martes, 1 de noviembre de 2011

Artículo de opinión

LOS AFICIONADOS FRANCESES TOMAN LA DELANTERA

Que el futuro de la fiesta de los toros está en el país vecino, en Francia, no es nada nuevo, pero en la última semana está afirmación ha tomado, de nuevo, actualidad y es una idea que se empieza a consolidar y generalizar. Por supuesto que a los “taurinos” españoles estas cosas no les preocupan porque no miran más allá de sus intereses y las acciones o iniciativas a corto plazo. Al contrario que los franceses, ellos siguen anclados en el siglo XIX y tan sólo se preocupan de que puedan continuar viviendo del toro. Ni si quiera piensan en sus hijos, en las generaciones venideras y que tienen unas expectativas muy oscuras debido a los cada vez más frecuentes y fuertes ataques abolicionistas y a los políticos oportunistas, ignorantes y demagogos. Pero para los aficionados al toro, a la fiesta íntegra y verdadera, nos queda una esperanza, Francia. Creo que en unas décadas (no muchas), el país galo será una especie de refugio, un exilio para los que amamos la tauromaquia. Esta semana conocíamos la noticia de que todas las plazas de toros francesas habían llegado al acuerdo conjunto de subir un veinte por ciento los honorarios de los toreros más “modestos” en detrimento del sueldo que cobran las figuras. A esto sólo tengo que decir: olé. En un contexto de crisis económica en el que todos nos estamos apretando el cinturón y estamos haciendo esfuerzos no se puede conseguir que las grandes figuras del toreo permanezcan ajenas a esta realidad y continúen cobrando las mismas cantidades de dinero que en otros tiempos de bonanza económica. También es una iniciativa que promueve la igualdad en cuanto a que no hay derecho a que matadores que se enfrenten a las corridas más duras y serias, cobren una miseria respecto al sueldo de las figuras. La pasada semana conocíamos también las conclusiones de la recién concluida temporada que publicó la Federación de Sociedades Taurinas de Francia que celebró un congreso para hacer balance de la temporada taurina 2011 en Francia. Este congreso llegó a diversas conclusiones, tanto positivas, como negativas. Y dentro de estas últimas destacaban dos y ambas tenían como protagonistas al llamado G-10, esa especie de coalición formada por las grandes figuras y que se han comenzado a erigir en los salvadores de la tauromaquia. Entre los logros, o más bien, el único logro, de esta “organización” está el paso de la fiesta del Ministerio del Interior al de Cultura. Al margen de esto no han hecho nada más en pro de su profesión y forma de vida. Del toro íntegro, la falta de casta y de bravura que padecen la mayoría de sus ganaderías predilectas, el continuo y cada vez más acentuado alejamiento de la sociedad, en particular de los jóvenes, de la tauromaquia, las preocupaciones de los aficionados…de esas cosas aún parece que no han tenido tiempo para reflexionar y tomar medidas. Pues como decía, entre los puntos negativos que recogían estos aficionados franceses destacaban dos y ambos sobre el G-10. Por un lado, criticaban que en plena crisis económica no sólo no bajen sus honorarios, sino que incluso se los suban en un gesto de muy poca solidaridad con el resto de profesionales y, sobre todo, de aficionados y personas de a pie. Pero el punto que más me llamó la atención fue el siguiente que cito literalmente: “Los toreros del G-10 por sus exigencias en cuanto al futuro de la corrida, particularmente en enfrentarse a toros de pobre presentación, queriendo la mayoría de las veces las mismas ganaderías y siendo éstas, aquellas que no tienen la mejor reputación de fuerza y casta”. Ante esta cita hay poco que comentar porque es, sin duda, el mejor resumen de uno de los problemas y de las amenazas más importantes que tiene la fiesta de los toros actualmente. Además de esto: las empresas francesas cuentan con la opinión de los aficionados a la hora de confeccionar los carteles de las ferias; se preocupan por la variedad de encastes; son justos con los diestros porque los que triunfan y están bien, vuelven y se les da otra oportunidad, y a los que están mal no se les vuelve a llamar; y castigan con dureza los casos de afeitado vetando en todos los cosos de Francia durante, al menos, una temporada a aquellos hierros que hayan sido sospechosos de manipulación fraudulenta de las astas. En definitiva, que en Francia está el futuro para los que queremos y demandamos una fiesta íntegra y sin ventajas y que, como siempre, y en los toros no iba a ser menos, los franceses nos llevan la delantera incluso en un arte, en un espectáculo propio de nuestro país.

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