martes, 20 de marzo de 2012

Artículo de opinión

"VALENCIA, ¿PLAZA DE PRIMERA?"

Oficialmente la plaza de toros de Valencia es un coso de primera categoría y también lo es para todos los “taurinos” y profesionales del mundo del toro, pero después de lo visto en la recién concluida Feria de Fallas, está mas claro que nunca que está plaza no es ni de segunda. Si miramos el marcador, los resultados de la mayoría de festejos que han compuesto la que se suponía era la primera gran feria del año, nos encontraremos con muchas orejas y puertas grandes. Muchos, al leer esto, pensarán entonces en que el ciclo fallero de 2012 ha sido una gran feria, un serial para el recuerdo. Pero, desgraciadamente, se equivocarán. En la Feria de Fallas se han cortado muchos trofeos, se ha abierto muchas veces la puerta grande, pero claro es que la mayoría de esas orejas y puertas grandes han sido indignas de una plaza como Valencia. Es verdad que la capital del Turia siempre se ha caracterizado por ser una afición fácil, muy cariñosa con los toreros, pero lo visto en esta última edición ha rozado límites insospechados. Durante toda las Fallas hemos contemplado a una afición (o mejor dicho, un público) absolutamente triunfalista y, permítanme la expresión, festivalero. Los tendidos del coso de la calle Xátiva se han cubierto tarde tras tarde de una afición que con lo que más disfrutaba era con la música, con los pasodobles de su banda. Luego, tras faenas livianas y, sobre todo, estocadas infames, ese mismo público ha pedido las orejas sin ningún tipo de exigencia ni rigor. Y a todo esto tenemos que sumar el que esa misma afición no haya protestado ni a un solo toro de tantos impresentables que han salido por chiqueros, ni tampoco el que no se haya picado como Dios manda a casi ningún astado, o no se les haya ocurrido recriminar la colocación y el toreo de alguno de los diestros que han pasado por su feria. Pero el público valenciano no ha sido el único que ha dejado mucho que desear, ya que la actuación del palco también ha sido de juzgado de guardia. La presidencia en una plaza de toros está para defender y hacer prevalecer el reglamento taurino pero, más que nada, para defender los intereses del aficionado y cuidar la categoría de la plaza en cuestión. Pues bien, los presidentes de Valencia no han hecho ni una cosa, ni otra. Muchos han sido los animales chicos, anovillados y sin remate ni trapío que han saltado al ruedo valenciano y el equipo presidencial y veterinario lo han permitido sin ningún tipo de reparo. Tampoco se han cortado al conceder verdaderas orejas de pueblo o al negar otras que si que eran de justicia. Hasta ahora he hablado del público y de los presidentes y veterinarios, pero el máximo culpable de la decadencia que vive la fiesta de los toros en Valencia desde hace unos años es Simón Casas, el empresario. El que se autodenomina “productor de arte” sigue buscando el triunfo fácil y el toro “bonito” aunque él está muy satisfecho y contento porque nadie en Valencia se queja, es más, parece que todo el mundo está encantado. Una pena porque esta tierra y ciudad ha tenido siempre una gran tradición y afición taurina y porque seguro que aún quedan buenos aficionados en esa preciosa y muy torera plaza valenciana. Y les parecerá a ustedes que solo han pasado cosas malas en esta Feria de Fallas, pero no, por suerte una feria tan larga siempre trae también cosas buenas. Yo me podría poner a estudiar los carteles y decirles lo más importante, pero me voy a limitar a decirles lo que sin casi pensar se me viene a la cabeza, lo que para mí quedará en el recuerdo. Me acordaré de la impecable presentación y el juego de varios toros de Adolfo Martín el primer día de feria; del juego de la novillada de El Parralejo con varios utreros sensacionales; también con la increíble e ilusionante actuación de un joven novillero valenciano llamado Román; con el juego de la mitad de la corrida de Alcurrucén, alguno muy encastado; también me quedo con una seria e importante tarde de Jímenez Fortes en la corrida de Valdefresno, y con el “zambombazo” que pegó Iván Fandiño el domingo con el encierro de Fuente Ymbro.

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