viernes, 31 de mayo de 2013

Crónica 22ª Feria de San Isidro

"REGRESO AL MUNDO DE LOS MANSOS"

La corrida de Samuel Flores, muy mal presentada, resulta otra mansada sin casta. Los toros y el viento, elementos a la contra en una tarde de voluntad de Rubén Pinar y Pérez Mota. Petardo de Antón Cortés.


Del buen y alentador sueño de la corrida de Adolfo de ayer, hoy volvimos a despertar para entrar de nuevo en la pesadilla. La pesadilla de la mansedumbre, la de los toros que en vez de luchar, huyen. Y también la pesadilla de la falta de casta, de los animales mal presentados e indignos en una plaza como Madrid... Todo el mundo seguía hablando de los "adolfos" que, con sus cosas, al menos devolvieron la ilusión y la emoción por momentos. Pero hoy, en la vigésimo segunda del abono isidril, Don Samuel Flores nos devolvió al letargo. Aunque, más que Samuel, los culpables de este nuevo petardo son los señores empresarios. La siempre gentil Taurodelta eligió el hierro de Samuel Flores como uno de los afortunados para saltar al ruedo en San Isidro. Con decenas de divisas aptas para poder escoger, los gestores de Las Ventas volvieron a llamar a una ganadería que lleva fracasando en Madrid años, por no decir décadas. Y es que, lo peor de todo, es que este era un petardo absolutamente previsible. La vacada de Samuel Flores está hundida por la consanguinidad y la mala selección desde hace mucho, pero en cambio, sus buenas relaciones sociales pesan más que la casta y la bravura. Para esta corrida, precisamente, había un encierro cinqueño de Dolores Aguirre reseñado. En un principio se iba a lidiar en marzo, en alguno de los festejos de Semana Santa. Al final, Taurodelta les dijo a los ganaderos que no, que se anunciaría en San Isidro. Así estaban las cosas hasta que, a última hora, Dolores Aguirre se cayó del elenco ganadero y fue sustituida por Samuel Flores. ¿Nos lo pueden explicar? Y el colmo de los colmos es que, encima, Don Samuel, visto lo que esta tarde salió por chiqueros, no tenía una corrida propia de Madrid. En definitiva, que luego no nos quejemos de los desastrosos resultados.

A la postre, el primero fue el ejemplar de mayores opciones del sexteto. Aunque, claro, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Serio por delante, con unos pitones tocaditos y ligeramente corniabrochados, por detrás (como el resto de la corrida) no tenía remate. Este, al menos, no fue una sardina como alguno de sus hermanos. Y el que abrió la corrida cantó rápido su condición, esa misma que después sería la tónica general: la mansedumbre. Manso y suelto en los primeros tercios, a la muleta llegó con cierta transmisión. Tras la ceremonia de la confirmación de alternativa, Pérez Mota hilvanó una faena con altibajos en la que faltó bajar más la mano y llevar toreado y enganchado a su enemigo. Muy voluntarioso, logró una estimable y templada serie con la diestra. El animal, que en todo momento intentó rajarse y tirar la toalla, metió la cabeza por el pitón derecho. Al final, la voluntad quedó por encima del lucimiento y tras fallar con la espada, todo quedó en silencio. Lo del quinto, por su parte, merece un capítulo aparte. Cuando apareció entre la penumbra de toriles el astado que completaba el lote del gaditano, por más que pasaran los segundos, lo único que se divisaba eran pitones y más pitones. Muy serio por delante, sí, pero eso no es un toro de lidia. El de Samuel era una mezcla de buey y de ciervo. Quizás, alguno de los que pastan junto a los toros en su finca y que hacen las delicias de los aficionados a la caza, se escapó y cubrió alguna de las vacas. Si no es así, no encuentro otra explicación. Algunos aplaudieron de salida (y en el arrastre) al bicho, aunque esos mismos no se percataron de que todo lo que tenía de cuerna, no lo tenía de cuajo. Una sardina escurrida y sin remate, ni más ni menos, es lo que era. Y aquí no sólo las culpas deben ir a parar al ganadero, sino también a los veterinarios y el presidente. ¿Cómo se les ocurrió aprobar semejante cornúpeto? El caso es que el “samulo” fue un manso como los demás. Es verdad que en el último tercio, de vez en cuando, metió la cara pareciendo que embestía, pero...no nos podemos conformar con tan poco. Pérez Mota lo volvió a intentar con voluntad y en este turno bajó más la mano consiguiendo algún muletazo que fue acogido vehementemente por los tendidos. Eso sí, cuando le tocó la tela o le subió la muleta, el animal pegó varios derrotes muy violentos. Y si en el otro falló en la suerte suprema, a este lo mató de una gran estocada que, pese a la ligera travesía en la colocación, fue ejecutada brillantemente.

Rubén Pinar fue el más destacado de entre los de a pie. También era fácil. El albaceteño destacó en su primero, un interesante pero complicado sobrero de Aurelio Hernando que saltó a la arena en sustitución de un bichejo impresentable e inválido de la ganadería titular. El ofensivo ejemplar de Aurelio Hernando, jabonero sucio de capa, empujó con los riñones en el caballo, aunque en el segundo puyazo acabó saliendo suelto. Cumplió en el primer tercio, pero a partir de entonces comenzó a agriarse. En el comienzo del trasteo de su matador, ignorando el toque de la muleta de Pinar, el toro le cogió en una fea voltereta y después lo buscó con saña en el suelo. El de Tobarra no se afligió y se volvió a poner demostrando oficio y profesionalidad. Su oponente no fue fácil, ya que no terminaba de humillar e iba midiendo, pero al menos su movilidad decía algo, tenía interés. Rubén Pinar consiguió algunos muletazos limpios y después lo mató de una buena estocada. Y si en el tercero bis pudo al menos demostrar capacidad y valor, en el sexto lo único que hizo fue correr y perseguir a una res mansa y huidiza. Por más que intentó sujetarlo, el lucimiento fue imposible ya que en el segundo muletazo el de Samuel salía de najas.

Y si sus compañeros por lo menos intentaron el esfuerzo por encima de los elementos (ganado y viento), Antón Cortés no hizo ni eso. Sin actitud, sus dos labores carecieron del más mínimo compromiso. Siempre citando con el pico y despidiendo las embestidas hacia fuera, no se quedó quieto ni un momento, ni tampoco bajó la mano una sola vez. El segundo, su primero, fue un feo animal deslucido que siempre embistió con la cara a media altura. A este, Cortés se lo quitó de en medio con un bajonazo infame. También “habilidoso” estuvo para despachar al descastado cuarto, que además era mirón y medía. Como balance a su “destacada” actuación escuchó pitos en ambos capítulos.

22ª abono Feria de San Isidro. Con más de tres cuartos, se lidiaron 5 toros de Samuel Flores (el 2º con el hierro de Manuela Agustina López Flores), cornalones y serios por delante, pero mal presentados por sus escurridas hechuras y su escaso remate por detrás, de manso y descastado juego en general, y 1 (3º bis) de Aurelio Hernando, correctamente presentado y complicado.

Antón Cortés: pitos en ambos
Pérez Mota (que confirmaba alternativa): silencio tras aviso y saludos tras aviso
Rubén Pinar: saludos tras aviso y silencio

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