LA BRAVURA DE DOS
NOVILLOS;
LA PUREZA DE UN
NOVILLERO
Interesante novillada de Guadaira que sortea dos ejemplares
de nota, uno premiado con la vuelta al ruedo. Sin trofeos destaca el valor y
concepto de Martín Escudero, mientras que Posada de Maravillas se hace con una
oreja.
La
localidad valenciana de Algemesí es uno de esos escasos oasis que aún perduran
en el, cada vez más extenso, desierto de plazas y ferias en decadencia marcadas
por la pérdida de festejos y espectadores. En Algemesí parece que la crisis no
ha llegado, o ha pasado de largo. En este municipio levantino, en vez de
reducir, se aumentan festejos y la plaza se llena todos los días. En total,
diez novilladas que se celebran en una plaza improvisada montada una vez al año
por las propias peñas y vecinos del pueblo. Algemesí hace tiempo que se
consolidó como uno de los ciclos más importantes para los novilleros, pero aún
sobresale más en unas circunstancias dramáticas para todos los aspirantes a
matador de toros. Y es que en esta localidad tan cercana a la capital del
Turia, la sociedad no ha roto su vínculo con la fiesta de los toros. Aquí, la
Tauromaquia se vive como un rito fundamental sin el que no se entenderían sus
fiestas patronales. Desde los más jóvenes a los más mayores del lugar, todo el
mundo colabora y participa y, de esta forma, su “Setmana de Bous” se erige como
una feria de salud envidiable.
Para
el séptimo festejo del ciclo de este 2013 estaba anunciada una novillada de
Guadaira para Martín Escudero y Posada de Maravillas. Y, aunque tan sólo se
cortó una oreja, el espectáculo no fue para nada aburrido. Interesante cuanto
menos resultó el encierro de la divisa sevillana de procedencia Jandilla. De
los cuatro lidiados, destacaron los sorteados en segundo y cuarto lugar,
precisamente los del lote del nieto de Juan Posada. Al primero de sus dos
enemigos, el corrido en segundo lugar, se le concedió la vuelta al ruedo en el
arrastre como premio a su noble, pero encastada condición. Humilló siempre y
fue a más durante la lidia, aunque su matador tardó en acoplarse con él y tan
sólo al final extrajo parte de las virtudes que atesoraba el astado. Fueron
numerosas las series en las que el joven novillero extremeño no acertó ni en
distancia, ni en altura. A pesar de las dudas del torero, el de Guadaira mostró
su buena condición y fondo de casta, y duró bastante.
Por fin, al final, Posada
se entendió con él y firmó una notable serie al natural en la que se ajustó más
con su oponente y corrió con templanza y buen trazo su mano izquierda. El epílogo,
con ayudados por alto muy toreros, también fue de lo mejor. Tras dejar una
estocada baja cortó una oreja que supo a poco comparada con el honor del
pañuelo azul para el animal. El cuarto y último, serio y muy cuajado, como todo
el encierro, protagonizó una bravísima pelea en el caballo. Se arrancó desde
lejos y con alegría en el primer encuentro y consiguió derribar al picador. Dos
duros puyazos más se llevó, de nuevo empujando con fijeza y metiendo los
riñones. La pena fue que el severo castigo (que le hizo sangrar muchísimo) y lo
que se desgastó en el peto condicionaron su comportamiento en un último tercio
al que llegó muy venido a menos. Posada se intentó justificar, pero tan sólo
evidenció voluntad y ganas, además de una buena estocada final.
Martín
Escudero se llevó el lote de menos opciones y, pese a ello, volvió a dejar la
impronta de un concepto del toreo basado en el valor y la pureza. Entre tanto
torero ventajista de pierna retrasada y suerte descargada, el encontrarse con
un chaval que quiere hacer todo por derecho y de verdad…es una auténtica
alegría. Tiene mucho que pulir y evolucionar, sí, pero las condiciones innatas
que parece poseer son más que esperanzadoras. También en Algemesí pecó de
frialdad en algunos momentos. Le cuesta conectar más con el tendido, pero su
toreo es tan inocente como puro. Prácticamente siempre bien colocado, en muchos
momentos ofreció los frentes a sus enemigos, otorgándoles todas las ventajas y
adelantando la pierna contraria con pasmosa naturalidad. Muy encajado de
riñones, se le ve mucho más suelto con la franela sostenida sobre la zurda. Al
natural brotaron sus mejores muletazos, muy ajustados y rematados en la cadera.
El que abrió plaza fue un mansurrón sin maldad al que le faltó más continuidad
y clase en sus embestidas. Por su parte, el tercero tampoco anduvo sobrado de
clase ni recorrido. Le faltó un tranco más en el viaje. En uno de los compases
del trasteo, David cayó en la cara del toro y, tras ser pisoteado y rebuscado
por el animal, comenzó a dolerse de su mano derecha. Con un gesto de auténtico
dolor intentó montar la espada para dejar varios pinchazos arriba que fueron
suficientes para que el de Guadaira doblara. Tras corresponder una cariñosa
ovación al esfuerzo realizado, el de Galapagar se marchó a la enfermería. La
suerte le tendrá que acompañar en su camino, pero lo que ha apuntado hasta
ahora hace concebir grandes expectativas en un futuro incierto en el que la
pureza, la tan anhelada y extrañada pureza, está en claro peligro de extinción.
7ª
Feria de novilladas Algemesí (Valencia). Con lleno en los tendidos, se
lidiaron 4 novillos de Guadaira,
bien presentados, con mucho cuajo, aunque sospechosos de pitones. El más
serio por delante fue el 3º. El 1º mansurrón; 2º encastado y humillador, de
muy buen juego (premiado con la vuelta al ruedo); 3º deslucido; 4º muy bravo
en varas, venido a menos en la muleta.
Martín Escudero: ovación con saludos en ambos
Posada de Maravillas: oreja y silencio
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