lunes, 2 de abril de 2012

Crónica Domingo de Ramos (Madrid)

"LO QUE JANDILLA SE LLEVÓ"

En esta ocasión, y al contrario que en la película, el viento (que también molestó bastante) no fue el que se llevó por delante la ilusión y expectación que había generado el cartel del Domingo de Ramos en Madrid. Esta vez fue la corrida de Jandilla la que propició un espectáculo aburrido y de nulo interés que provocó la desesperación e indignación en unos tendidos que esperaban con enorme expectación el mano a mano entre los dos toreros revelación de la pasada temporada. Si en octubre, en la Feria de Otoño, fue la corrida de Gavira la que impidió el que se cortaran trofeos y se abriera la puerta grande, el pasado domingo en Madrid fue el hierro de la estrella el que volvió a hacer salir a pie, y no a hombros, a Iván Fandiño y David Mora.

VOLUNTAD Y VALOR

Iván Fandiño y David Mora han demostrado, una vez más, que se merecen todo el respeto por parte de la afición taurina. El año pasado protagonizaron una temporada de imparable ascensión en la que se reivindicaron como los dos toreros revelación del momento. Pero es que no sólo se han ganado el respeto dentro del ruedo, por matar corridas muy duras y de impecable trapío en las plazas más importantes de España y Francia, es que también se lo han ganado por sus acciones y gestos fuera de la plaza. En un momento como el actual de absoluta comodidad por parte de las llamadas figuras del toreo, la afición a los toros necesita de matadores, de hombres que tiren del carro y que de verdad se comprometan con su profesión. Tanto Mora como Fandiño lo han hecho y creo que lo seguirán haciendo. Ellos siguen, a pesar de tener un estatus superior al de pasadas temporadas, reivindicando la diversidad de encastes y haciendo guiños a la afición como los dos manos a manos que han protagonizado en apenas cinco meses en la plaza de toros que lo da y lo quita todo. El pasado octubre en Madrid se jugaron la vida sin ningún tipo de ventaja ni de guiño de cara a la galería, con una corrida muy complicada y mala de Gavira y ayer, lo volvieron a hacer. No fue su mejor tarde, es verdad, pero es que cuando todo se pone a la contra es normal dejarse llevar y venirse abajo. Llegaron con toda la ilusión del mundo pero toro a toro, minuto a minuto, fueron desmoralizándose al comprobar que la tarde que habían soñado se tornaba en una auténtica encerrona que les podía quitar mucho más de lo que les pudiera dar. Iván Fandiño lució un vestido vainilla y oro, mientras que David Mora eligió un precioso terno blanco y azabache, muy torero. Tras finalizar el paseíllo, el público que acudió a Las Ventas les obligó a saludar desde el tercio, gesto muy justo que ratificó, una vez más, que Madrid tiene memoria y sabe reconocer los gestos y esfuerzos de los toreros.

¿OTROS VEINTE AÑOS DE CASTIGO?

La ganadería de Jandilla, propiedad de Borja Domecq, regresaba al coso madrileño después de nada más y nada menos que veintidós años de ausencia, y por el juego de los astados de la divisa azul, seguramente pasarán otras dos décadas hasta que vuelvan a pisar el ruedo de Las Ventas. Así, al menos, debería ser. Y es que el encierro de Jandilla, muy desigual de presentación, con varios astados muy justos de presentación, por no decir impresentables, fue un compendio de falta de casta, fuerza y emoción. La emoción es el elemento indispensable en la fiesta de los toros, aquello que lo hace ser un espectáculo distinto a los demás, y si esa emoción se pierde, no hay nada que hacer. Y esto pasa, o debe pasar, en cualquier coso taurino, pero en Madrid es absolutamente necesario. El público de la capital acude a la plaza a emocionarse, a ver a un toro bravo e íntegro que lucha hasta el final sin regalar ni una sola embestida, y a un hombre que se juega su vida sin ventajas, bien colocado y realizando el toreo clásico, el eterno. Desgraciadamente esto lo vemos cada día menos y la corrida del Domingo de Ramos fue una muestra más de la decadencia que se vive en la actual fiesta de los toros. El encierro de Jandilla tuvo nobleza y, en algunos casos, clase y prontitud, pero si estas características no van acompañadas de casta, de fiereza, de riesgo, no vale ni tiene apenas mérito lo que se haga delante de la cara del toro. Todos temíamos que pudiera pasar lo que finalmente ocurrió, aunque creo que nadie se imaginaba tales proporciones de fracaso y petardo ganadero. Esta vacada puede funcionar en ferias menores, pero no es una divisa del gusto de la afición venteña y, por ello, tiene todas las papeletas para lidiar una corrida de nulo interés para el aficionado. Personalmente me da igual que el señor Borja Domecq siga criando este tipo de toro aborregado, pero lo que pido y exijo, como el resto de la afición, es que su ganadería no pise las instalaciones de la plaza de toros más importante y exigente del mundo. Que las “figuritas” se queden con su “pseudotoro”, pero que por favor no lo traigan a Madrid.

