tremenda, pero había dudas de si todo habría quedado en eso, en un susto. Desgraciadamente no fue así. Fandiño se levantó y, rápidamente, la sangre empezó a brotar de su muslo manchándole completamente la taleguilla. A pesar de que intentó quedarse y ver caer a la res que le había herido, los subalternos se lo llevaron corriendo a la enfermería. 25 centímetros de herida y pronóstico grave. Un "tabaco" fuerte, pero que gracias a Dios no afectó a vasos sanguíneos importantes. Y esa estocada, sólo ella, fue una auténtica llamada de atención, un símbolo de la actitud que posee en estos momentos Iván Fandiño. A pesar de que no se lo están poniendo fácil, y de haber optado por el camino de la independencia permaneciendo ajeno a los tejemanejes de los "taurinos", Fandiño se va abriendo camino y demostrando, en la plaza, que tiene condiciones y actitud para llegar arriba. Él dio hoy un auténtico ejemplo al resto de sus compañeros de como se debe venir a Madrid, de que en la primera plaza del mundo hay que ir a jugársela de verdad, sin cuentos ni excusas. Y al margen de la estocada y la cornada, Iván Fandiño ya empezó bien al recibir, muy templado, al que a la postre sería el único toro que mataría. El segundo, una sardina muy escurrida de carnes y que no tenía remate alguno, ya cantó en los primeros tercios su condición de manso. Como al resto de sus hermanos, no se le pegó casi nada en el tercio de varas, e Iván decidió dejarlo casi crudo. Siendo manso y no habiendo recibido apenas castigo en el caballo, al menos el de Parladé llegó a la muleta con movilidad y transmisión y duró más de lo esperado. Toda la faena se realizó cerca de tablas y ahí el mansito aguantó bastante y ofreció un buen juego. El comienzo por estatuarios ya fue una buena carta de presentación de las intenciones que traía Fandiño. Con la planta erguida y las zapatillas totalmente atornilladas en la arena, el vasco se quedó más quieto que la mar. Tras ese inicio llegaron sucesivas series por ambos pitones en los que las cualidades principales que desplegó Iván Fandiño fueron la firmeza, la mano baja, y el mando. Aguantó mucho y consiguió muletazos realmente notables que desataron los olés en los tendidos. A pesar de todas estas virtudes, por momentos faltó mejor colocación y no retrasar la pierna que torea. Hubo altibajos en ese aspecto de la pureza que tantas veces ha demostrado poseer, pero al margen de todo, el trofeo fue de ley y uno de los de más peso de lo que llevamos de feria.

Y, como el toreo es un espectáculo de contrastes, si hoy un torero vino de verdad al primer coso del mundo, otros que van de figuras y que no lo son, se pasearon por Las Ventas como si tuvieran su temporada hecha y cerrada. Ay, ¡perdón!, es que sí que tienen su temporada hecha… Pero, a lo que iba: la imagen mostrada por Daniel Luque fue pésima. Este joven matador sevillano que, inexplicablemente está presente en todas las ferias y acartelado en las mejores tardes, realizó su segundo paseíllo en el ciclo madrileño e hizo exactamente lo mismo que en su compromiso anterior: nada. Y, no desesperen ustedes si están deseosos de volver a verlo, porque aún le queda otra tarde. Manda narices. Pero claro, el caso de Luque es el espejo del actual sistema taurino empresarial. Por intereses, cambio de cromos, e influencia de ciertos apoderados, Luque, sin haber hecho mérito alguno, acude tres tardes a San Isidro, así como tantas otras en Valencia, Sevilla…y la mayoría de ciclos españoles. Y, aunque haya ofrecido una imagen lamentable, el año que viene volverá y, seguro, que no sólo un día. Mientras tanto, otros matadores jóvenes con ambición y condiciones, siguen en su casa sentados contemplando estas injusticias. Como decía, Daniel Luque no dio ni uno. Colocado clamorosamente fuera de cacho, anduvo perfilero, toreando con el pico, y con todas las ventajas habidas y por haber. En el tercero tampoco tuvo un gran producto delante, con un ejemplar también manso que, pese a que no se le picó casi nada, perdió las manos en numerosas ocasiones durante la anodina faena de su matador. El público apremió a Luque a matar al toro y, menos mal, éste abrevió. El colorado y anovillado quinto, tuvo tanta nobleza como falta de casta y transmisión. Embistió y embistió pero con una movilidad aborregada que no decía nada. Así que entre toro y torero…aburrimiento garantizado. Leves pitos escuchó en ambos turnos, aunque seguramente el sevillano tendrá la conciencia muy tranquila…

Y el otro sevillano del cartel (parecen un dos por uno), fue El Cid. El matador que antaño nos emocionara con su mano izquierda de oro en grandísimas faenas a bravos y encastados astados, hoy deambula por las ferias cumpliendo el expediente y resolviendo la papeleta con más o menos solvencia, pero sin llegar a parecerse lo más mínimo a aquel gran torero que fue. Quién te ha visto y quién te ve Manuel Jesús… Aunque, eso sí, y al contrario que Daniel Luque, por ejemplo, por lo menos el de Salteras lo intenta, es un torero que quiere…pero no puede. Y, además, como siempre hoy le tocó algún toro de triunfo de entre los tres que estoqueó. El bonito burraco capirote que abrió plaza se pegó una fea voltereta poco después de salir de chiqueros y ya ahí se terminó todo. Fue un animal que quería coger la muleta, pero que no podía. Inválido e inservible para la lidia, le faltó más fuerza que casta y debió de ser devuelto. El presidente, como no, lo mantuvo en el ruedo. Por su parte, el que saltó en sexto lugar (enlotado como quinto y segundo del lote de Iván Fandiño) fue un astado serio y muy bien presentado, pero que tuvo tan poca fuerza o menos como el primero. Aunque el segundo puyazo casi ni se lo señalaron, el de Parladé llegó al último tercio como un bicho moribundo que no transmitía ni peligro ni nada de lo que debe transmitir un toro bravo. El que sí fue bueno (del lote de El Cid) fue el cuarto, otro toro que se fue crudo del caballo y que luego tuvo gran nobleza y recorrido en la muleta de Manuel Jesús. Aunque su fortaleza anduvo también al límite, el mansito duró cuatro o cinco series ofreciendo un juego que debió ser mejor aprovechado. Del largo e irregular trasteo de El Cid se salvó una serie sobre la diestra en la que el torero bajó la mano y se encajó.

En definitiva, en la Corrida de la Prensa se vieron las dos caras del toreo: la del triunfo, con pago de sangre incluido, y la del fracaso. Hoy un torero cayó herido en Madrid, pero su percance no fue producto del destino ni la casualidad. Cuando un torero se pone en el sitio y se la juega…tiene muchas papeletas de acabar en la enfermería. En cambio, si tu actitud es nula y tus ventajas innumerables, entonces, amigo, eso de acabar en el hule se torna más difícil.

Tradicional Corrida de la Prensa. Las Ventas. Con casi lleno, se lidiaron 6 toros de Parladé, muy desiguales de presentación con algunos serios y cuajados (1º, 3º o 6º), y otros anovillados o escurridos de carnes (2º o 5º), y de manso y flojo juego en general, aunque nobles y algunos válidos para el triunfo en el último tercio. Los mejores, 2º y 4º.

El Cid: silencio, saludos y silencio
Iván Fandiño: oreja (herido, no pudo lidiar a su segundo)
Daniel Luque: leves pitos en ambos

Foto: las-ventas.com

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