miércoles, 22 de mayo de 2013

Crónica 13ª Feria de San Isidro

"PEDRAZA SE ESTRELLA EN MADRID"

Decepcionante debut del joven hierro salmantino de Pedraza de Yeltes con un encierro en el que predominó la mansedumbre. Pésima imagen de Uceda Leal y Eduardo Gallo. Un David Mora muy dispuesto se salva de la quema.


Muchos esperábamos con impaciencia el debut en San Isidro con corrida de toros de la ganadería de Pedraza de Yeltes. Los magníficos resultados conseguidos en las pocas temporadas de historia de esta divisa, presagiaban que la de Pedraza podía convertirse en la gran sorpresa ganadera de la feria. Nos decían los que habían visto las últimas novilladas y tentaderos de este hierro que el encierro podía desbordar casta y poder. Por eso, al igual que cuando vas a ver una película de la que te han hablado maravillas y luego te resulta un petardo, la decepción hoy acabó siendo mayúscula. El encierro enviado desde el campo charro, y que estuvo muy bien presentado en líneas generales (el segundo bajó en el conjunto del sexteto), resultó manso y anduvo, en algunos casos, en el límite de la fuerza y la casta. Es verdad que hubo dos toros, segundo y tercero, de grandes posibilidades en la muleta, pero, teniendo en cuenta las expectativas previas, el debut de Pedraza con corrida en Madrid fue un fracaso. A pesar de todo, la base que tiene esta ganadería (Aldeanueva-Raboso, por línea de El Pilar) es muy buena, el concepto de toro a buscar por los ganaderos también está muy claro y definido, y su extrema juventud nos sugieren que el juego de la corrida de hoy puede ser un simple borrón en el brillante expediente con el que cuenta hasta ahora Pedraza de Yeltes. Además, con tan sólo cuatro novilladas y una corrida de toros lidiada, venir a Madrid en pleno San Isidro con una corrida completa, ya es meritorio, ambicioso y valiente.

Y si decepcionante fue la gran corrida de Pedraza (en cuanto a su trapío), la actuación de dos de los espadas fue realmente preocupante. De la quema se salvó David Mora, que regresó a Madrid profuso de ganas y que al final fue el que firmó los mejores momentos del aburrido festejo. Y es que, queda claro, que la actitud todo lo puede. La carta de presentación de Mora fue un magnífico recibo a la verónica al primero de su lote. Enganchando al toro desde muy adelante, y meciendo luego los brazos con templanza, las verónicas del toledano pusieron a parte del público en pie. Cada día se acentúan más las diferencias de este matador entre el toreo que ejecuta con el percal, y el que realiza con la franela. Además de ese buen recibo, después Mora galleó por chicuelinas para llevar a su oponente al caballo, y más tarde volvió a intervenir en el turno de quites también a la verónica como en el inicio. Sus ganas se volvieron a hacer patentes con el brindis al público. Un brindis que precedió a un trasteo que fue de más a menos y que no terminó de convencer. Aunque logró una buena y templada serie al comienzo de la labor, después David Mora volvió a mostrar el toreo despegado y abocado que roza lo antiestético y que lleva a cabo desde el pasado año. El tercero, un castaño de bella e imponente estampa, como el resto de sus hermanos, empujó con los riñones en el peto, pero lo hizo sólo con un pitón y después saliendo suelto y cantando la gallina. A la muleta llegó con extraordinaria clase, ritmo, recorrido, y humillando mucho, pero la mansedumbre que ya había vislumbrado en el primer tercio, afloró completamente en cuanto se vio podido. Se rajó muy rápidamente un animal, que de no ser por esto, habría sido de lío. Con el astado de Pedraza ya completamente rajado en tablas y muy venido a menos, David Mora lo siguió intentando, pero en tandas inconexas de muletazos que no llegaron al tendido. Tras una certera estocada, ligerísimamente desprendida, algunos espectadores sacaron los pañuelos, pero la petición fue minoritaria. Con algunas protestas, Mora optó por dar la vuelta al ruedo tras la ovación con saludos. Y si nobleza tuvo su primero, todo lo contrario llevó dentro el que cerró plaza. El colorado que hizo sexto (muy en tipo del encaste como todo el encierro) ya cantó sus malas intenciones desde el principio. Muy listo y complicado, el de Pedraza puso en serios aprietos a los banderilleros en un segundo tercio de riesgo. Varios de ellos se salvaron de la cornada…por los pelos. En la muleta el animal pedía que se le dominara y plantara cara por abajo, pero su matador optó por hacer lo de siempre, sea cual sea la condición del enemigo: dar derechazos y naturales. Y, claro, el toro no pasó. Se quedaba corto, buscaba y todo sin humillar un ápice y sin clase alguna. Mora pasó las de Caín y se lo pudo quitar de encima con eficiencia.

