domingo, 3 de octubre de 2010

Crónica 3ª Feria de Otoño 2010


EL TOREO VERDADERO ABRIÓ LA PUERTA GRANDE

Comienzo a escribir esta crónica cuando aún siento la emoción, la felicidad completa de haber vivido una tarde histórica de toreo. Esta tarde en Las Ventas todos los valores sobre los que se asienta la fiesta han sido reafirmados. Hemos podido contemplar, sin duda, el acontecimiento taurino de la temporada, y no sólo de la temporada venteña. Porque hacía mucho tiempo que un torero no conseguía, con tan sólo una docena de muletazos, emocionar y provocar el éxtasis a los aficionados madrileños. Juan Mora ha conseguido, esta tarde en Madrid, que olvidemos las infinitas tardes de tedio y aburrimiento que hemos vivido esta temporada en Las Ventas. Y por eso es tan bonito este espectáculo, por eso sigue siendo la más verdadera e impredecible de las artes.

¡Cómo ha toreado Juan Mora esta tarde!, ¡qué verdad!, ¡qué pureza!, ¡qué torería!...

Esta tarde en Madrid se ha producido un milagro, el milagro del toreo. Con tan sólo cinco tandas, en su lote, ha conseguido abrir la puerta grande de la Monumental de Las Ventas. Tres orejas, nada más y nada menos, ha cortado el veterano matador. Esa es la magia y la sorpresa del toreo. Y todo esto lo ha conseguido ante dos ejemplares que tuvieron más defectos que virtudes. Porque la corrida de Torrealta, muy desigual de presentación, ha tenido nobleza pero ha adolecido de una gran falta de casta y transmisión.

El primero que saltó al ruedo fue noble, pero manso. Tuvo cierta clase pero le faltó recorrido. Ante este ejemplar, Mora comenzó templado con el capote. Después, en ya con la franela, inició con detalles muy toreros un trasteo que terminaría con el público puesto en pie. Dos tandas de naturales extraordinarias lo explican. Citando de perfil, pero embarcando magistralmente la embestida del toro para, después, enroscárselo y rematar el muletazo en la misma cadera. Naturales templadísimos, largos y de mano baja, sobre todo uno que fue interminable. Tras esta clase magistral de pureza, de toreo eterno, el de Plasencia montó la espada (siempre torea con la espada de verdad) y ejecutó un extraordinario volapié. El toro, muerto sin puntilla, rodó y los tendidos de Las Ventas se colorearon del blanco de los pañuelos pidiendo los trofeos. Dos orejas, dos, y de ley. Así se torea, y que aprendan los nuevos matadores que se obsesionan en realizar interminables e insoportables faenas. Juan Mora demostró que con tan sólo dos series, de verdad, se puede abrir la puerta grande de la plaza de toros más importante del mundo.

El cuarto de la tarde, jabonero de capa, fue un ejemplar muy vulgar que punteaba constantemente los engaños del torero. Pero Juan, era consciente de que estaba por encima de cualquier dificultad, y a base de temple y mando consiguió meter en el canasto al de Torrealta. Esta fue una faena más ligera en la que faltó, al menos, una serie más para terminar de ser rotunda. A pesar de esto, hubo dos tandas excepcionales, una por cada pitón. Muletazos largos y templados rematados en la cadera del de luces. Y, de nuevo, otro gran volapié. Oreja, de menor peso, pero que reafirmó la enorme actuación del torero extremeño. Fue una actuación distinta, antigua, y llena de una exquisita torería.

Completaban la terna Curro Díaz y Morenito de Aranda, toreros del gusto de la afición madrileña, que se contagiaron del arte de Mora. El primero tan sólo pudo dejar detalles de gusto en su primero. El toro que le correspondió fue un animal muy manso que se acabó muy pronto. Curro sólo ejecutó una tanda estimable con la diestra, porque en el resto de la faena uso demasiado el “pico” y presentó muy retrasada la muleta. En el 5º cambió la historia, ya que Curro expuso mucho más y se jugó los muslos al final del trasteo. Se cruzó mucho al pitón contrario logrando naturales que, a pesar de que no estuvieron ligados, fueron largos, templados y rematados en la cadera. El de Torrealta fue noble pero muy flojo, parado y descastado. Tras una gran estocada, Curro Díaz se hizo con una oreja.

Morenito de Aranda llegó a Las Ventas dispuesto a demostrar al público madrileño el concepto que atesora. Y lo consiguió en el 6º, el mejor del encierro. Este ejemplar además de nobleza si tuvo clase sobre todo por el pitón izquierdo. El de Aranda de Duero lo cuajó con la mano izquierda, con la mano importante. Hasta tres tandas de naturales de gran nivel consiguió Morenito. Fueron naturales profundos, templados y de mano baja, llevando cosido al toro en la franela. Al contrario que Curro Díaz, Morenito no remató con la espada la importante labor muletera que realizó. Tras un bajonazo cortó un apéndice, que por el error cometido en la suerte suprema, en otra situación no habría sido concedido. Ante su primero, un sobrero de Martín Lorca, el burgalés sólo pudo mostrar disposición en una faena que nunca llegó a interesar al respetable. El de Lorca tuvo una embestida descompuesta, no quiso humillar y, además de poca raza, tuvo poca clase.

En resumen, e ignorando si fue excesivo el número de trofeos concedidos, lo importante es que gracias a un torero hemos vuelto a sentir la magia y la emoción del toreo…Juan Mora ¡TORERO!, ¡TORERO! y ¡TORERO!


Alejandro Martínez Lorenzo

Foto: Iván de Andrés

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