sábado, 21 de mayo de 2011

Crónica 11ª San Isidro 2011


FRENTE A LOS ENEMIGOS, MANO IZQUIERDA

Con mano izquierda todo es posible. Cuando se borda el toreo al natural, con la mano izquierda, una tarde que parecía abocada al fracaso y a la decepción, se puede convertir en una gran tarde de toros. Hoy, esto, se volvió a demostrar.


A pesar de que en la 11ª de San Isidro se volvió a lidiar una novillada impresentable, esta vez de Parladé y Juan Pedro Domecq (en la práctica, lo mismo), volvimos a disfrutar del buen toreo. Y este toreo de “pata negra” llevó la firma de los dos toreros que han conseguido abrir la puerta grande de Las Ventas esta feria, José María Manzanares y Alejandro Talavante. Y ambos lo hicieron, además, con la mano izquierda, la importante en el toreo. El primero logró cortar una merecida oreja, algo que no consiguió Talavante debido a su fallo con los aceros. Una pena, porque su labor ante el rajado y encastado 6º mereció premio. Completaba el cartel el francés Sebastián Castella que logró cortar una oreja protestada y de poco peso.


Ayer ya nos enterábamos que la corrida reseñada para uno de los carteles estrella de la feria, la de Garcigrande, había sido rechazada al completo por el equipo veterinario y gubernativo de la plaza. Bien por Muñoz Infante que tuvo el valor de devolver al campo hasta 14 toros, al parecer, impresentables del hierro salmantino. De nuevo, vergonzosa actitud de la empresa y de los apoderados o veedores de las figuras que reseñaron una corrida sin trapío para Madrid. Y para enmendar el “fallo” se les ocurre la maravillosa idea de sustituirla por una de Juan Pedro – Parladé…de chiste. Y si hace un momento decía que bien por el presidente por haber tenido el valor de rechazar al completo una corrida preparada para “las figuritas”, ahora digo que mal, muy mal por haber consentido que se hayan lidiado hasta 4 toros impresentables para Madrid. Porque los lidiados en la primera parte del festejo junto al 5º fueron toros por edad, pero no por presencia. Todos ellos anovillados, sin remate ni seriedad, que fueron protestados (con razón) por los aficionados más exigentes. Tras el bochorno de Cuvillo parece que no han aprendido la lección. Y lo malo es que esto hace daño a la fiesta, la degrada y la deja sin argumentos ante la amenaza antitaurina. Las figuras del toreo tienen la obligación moral de cumplir con el aficionado y para cumplir no basta sólo con torear bien (que ya es mucho, por supuesto). Además de esto, deben reseñar corridas dignas para la que se supone es la primera plaza del mundo. Si no es así, escribiremos que han toreado bien, que han triunfado, pero siempre recordaremos que lo hicieron ante enemigos sin trapío ni seriedad.


La primera parte de la corrida fue para olvidar ya que, además de mal presentados, los de Parladé adolecieron de una falta de fuerza y de casta insoportable. Ante toros anovillados, lavados de cara, escurridos de atrás y sin remate alguno, los tres espadas lo intentaron en balde. En el 1º Castella sólo pudo demostrar disposición y destacó en una tanda al natural de buen trazo y templanza pero que no pudo ser ejecutada con la mano baja, pues la flojedad del toro no lo permitía. Tampoco pudo lucirse Manzanares con el 2º, astado sin cuerpo ni seriedad que, aunque noble, fue un inválido. Con el público a la contra, José María sólo pudo justificarse. Y en el 3º se repitió la historia: toro mal presentado por chico y escurrido, que tuvo nobleza y cierta calidad por el pitón derecho, pero que debido a su manifiesta falta de fuerzas no tuvo apenas transmisión. Talavante, sin opción.


Gracias a Dios todo mejoró en la segunda parte del festejo. El 4º mejor presentado, aunque justo, fue recibido con templanza y suavidad por el capote de Sebastián Castella en varios delantales ajustados rematados por una revolera. El toro cumplió en el caballo y llegó al tercio de banderillas galopando y apuntando cosas buenas. Empezó la faena el francés por estatuarios (quizás un comienzo por bajo hubiera sido más adecuado) para, después, ejecutar una buena tanda por el pitón derecho. Asentada la planta continuó Castella por ese pitón en una tanda que no terminó de explotar a pesar del cambiado por la espalda de sorpresa. Sebastián estaba dispuesto y valiente y ligó una buena tanda de derechazos templados. El toro respondió bien regalando embestidas por abajo. La intensidad de la faena bajó cuando el francés se cambió la muleta de mano y comenzó a acortar distancias con el de Juan Pedro. Aunque trazó algún natural estimable, el toro requería distancia y llevarle muy cosido a la muleta, pero el valor de Castella le hizo precipitarse y “pegarse” un arrimón (en el centro del ruedo) antes de tiempo. El toro comenzó a quedarse corto y la faena bajó de intensidad. Tras una buena estocada, cortó una oreja que fue protestada y que supo a poco, pese al valor que demostró Castella. Quizás, con un planteamiento distinto de faena, el premio no hubiera sido de poco peso.