Y si disposición y ganas mostró, toda la tarde, David Mora, todo lo contrario hicieron sus compañeros. La imagen que dejó el madrileño Uceda Leal fue verdaderamente negativa. Posiblemente la peor, o una de las peores, actuaciones del veterano matador del barrio de Usera en Las Ventas. En la misma plaza que ha dejado grandes sensaciones y estocadas, José Ignacio dio muestras de una alarmante falta de actitud, y también de sitio. Desdibujado ante sus dos toros, era un torero apático, medroso e difícilmente reconocible. Aunque nunca haya terminado de arrancar, por lo menos ha dado muestras de poseer un magnífico concepto del toreo, así como elegancia y clasicismo en las formas. Hoy, nada de eso apareció. El primero, precioso, serio y musculado, fue un mansurrón descastado que llegó al último tercio muy agarrado al piso. El cuarto tampoco terminó de romper y no ofreció grandes opciones. Pero, para rematar su “excelso” paso por San Isidro, Uceda tampoco acertó con el que siempre ha sido su fuerte: la espada. Si se le ha tenido como uno de los mejores matadores de los últimos años, hoy Uceda no demostró ni un mínimo de su capacidad estoqueadora. Tras dejar un pinchazo y un espadazo de fea colocación, cogió el descabello y ahí se armó la marimorena. Totalmente incapaz y sin recurso alguno, el diestro madrileño dejó más de una quincena de golpes de verduguillo sin que ninguno de ellos surtiera efecto. Aburrido, el animal se terminó echando y pudo ser apuntillado segundos antes de que sonara el tercer aviso. Bronca monumental para un Uceda que protagonizó una escena absolutamente recriminable y que es auténtica carnaza para los antitaurinos. Urgente la necesidad de fijar, por reglamento, un número máximo de pinchazos, así como de golpes con el descabello.

Y si desagradable para los sentidos fue esa agonía del segundo del lote de Uceda Leal, tampoco deseable la escena que protagonizó el quinto cuando, tras derrotar y golpearse contra las tablas de salida, cayó casi fulminado, para después levantarse completamente descoordinado. Mala suerte. Por supuesto hubo pañuelo verde y el toro, de espectacular estampa por su tamaño, regresó a los corrales. Para sustituirlo apareció un bichejo que parecía el hijo del que se había lastimado. El sobrero de José Vázquez, ni se tapaba por la cara. También manso en varas, después humilló y tuvo movilidad en la franela, aunque todo con escasa transmisión y sin decir nada. Y si el toro dijo poco, menos el torero. Eduardo Gallo se mostró incapaz de acoplarse con los dos animales que le correspondieron en suerte, así como incapaz de conectar con los tendidos. Muchos pases sin templanza, belleza, ni colocación, y con el añadido del poseer el mejor lote. Y es que el segundo, sin ser un sobresaliente ejemplar, fue un buen toro. Le faltó a este un punto de fortaleza, y también fue mansito, pero se arrancó a los cites con un galope alegre y embistió con nobleza, clase y recorrido. De lo que realizó Gallo ante él si acaso se salvó una primera serie con la diestra en la que estuvo algo más templado. El resto, para olvidar. Y luego pedimos oportunidades y nos erigimos en toreros revelación y novedad…

13ª abono Feria de San Isidro. Con tres cuartos largos de entrada, se lidiaron 5 toros de Pedraza de Yeltes, muy bien presentados en general, y de manso comportamiento en conjunto, con 6º peligroso y complicado, y más nobles y enclasados 2º y 3º, y 1 de José Vázquez (5º bis), mal presentado, y humillador pero soso.

Uceda Leal: silencio y bronca tras dos avisos
Eduardo Gallo: pitos y leves pitos tras aviso
David Mora: vuelta tras leve petición y silencio

Foto: Javier Arroyo

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