“FILIBERTO PAGA CON
SANGRE”
El joven novillero nacido en Calasparra resulta herido grave
en el quinto de la tarde. Novillada muy seria e interesante de Pedrés y oreja
por coleta para los novilleros. La de más peso la cortó Álvaro Lorenzo. El público vuelve a responder.
Otra vez Pedrés, el maestro Pedrés, llegó a Albacete, a su plaza, con una señora novillada, que en apariencia y trapío era casi una corrida de toros. Volvió tras la ausencia del año pasado para dar categoría al coso que tanto le vio torear y triunfar como matador de toros. Precisamente, tras el paseíllo, la empresa tuvo el detalle de homenajearle en el sesenta aniversario de su presentación como matador de toros en la Feria de Albacete. Y Pedrés devolvió el homenaje a la afición manchega con un encierro muy interesante y encastado. Y ya se sabe, cuando la casta está presente…nadie se aburre y hay verdad en el ruedo. Y es que la novillada que trajo desde el campo charro fue muy exigente, de esas que piden el carnet. Muchos acusaran a Pedrés de no tener sensibilidad por presentar una novillada tan seria y fuerte para unos chavales que acaban de empezar, pero habrá algunos (entre los que me incluyo) que le defenderán porque su responsabilidad y deber como ganadero es mandar a una plaza como la de Albacete lo mejor que tenga en casa, un encierro que de categoría a su feria. Y Pedrés lo hizo. Pero claro, los mismos que callan o defienden el “torito” de las figuras en los días de clavel, serán los que se indignen por una novillada con tanto trapío.
A los tres novilleros les vino un poco grande el encierro.
Normal, por otro lado. La crisis y la reducción de festejos han diezmado de
forma brutal las tardes en las que los representantes del escalafón menor se
visten de luces. Y el no torear apenas, la falta de contratos, luego se traduce
en falta de oficio. Y eso que los tres que hicieron el paseíllo hoy en la
segunda de abono del ciclo taurino en honor a la Virgen de los Llanos fueron
los finalistas del certamen Soy Novillero que emitió Castilla la Mancha
Televisión el pasado invierno/primavera. El triunfador de aquella final que
casi llenó los tendidos de la “Chata” fue Álvaro Lorenzo y precisamente él
obtuvo el trofeo de más peso de la tarde. Fue ya en el sexto, un animal mansito
que comenzó exigiendo mucho, pero que al final se vino muy a menos, en parte
por su condición de manso, y también en parte a que delante tuvo a un torero
que le acabó sometiendo. Algunos no sabíamos si podría con su oponente, pero
Lorenzo tiró de valor y se pegó un arrimón sincero, de esos absolutamente
meritorios. Es verdad que en el conjunto de su tarde faltó toreo fundamental
del bueno y que, en ocasiones, retrasó en exceso la pierna contraria
descargando la suerte. Pero también lo es que vislumbró algunas cualidades y
condiciones como buen concepto del toreo, formas clásicas, y el valor ya
anteriormente mencionado. En ese segundo de su lote se dejó llegar los pitones
a la misma taleguilla y eso provocó una voltereta afortunadamente sin
consecuencias. Se tiró a matar de verdad y, con justicia, cortó una oreja que
fue la recompensa a salir fortalecido de una empresa que no se antojó fácil en
un principio. En su primero, el tercero, un animal con mucho cuajo y mirada de
señor, poco pudo hacer más que intentar mantener de pie a un astado muy flojo
que rozó la invalidez. Fue noble el de Pedrés, pero su escasa fortaleza y casta
se tornó en un comportamiento cansino y pegajoso. Lorenzo no se entendió con él
y construyó una labor tan larga como carente de emoción.
La nota triste del festejo fue la grave cornada que sufrió
Filiberto en el quinto. El joven novillero nacido en Calasparra fue prendido
por su segundo enemigo, un castaño de expresión viva, largo y alto de agujas,
que también manseó pero que sacó casta y poder. Lo dejaron muy crudo en el
caballo y, claro está, la lucha entre el hombre y el animal no fue sencilla. A
la mitad de la faena, en uno de los muletazos, el utrero se quedó a mitad del
viaje e hizo presa del novillero. El primer derrote fue seco, pero el más alarmante
fue el segundo. Cuando Filiberto estaba en el suelo, el astado volvió a cogerle
y le mantuvo suspendido sobre los pitones en unos segundos que se hicieron
eternos. La espectacular cogida dio la impresión que había tenido muy graves
consecuencias, pero afortunada y milagrosamente, siendo grave y extensa, fue
muy limpia y bastante superficial. Una vez trasladado a la enfermería, el
director de lidia, Ángel Olmo, fue el encargado de dar muerte al animal. El
público pidió la oreja como reconocimiento al torero herido, pero el presidente
no sacó el pañuelo y la cuadrilla de Filiberto dio una vuelta al ruedo. Cuando
sí apareció el pañuelo blanco en el palco como premio fue en el segundo. El de
Pedrés fue un novillo completo y que ofreció grandes posibilidades. Además de
nobleza y buena condición, tuvo cierta movilidad y la fortaleza de la que
careció alguno de sus hermanos. El novillero formado en la Escuela Taurina de
Albacete firmó una obra en la que primó la cantidad, pero que encadenó buenos
pasajes en los que acompañó la embestida.
Como primer espada actuó Ángel Olmo, también novillero de la
tierra y que destacó en el primero por su templanza y buen concepto.
Desgraciadamente, como no todo puede ser bueno, faltó ajuste entre toro y
torero para que su trasteo hubiera tenido más importancia y verdad. El animal
que abrió plaza tuvo también nobleza, clase y humillación, pero no anduvo
sobrado de fuerzas. El que sí las tuvo, además de mucha casta, fue el corrido
en cuarto lugar. El segundo del lote de Olmo, tan imponente como bello, apretó
en varas (aunque tardeó) y llegó al tercio final pidiendo una muleta poderosa
que encauzara sus muchas y buenas embestidas. Lo quiso desde el principio todo
por abajo y los numerosos pases de pecho y remates por alto no le ayudaron. Dio
espectáculo una res que no fue, ni mucho menos, consecuente con su nombre:
“Dormido”. Su matador puso mucha voluntad y demostró valor, pero la falta de
técnica y acople por momentos se hizo muy presente. Ovacionado resultó el de
Pedrés, mientras que silencio escuchó Ángel Olmo que había errado repetidamente
con el descabello.
Por cierto, la otra gran noticia del festejo fue, de nuevo,
la buena entrada registrada en los tendidos. Algo más de tres cuartos del aforo
cubierto para ver una novillada. Ojala esto se repitiera más veces y en más
plazas a lo largo de la temporada. Y ojo, que mañana llegan las figuras, tanto
a pie como a caballo, y ya desempolvan el cartel de “No hay billetes”…
2ª
de abono Feria de Albacete. Con algo más de tres cuartos en los tendidos, se
lidiaron 6 novillos de Hnos. Martínez
Pedrés, bien presentados, serios, y de juego desigual aunque interesantes
y exigentes en conjunto. Destacaron los lidiados en segundo y cuarto lugar,
ovacionados en el arrastre.
Ángel Olmo: oreja y silencio tras aviso
Filiberto: oreja tras aviso y vuelta al ruedo que dio su cuadrilla
tras petición
Álvaro Lorenzo: silencio y oreja
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