martes, 21 de febrero de 2012

Artículo de opinión

¡ÁNIMO Y FUERZA MAESTRO DÁMASO!

Este pasado fin de semana a todos los aficionados taurinos, y en especial a los aficionados albaceteños, se nos encogía el corazón al leer que el maestro Dámaso González se encontraba ingresado en la UCI después de sufrir un grave accidente en la finca que el matador de toros posee a pocos kilómetros de Albacete. Tras el susto inicial, después todos nos tranquilizamos al leer que, aunque había sido grave el percance, el maestro se encontraba fuera de peligro, consciente y estable. A pesar de la gravedad del accidente, gracias a Dios Dámaso va a salir de esta y seguro lo veremos muy pronto con su caballerosidad, educación y humildad de siempre. Espero de todo corazón que el maestro se recupere muy pronto y todo quede en una desafortunada anécdota. Pero en este artículo lo que quiero hacer es homenajear a la figura del toreo más importante que ha dado la tauromaquia albaceteña. Dámaso González impresionó ya desde muy joven, en el mismo momento en el que comenzó esa dura y sacrificada aventura que es la de querer ser torero. En sus principios las críticas de los más ortodoxos en materia taurina no fueron muy buenas por su pequeña estatura y su concepto del toreo bastante tosco y poco depurado. Pero Dámaso pronto consiguió deshacerse de esas críticas y comenzó a destacar de manera sobrenatural dentro del mundo del toro, tanto local, como nacional. Albacete ha dado grandes toreros, tanto de oro, como de plata, y en nuestra tierra han pastado numerosas e importantes ganaderías de reses bravas. Albacete no se entendería tal y como es sin la fiesta de los toros y, sin duda, el más grande e importante representante de la fiesta de los toros en Albacete ha sido el maestro Dámaso González. Tuvo puntos débiles la carrera y el concepto del toreo de Dámaso, pero sus virtudes fueron, y son, mucho mayores que sus defectos. Dámaso es considerado por una gran mayoría de matadores, uno de los toreros más valientes y sinceros que ha dado la Historia del toreo. Con su baja estatura, Dámaso consiguió imponerse a astados que le sacaban dos cabezas y se arrimó y expuso como nadie. Muchas son las anécdotas que cuentan como sus propios compañeros se quedaban desconcertados e impresionados al contemplar el valor seco y sin ventajas de Dámaso González. Además, Dámaso fue el pionero de un tipo de tauromaquia, una nueva forma de concebir el arte de torear como fue el toreo de cercanía, el arrimón entre los pitones del toro. Dámaso fue el maestro, el espejo en el que se miraron otros grandes toreros como Paco Ojeda. Hasta ahora he hablado mucho del valor que poseía el maestro Dámaso en el ruedo, pero aún no he citado el otro gran don que ha poseído siempre el espada de Albacete: el temple. A Dámaso González también se le ha considerado popularmente como “el Rey del temple”, calificativo que habla por sí solo. Su mano derecha ha sido una de las que más suavidad y temple han impreso a los muletazos. Dámaso luchó contra viento y marea, contra muchos profesionales y aficionados que siempre intentaron desmoralizarle y derribarlo, pero no lo consiguieron y hasta el Tendido 7 de Las Ventas tuvo que quitarse el sombrero y aplaudir en pie las últimas faenas, las últimas lecciones magistrales que dio Dámaso en el ruedo madrileño. Faena histórica como pocas una ante un impresionante astado de Samuel Flores en el San Isidro del año 93. Pero Dámaso no sólo ha sido una referencia a nivel profesional, sino también personal. Nadie habla mal de él, algo que es casi imposible en este mundo de los toros. Dámaso es todo generosidad, humildad, sencillez, honradez, es simplemente un torero con mayúsculas y un auténtico maestro. Desde lo más hondo de mi corazón y desde la profunda y sincera admiración que le tengo, le deseo la más rápida y buena recuperación. ¡Mucho ánimo y fuerza MAESTRO!

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