En el 5º Manzanares volvió a demostrar que está en un momento de auténtica plenitud. Tras su salida a hombros el pasado miércoles por la puerta grande, de nuevo, hoy, toreó como los ángeles. Y lo hizo con la mano izquierda, al natural. Templado, con la mano baja y con un gran empaque y elegancia, instrumentó varias tandas al natural que supieron a gloria. Componiendo muy bien la figura, acompañando la embestida del toro, embarcó al astado con los vuelos de la muleta y puso la plaza boca abajo. También estuvo bien sobre la mano derecha y la cumbre de su obra fue un cambio de mano de una templanza y suavidad que hizo estremecer al expectante público. El toro fue un buen colaborador. Embistió con calidad y humillación a la franela del alicantino y, aunque al final se apagó, fue el de mejor juego del encierro. Tras una buena estocada, Manzanares cortó una merecida oreja que se suma a las dos que cortó en la 9ª de feria. Debemos mencionar, también, la extraordinaria labor que realizó la cuadrilla de Manzanares durante toda la tarde, pero especialmente en su segundo toro. Curro Javier con el capote y Juan José Trujillo con los palos realizaron una soberbia y lucida lidia.


Pero la emoción y la entrega llegaron de la mano de Alejandro Talavante en el que cerró plaza. El de Parladé fue el de mejor presentación de la corrida. Éste si fue un toro serio y con trapío, pero cantó muy pronto su mansedumbre. A pesar de que se rajó al mismo comenzar la faena, el extremeño no se arrugó y tras intentarlo sin resultado en el centro de la plaza, se cerró con el toro en el terreno de los mansos: cerca de chiqueros y pegado a las tablas. Allí le plantó cara con las mejores armas de las que dispone un buen torero: valor y disposición. El manso huía en el final de los muletazos, pero Talavante consiguió que no se escapase y ejecutó varias tandas extraordinarias por ambos pitones, especialmente por el izquierdo. Al natural llegaron varias tandas en las que el torero se encajó y nos recordó por qué salió a hombros el pasado martes. ¡Qué forma de torear!, qué emoción el ver a un torero entregarlo todo y ejecutar tandas de naturales largos, templados y de mano muy baja. El toro no era nada fácil, embestía con fuerza y emoción y, aunque manso, sacó fondo de casta. Pero Talavante estuvo muy firme y valiente. Y quiso volver a descerrajar la puerta grande con unas manoletinas ajustadísimas al final del trasteo que le valieron una tremenda y espeluznante voltereta. Pero el milagro volvió a surgir y el torero volvió a la cara del toro con apenas unos rasguños. Y al igual que apareció el Talavante que nos recuerda al mejor José Tomás de finales de los 90 con la muleta, también apareció el Talavante que falla en la suerte suprema. Tras un pinchazo, una estocada casi entera y atravesada, y dos descabellos, el torero tuvo como recompensa a su importante labor una clamorosa vuelta al ruedo con toda la plaza puesta en pie.


Así que, ya se sabe, con mano izquierda, las adversidades y los enemigos, por duros que sean, siempre pueden ser vencidos.



Foto: Luis Miguel Sánchez



11ª de Abono San Isidro

Plaza de toros de Las Ventas: Lleno de “No hay billetes” en tarde espléndida.


4 toros de Parladé y 2 de Juan Pedro Domecq (4º y 5º) impresentables todos a excepción de 4º y 6º. Anovillados y sin ningún remate, el 6º el de mejor presentación. Los 3 primeros nobles pero muy flojos. Los 3 últimos de mejor juego, buenos 4º y 5º y manso encastado el 6º.


Sebastián Castella: Silencio y oreja (protestada) tras aviso

José María Manzanares: Palmas y oreja

Alejandro Talavante: Silencio y vuelta tras dos avisos















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