FANDIÑO

Iván Fandiño rápidamente mostró a lo que venía, yéndose en el primero de la tarde a las cercanías de la puerta de toriles para recibir, capote a la espalda, al primer Jandilla de la tarde. Si esto no es disposición y valor, que venga Dios y lo vea. Y no se esperó David Mora para mostrar también su voluntad y antes de que se cambiara el tercio de varas, se hizo presente para firmar un limpio quite por tafalleras rematado por una torera media verónica. El primero de Jandilla fue un anticipo de lo que serían el resto de sus hermanos: una “babosa” que tuvo nobleza y prontitud pero que no terminó de desplazarse y que tuvo la casta y la fuerza en el límite. Además, salió punteando la muleta de su matador en muchas ocasiones desluciendo el trasteo de Fandiño. El vasco estuvo valiente y voluntarioso tanto con capote con muleta, pero muy poco pudo hacer ante la discontinua embestida de su oponente. Su segundo, el tercero fue una auténtica basura de ejemplar que además de no tener casta, tampoco tuvo clase alguna. Se pasó toda la faena calamocheando, defendiéndose y reculando. El de Orduña (también muy molestado por el viento), no tuvo opción. El quinto fue un zambombo que aguantó algo más que sus hermanos de camada y esto a pesar de sus kilos. Eso sí, no duró lo suficiente ni tampoco tuvo la transmisión necesaria para triunfar en Madrid. En este toro se pudieron ver, quizás, los muletazos más estimables de la tarde. Los firmó Iván con la mano derecha en varias series de muletazos en los que bajó mucho la mano y tiró del animal con templanza. Además, estuvo muy bien colocado y con las zapatillas muy asentadas en la arena.

MORA

David Mora tampoco pudo hacer apenas nada destacado en todo el festejo. El torero toledano destacó durante toda la tarde con el capote, mostrando un gran concepto del toreo y mucho gusto. El segundo, que llevó el hierro de Vegahermosa, fue un auténtico inválido que debió ser devuelto a los corrales. Incomprensiblemente el presidente lo aguantó y David Mora no pudo hacer más que intentarlo mostrando buen concepto y mucha templanza. El cuarto fue otro ejemplar descastado que prácticamente no duró nada y que, de nuevo, imposibilitó el triunfo y lucimiento de Mora. Éste anduvo también templado y muy dispuesto y lo más lucido que logró sacar de un pozo casi seco fueron dos series de derechazos de notable trazo. Eso sí, en este toro le faltó más ajuste. El que cerró plaza, un burraco de 630 kilos, no salvó los muebles de la quema y duró un suspiro. Ante el descastado animal de Borja Domecq, David Mora comenzó su trasteo con un prometedor inicio flexionando la pierna y conduciendo la embestida de “Camillero” con largura y templanza. Después dejó un trincherazo y un pase de desprecio con sabor añejos y muy poco más. Además, al final se puso pesado intentado con insistencia extraer algún muletazo estimable del “buey” de Jandilla.

Corrida del Domingo de Ramos (Madrid) con algo más de media plaza, se lidiaron 6 toros de Jandilla, desiguales de presentación, y de descastado y flojo juego en general. La mayoría tuvieron nobleza pero nada de casta, ni fondo, ni fuerzas. 1º noble pero flojo y descastado; 2º inválido y descastado; 3º sin clase ni casta y rehuyendo la pelea; 4º noble pero descastado; 5º noble y con clase, duró poco y le faltó transmisión; 6º noble pero se vino abajo muy pronto.

Iván Fandiño (vainilla y oro): palmas, silencio y saludos tras aviso y leve petición

David Mora (blanco y azabache): palmas, silencio y silencio tras aviso


Fotos: las-ventas.com

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